miércoles, mayo 14, 2014

Autocrítica

Yo no soy más tarado porque no tengo tiempo. Estoy demasiado ocupado haciendo todo tipo de taradeces. Desde chiquito soy así, tarado. Hasta mis amigos me dicen “Tarado” cariñosamente. No sé qué será, me parece que tengo algún tipo de tara o algo, sino no me explico. Soy tan tarado que cuando oigo a alguien decir “tarado” por la calle me doy vuelta, como un tarado. Y si algún día hacen una competencia de tarados, y ponen a todos los tarados del mundo, e inventan alguna suerte de taradómetro para medir la taradés de cada tarado, seguramente pierdo. Por tarado. Ahora eso sí, soy muy bueno tocando la bocina del auto.


sábado, mayo 03, 2014

Carta abierta a Los Borrachos del Tablón

Borrachos,

Últimamente estoy coqueteando con la idea de dejar de ser del millo por culpa de sus cantos xenófobos. No me gusta eso. No me parece bien que una persona sea sujeta a burla y discriminación por el mero hecho de provenir de otro país.

Hoy les hablo desde lo más hondo de la franja roja que me cruza el pecho. Yo tengo un plan, una solución a toda esta violencia, pero necesito de su ayuda para hacerla realidad. Sé que van a apoyarme, porque ustedes, aparte de ser borrachos, son del tablón.

La idea es conservar la melodía y modificar la letra un poco, como para permitir que un público más amplio, de personas menos racistas, pueda incorporase al canto. Por ejemplo, esta famosa canción de la hinchada...

Qué feo ser bostero y boliviano
y en una villa tener que vivir.
La hermana revolea la cartera,
la vieja chupa pijas por ahí.

Bostero, bostero, bostero,
bostero, no lo pienses más.
Andate a vivir a Bolivia,
toda tu familia está allá.

...no está bien. Ustedes ya saben que no está bien. ¿Por qué lo siguen haciendo? Ey, chicos, ey...
Ya es feo que piensen esas cosas, pero más feo es que las anden gritando frente a miles de otras personas. En serio. ¿Qué tal si probamos con una letra más civilizada?

Qué tal si probamos con esto:

Qué feo ser de boca y extranjero
Y en la pobreza tener que vivir
Su madre tiene sexo por dinero
Su hermana es promiscua por ahí

Xeneize xeneize xeneize
 Xeneize dajá de dudar
Pasate a un estado vecino
Junto a tu comunidad

Ahora sí. Eliminando términos tan feos como “bosta”, “pija” y “boliviano”, logramos depurar el mensaje hasta que queda nada más que lo esencial: Vamos River.

Veamos otro ejemplo de una canción inaceptable de la barra:

En el barrio de La Boca,
Viven todos bolivianos,
Que cagan en la vereda,
Y se limpian con la mano,

El sábado en la bailanta,
Se van a poner en pedo,
Y se van de vacaciones,
A la playa del riachuelo,

Hay que matarlos a todos mamá,
que no quede ni un bostero,
Hay que matarlos a todos mamá,
A todos los bosteros.

Feo. Y violento. ¿A ustedes les gustaría, Borrachos, que alguien viniera y les dijera esas cosas a ustedes? No. Claro que no. Veamos cómo podemos mejorar esa letra:

En el barrio de la boca
 viven muchos extranjeros,
de hábitos indeseables
que prescinden del aseo.

Los días no laborables
suelen beber sin cuidado,
y su punto de vacaciones
es un río contaminado.

Hay quitarles la vida, mamá,
que se extingan como especie.
Hay que quitarles la vida mamá
a todos los xeneizes.

Recuerden borrachines, entre todos, día a día, podemos construir un fútbol mejor. Un fútbol sin violencia ni discriminación.

viernes, abril 25, 2014

El fin justifica los miedos

Pocas cuadras antes de morir en Congreso, Álvarez Thomas se bifurca, como si supiera. Nace Galván, donde está el CEMIC. Galván pasa a ser Huidobro, que se convierte en Mitre, que después es Fondo de la Legua. Y así siempre, las calles van cambiando de nombre hasta llegar a Chile y al Pacífico.

Pero yo sé que Álvarez Thomas se dio cuenta de que venía Congreso y se bifurcó. Tenía la esperanza de que alguna parte de él lo sobreviviera, y así fue. Porque esa conciencia de la finitud era hereditaria, y es en Galván donde termina de refinarse, donde pasa de ser una sensación incierta a un concepto acabado y pronunciable. 

En la esquina de Galván y Quesada había un cartel con el nombre de las calles, y a la noche el farol estiraba la sombra del cartel contra la pared de la esquina, y era lindo. Alguien con un aerosol fue y pintó encima de la sombra. La trazó perfectamente para que coincidiera con la sombra verdadera. Y fue más lindo, porque uno pasaba al mediodía y ahí estaba la sombra.

Y un día alguien sacó el cartel. Ahora la sombra sobra. Pobre farol.


lunes, enero 20, 2014

Duelo a muerte

Hace diez años que no hablo con mi hermana. Un tercio de mi vida, un cuarto de la suya. La estoy yendo a ver por última vez, a cajón abierto. Si ella estuviera viva probablemente no me dejaría poner un pié en su velorio. Y yo respetaría su deseo, porque la quería más que a nadie en el mundo. Pero eso es lo bueno de los muertos, chupa un huevo lo que quieren.

Dejó dos criaturas preciosas. Un varón y una nena. Los estoy mirando ahora mismo, sentados uno al lado del otro. Ezequiel (12) agarrándole la mano a Tamara (7). Ella tiene los deditos verdes de apretar con tanta fuerza la mano de Ezequiel. Los miro a través de los hielos de mi vaso y se parecen un poco a mí.

En la barra se me acerca el tío Marcos. Me saluda e inmediatamente me pregunta cuánto tiempo pienso quedarme. Lo dice en tono violento y en un volumen suficientemente alto como para que lo oigan todos, el muy cagón. Yo le respondo al mismo volumen, “No sé, ¿cuánto whisky queda?”, y  todos en la sala se ríen a carcajadas. No, mentira... nadie se ríe.

Hago mi breve discurso, mirando a mis viejos sollozantes. Digo que me doy cuenta de que que no soy bienvenido, que parece que esta es una fiesta privada, y otras cosas del estilo. Después me tomo el vaso entero y lo dejo caer al piso. No lo tiro, lo suelto. Ni siquiera se rompe.

Miro a Eze y a la pequeña Tamara, sentaditos, mirándome fijo, más asustados que nunca, y les digo: “Tal vez su mamá los haya querido más que a mí, pero a mí me quiso durante más años. Aprendan a multiplicar, pendejos.”

En la calle me doy cuenta de que hice mal en desquitarme con los chicos, y por un segundo pienso en volver para pedirles perdón. Pero miro por la ventana y veo que no voy a poder hablarles, porque ahora están rodeados de adultos, que los abrazan y les hablan. Seguramente les estarán diciendo que yo estoy estoy loco y mentiras así. "Tu tío es un loco. Tu mamá está viva."