martes, setiembre 26, 2006

La espera de los delegados

Joaquim volvió a preguntar si la isla daba al mar, y el presidente se impacientó. -Las islas, Sr. Embajador, dan todas al mar por definición.- Aceleró un poco el paso para minimizar el tiempo que pasaran solos, pero Joaquim no lo siguió. Estaba mirando un cuadro muy de cerca. Se trataba de un retrato del presidente mismo, con la faja y el bastón de mando.
-Yo a este hombre lo conozco del barrio de mi infancia.-dijo Joaquim-Ya debe ser muy viejo. Ya tendrá más de cien años… o estará muerto.-
El presidente, que sentía que el cuadro representa su firmeza a la vez que su compasión, se vio herido en su orgullo. –Lo dudo, Sr. embajador, pues el hombre de la imagen soy yo, y el cuadro es un obsequio personal del rey.
-Sin embargo aun cabe una duda, ¿verdad?-
-No comprendo-
-Digo, podría tratarse del hombre que yo conocí hace tantos años.-
-¿Quién?-
-El del cuadro-
-Pero soy yo. Se trata de mí.-
-Si Ud. lo dice-
-Posé para el retrato. Vi avanzar la obra-
-Aun así…-
El presidente miró en todas direcciones buscando algún escape inmediato. Elena, su secretaria, pasaba con unos papeles y un llavero lleno de llaves idénticas.
-Melina.- Dijo el presidente y enseguida trató de pensar algo para decirle.
-¿Si, Sr. presidente?-
-Por favor dígale a los delegados que ya mismo estaremos con ellos.-
-Bien, Sr. Presidente- Elena dudó un instante y se animó –Mi nombre es Elena, Sr. presidente, no Melina.-
Joaquim avanzó hacia ella y la tomó de los hombros. – ¡El nombre de mis hermanas!- Hizo un gesto como si estuviera por abrazarla y se arrepintiera. -¡Elena! ¡Elenita! Las he echado de menos.-
Elena, por motivos que ella misma no comprendía, se sintió segura y frágil al mismo tiempo, y sintió que tal vez las manos de aquel hombre sobre sus brazos tenían algo que ver. Antes de hablar lo miró un instante a los ojos. –Permiso, Sr. Embajador. Sr. Presidente...- y se fue como apurada haciendo ruido a cascabel con las llaves.
El presidente estaba confundido y una leve arritmia amenazaba con ganar terreno. -Conozcamos a los delegados, Sr. Embajador.-
-Si, tengo la impresión de que serán de mi agrado.-
Caminaron por el pasillo, y, a pesar de los esfuerzos del presidente, sus manos se tocaban al caminar. El presidente se alejaba, y Joaquim se volvía a acercar hasta tocarle la mano. Llegó el punto en que el presidente ya no caminaba sobre la alfombra roja sino sobre el mármol, y se acercaba peligrosamente a la pared.
Joaquim se detuvo -Tal vez duerma una siesta antes. ¡Imagine la vergüenza si bostezara frente a los delegados! Por precaución, será mejor que me acueste unos instantes.- Mientras hablaba se iba quedando dormido y cada vez caminaba más lento. Cuando alcanzaban la puerta del salón principal, balbuceó algo sobre el sodio y empezó a roncar en la mitad de un paso suspendido.
-A mi nadie me hace esto- Murmuró el presidente cuando estuvo seguro de que Joaquim no podía oírlo. Después se agachó y le desató los cordones.

viernes, setiembre 15, 2006

Mike is back

http://www.maikishere.blogspot.com/

miércoles, setiembre 13, 2006

Chuza

Viendo la pelota rodar por la madera encerada, sabes exactamente lo que pasará: Va directo a la canaleta. De pronto el cuarto empieza a moverse como las olas y los sonidos a reverberarse. Estas teniendo un flashback. Frente a ti hay una torta con nueve velas incandescentes.

Tu madre (lista para imortalizar el soplido): Pedí tres deseos.

Tu (voz de niño en off, pensando): Pediré uno solo, pero imposible. Pediré el poder de la telekinesis. Si me fuera otorgado, juro no usarlo hasta el día que resulte absolutamente necesario.

Veinte años han pasado desde ese día, y nunca has intentado mover nada con la mente, pero siempre has tenido la certeza de que el deseo ha sido concedido. Puro instinto, te levantas y extiendes los brazos apuntando a la pista, tensando cada músculo de la mano, la mirada clavada en la pelota, que se acerca peligrosamente al límite. Entonces sucede. La pelota cambia de trayectoria, acelera, y se clava entre los pinos uno y tres, causando enorme revuelo de pinos muertos.

Walter: ¡Que maniobra!

Tu, agotado por el esfuerzo mental, sólo alcanzas a balbucear incoherencias

Tu (cantando): Tele kino, tele kino

Viendo la pelota rodar por la madera encerada, sabes exactamente lo que pasará: Va directo a la canaleta. De pronto el cuarto empieza a moverse como las olas y los sonidos a reverberarse. Estas teniendo un flashback. Frente a ti hay una torta con nueve velas incandescentes.

Tu madre (lista para imortalizar el soplido): Pedí tres deseos.

Tu (voz de niño en off, pensando): Pediré uno solo, pero imposible. Pediré el poder de la telekinesis. Si me fuera otorgado, juro no usarlo hasta el día que resulte absolutamente necesario.

Veinte años han pasado desde ese día, y nunca has intentado mover nada con la mente, pero siempre has tenido la certeza de que el deseo ha sido concedido. Puro instinto, te levantas y extiendes los brazos apuntando a la pista, tensando cada músculo de la mano, la mirada clavada en la pelota, que se acerca peligrosamente al límite. Entonces sucede. La pelota cambia de trayectoria, acelera, y se clava entre los pinos uno y tres, causando enorme revuelo de pinos muertos.

Walter: ¡Que maniobra!

Tu, agotado por el esfuerzo mental, sólo alcanzas a balbucear incoherencias

Tu (cantando): Tele kino, tele kino

lunes, setiembre 11, 2006

Algunos datos

El diario “La voz” sacó este mes treinta fascículos coleccionables que conforman una “enciclopedia de curiosidades”. Esta verdadera joya recorre los temas más heterogéneos iluminando al lector sobre ciertos asuntos de interés general. El capitulo que lleva el titulo “gastronomía” dice esto sobre el pan:

“Hoy día tomamos como algo natural el hecho de que uno de los ingredientes indispensables para cocinar el pan, sea el pan mismo. Pero surge la pregunta: ¿Cómo se hizo el primer pan? ¿Como puede hacerse un pan sin usar pan? La respuesta está dividida entre los que sostienen que el primer pan lo creó Dios, y la casi unánime opinión de la comunidad científica, que supone una serie de transformaciones, desde un panoide prehistórico, hasta el pan que conocemos.”

En el capitulo “Biografias curiosas” aparece la de Sven Miller:

“… sobrevive quedando ciego y mudo. Pese a esto sigue piloteando vuelos de cabotaje (sin informar de su condición a la empresa ni al copiloto) durante tres años, momento en el cual muere su hija menor y debe viajar a la amazonas a vengar su muerte en manos de negros. Pero al llegar lo cautivan los olores de la selva, y posterga indefinidamente la venganza para vivir en paz entre las serpientes…”


El capitulo “Grandes mentiras” destaca algunas nociones erradas que son generalmente aceptadas como ciertas.

“El único color que está dentro del espectro visual del ser humano es el amarillo. Los demás son leves variaciones. Los perros ven el azul y el rojo.”

“El habitual sombrero mejicano no califica como sombrero técnicamente. Esto se debe a que el diámetro de su circunferencia es dos centímetros superior al que permite el vocablo.”

“La frase “Tendré venganza o tendré muerte”, generalmente atribuida a Rembrandt, la dice en realidad el actor William Hurt en la película “los puentes de Madison””

El capitulo “ciencia y tecnología” incluye esta nota sobre los monos.

“La tierra es abundante en fósforo haciéndola propicia para el árbol del plátano. Debido a esto hay una gran cantidad de monos que habitan la región. Cuando llueve se forman charcos de fósforo, y los monos han aprendido a mojar palos en los charcos y dejar que sequen. Luego frotan el palo contra una piedra y prenden fuego a unos rollos de hojas de plátano muy semejantes a un cigarro.”



viernes, setiembre 08, 2006

Cumple de mi mismo

Sabado 9
Es en Victoria-San Fernando.
Ambrosoni 1334
entre lavalle y 3 de febrero
¿tipo 12?
Si no saben llegar llamenme al 47446501 y preguntenme.

Eso nada mas.


domingo, setiembre 03, 2006

Ralos rizos rubios

Morris nota ante el espejo que su rubia cabellera, escasa desde nacimiento, se afina y pierde volumen, dejando parches irregulares de dolorosa calvicie incipiente. La cara permanece imperturbada mientras las manos sondean con el tacto el cuero cabelludo indefenso a la intemperie, pero por dentro Morris sufre emociones que identifica correctamente bajo los rótulos de “pánico” y “enormísima tristeza”. Se ve tentado por la moderna usanza del rasuramiento preventivo (que es como talar un bosque para evitar incendios) pero desiste, nostálgico, y se peina de manera tal que los parches vacantes de hebras se favorecen de la manta que permiten los sectores más abundantes.
El engaño es evidente, más aun cuando pasan los días y cada vez son más numerosas las bajas que Morris observa, agónico, enmarañarse en su peine de bolsillo. Prueba, a pesar de la vergüenza, las pelucas, los ungüentos, los sombreros y las maquinas que suministran masajes capilares, que son a la vez torturas nefastas. Pero nada lo satisface y nada detiene la inevitable extinción del “Capitis mantita”.
El tiempo, inclemente, avanza y con el la entropía. Un día Morris reflexiona que la luna no emite luz propia, sino que refleja la del sol. La luna se refleja en su cabeza, que Morris observa reflejada en un charco. Una lagrima con la sal de muchos llantos contenidos, le acaricia la mejilla y cae, formando olas que deforman el agua, su cabeza calva, la luna y el sol.