miércoles, marzo 12, 2008

Lo que no quiero escribir (escrito contra mi voluntad)

A Quielo, que sabrá odiarlo casi tanto como yo.

Hay un placer cómodo, un lugar común, una silueta familiar de palabras y conceptos. Es contra lo que lucho cada vez que escribo. Es lo que viene fácil y me aburre. Es la fuerza que me dicta estas palabras, que de ella nacen para lucharla hasta la muerte.

Su arma más fuerte y atractiva es la ambigüedad, la frase que abarca y no aprieta, la felicidad de lo abstracto, el tono paternalista y poco claro de quien regala un pensamiento profundo, las enumeraciones que parecen generar sentido sumando comas, (coma) la ilusión holográfica de un algo.

La repetición es su arma más fuerte y atractiva. Que me llama siempre, que me invita a imitarme, que me tienta, ahora, a escribir estas palabras cansadas.

La más atractiva, la más fuerte de sus armas, es la autoconciencia, el lugar donde el lector se queda afuera, lo que de tan personal se torna inapelable: el abuso del poder unilateral de la escritura.

A veces me parece que habla desde un núcleo, en el que las cosas que importan no necesitan revestirse de novedad, sino que la forma usual expresa claramente lo que el ingenio ocultaría. Esos días (estos días) somos iguales: Somos mi enemigo.

El sin sabor que deja, es el del violador. Una sensación de haber forzado algo sagrado, de haber ultrajado al lector con palabras que no hablan el mismo idioma.