martes, mayo 30, 2006

Como salirse con la suya (primera manera)

Hay tres maneras diferentes de lograrlo. Le primera, y la más simple, no requiere demasiada preparación. Si hará falta una caja de cartón, preferiblemente vieja y un tanto rota. De ser nueva habrá que magullarla y ensuciarla un poco.

Coloque la caja con la abertura hacia el piso cerca de la puerta por donde entrarán los demás. Ud párese en el extremo opuesto de la habitación. Si es posible cerca de una ventana, para un eventual “escape relámpago”. NO estornude, podría echarlo todo a perder en el ultimo momento. Si se encuentra en posesión de una revista puede ocupar el tiempo de espera resolviendo un crucigrama.

Después de un rato llegarán los demás. Probablemente traigan consigo alguna cartera o mochila. Por ahora finja no notarlo y de unos pasos hacia el candelabro de pie. Al moverse de lugar su perspectiva del cuarto cambia, no se detenga, es natural.

Si ha estado conteniendo un estornudo, este es el momento para soltarlo, pero intente no ser agresivo ni molesto en la entonación. Los demás, que a esta altura ya estarán tanteando la caja con la punta del pie, le desearan “salud” distraídamente. ¡Es el momento de actuar! Diga “gracias” y conserve una actitud de alerta sin delatar nada.

Si esto no funciona intente huir por la ventana. Si no hay ventana use el candelabro de pie.

Se viene el mundial

Daniel (Sacándose la campera): ¿Por qué bajas siempre a abrir? Si de los otros pisos siempre abren con el botón.
Ámsterdam: Está roto el mío. Dejala ahí en el sillón.
Daniel: Decile al portero. Esas cosas las paga el consorcio.
Ámsterdam: ¿Fuiste a ver los cuadros?
Daniel: ¿Qué cuadros?
Ámsterdam: Los de And..
Daniel. Los de Andrés, si, fui. La semana pasada.
Ámsterdam: ¿Y?
Daniel: Que se yo… Son paisajes bucólicos. Están bien.
Ámsterdam: ¿Bucólicos? ¿Que significa? ¿Del campo?
Daniel: Si.
Ámsterdam: ¿Porque no decís campestres?
Daniel: Porque digo bucólicos. ¿Algún problema?
Ámsterdam: Si, que es un palabra horrible. Me hace pensar en un borracho todo vomitado en la vereda.
Daniel (sorprendido): ¿Por qué decís eso? ¿Yo te conté?
Ámsterdam: ¿Qué cosa?
Daniel: Viniendo para acá vi exactamente eso. Un borracho lleno de vomito. Y había dos policías que le hablaban. Pero el tipo miraba para adelante como si no los viera. Que raro que digas justo eso.
Ámsterdam: Por ahí vos dijiste bucólico porque tenías la imagen del borracho fresca.
Daniel: Pero a vos "bucolico" te hace pensar en un borracho. A mi me hace pensar en paisajes campestres.
Ámsterdam: Bueno, pero no me vas a decir que no te suena un poco. La palabra termina en “cólico” que hace pensar en alcohólico, y empieza con “B” que ayuda a pensar en vomito.
Daniel: Vomito se escribe con ve corta.
Ámsterdam: Gil.
Daniel: Por lo menos no tengo cara de silla.
Ámsterdam: No, pero tus cejas se juntan en el medio, lo cual te infiere un aire atontado.
Daniel: ¿Hay cerveza?
Ámsterdam: Hay.
Daniel (desde la cocina): Che, Gastón quiere que nos juntemos todos en su casa a ver los partidos del mundial.
Ámsterdam: Si no tiene tele.
Daniel: Si, se compró una harto vistosa. Chata cual fina lamina.
Ámsterdam: Traeme una. Del freezer.
Daniel: Ah, hay cerveza en el freezer y me dejas abrir una tibia. Que tipazo.
Ámsterdam: Y cerrá la ventana que entra la fresca.
Daniel (ofreciéndole una cerveza): Tomá
Ámsterdam (toma un trago): Esta es la de la heladera.
Daniel: ¿Querés cambiar?
Ámsterdam: ¿Es la del freezer o la de la heladera?
Daniel: ¿Queres cambiar o no? Eso si, una vez que cambiás no podes volver atrás.
Ámsterdam: No. Me quedo con lo que conozco.

Silencio

Daniel: Te hice la doble Nelson.
Ámsterdam: A ver, dejame probar. (Daniel le pasa la cerveza, Ámsterdam la prueba y se la devuelve) Entré como por un tubo.

martes, mayo 16, 2006

Lo que escuchaste


Fiesta de Cabaret Voltaire en bajo san isidro

sábado, mayo 06, 2006

Natasha ernesto y yo

Natasha, encaramada en la ventana del baño, extiende los brazos hacia los aviones. Cuando vuelve a entrar, tiene los dedos raspados por las turbinas y los oídos tapados. Pero su ánimo está renovado y su memoria llena de África, Asia y Uruguay. Y entonces nos cuenta, y ernesto sonríe en los momentos más extraños, y yo me apoyo un poco contra la pared para que no se note que me tiemblan las rodillas.

Nos cuenta que el vidrio no es un mineral, que hay lugares en los que lo hacen con grandes hornos y varas de metal, y nos reímos los tres juntos porque el mundo nos resulta enorme y desconocido. Nos cuenta que existen fósforos que se prenden frotándolos contra cualquier superficie, y nosotros miramos nuestra caja de tres patitos y querremos poder prescindir de la raspadita. Nos dice que el castellano es sólo una de las muchas maneras que existen para comunicarse con sonidos, y los tres practicamos por si algún día llegan visitas del exterior.

Pero cada vez que Natasha vuelve, deja algo olvidado en algún recóndito lugar. Y a pesar de que sus historias son lo único que nos mantiene vivos, ernesto y yo buscamos que deje de viajar. Lo decidimos una vez que volvió sin nariz y llena de historias. Escuchamos las historias y admiramos su sacrificio, pero le pedimos que nunca más se fuera. No nos hizo caso.

viernes, mayo 05, 2006

Frutas

Dos naranjas ruedan por la mesa sin detenerse a mirar el paisaje: Las naranjas no tienen ojos y además no se trata de una cocina demasiado vistosa. Un cuchillo baja con la parte seria hacia abajo y corta una de las naranjas por la línea del ecuador. La que se salva sigue su camino, cayendo por el extremo de la mesa, rodando por el piso (esquivando los azulejos rojos) y saliendo por la puerta que da a la calle. La nostalgia es una emoción que las naranjas a la deriva desconocen, y esta naranja no piensa en su hermana seccionada por el filoso tramontina. Las naranjas no piensan en nada. Los escalones los baja con delicados rebotes, pero la inercia decrece. Al llegar al cordón se detiene totalmente. Sin embargo, queda posicionada de tal manera que conserva intacta su frutal dignidad. Mientras se pudre de a poco.

Una pera entra a un edificio del gobierno que hasta el presidente desconoce. En un pasillo se cruza con un alienígena y lo confunde con una pera ya que sus fisionomías son idénticas. El extraterrestre, a su vez, toma a la pera por el único otro sobreviviente de su planeta natal. Nace el amor y por un rato el idilio es enorme. La ultima escena, que cuenta el desengaño, ocurre en la biblioteca de una oscura mansión. El alienígena, destrozado, vuelca estanterías al piso. La pera llora inconsolable mientras se pudre de a poco en un rincón.

Una manzana sueña que baila tap enfrente de una multitud. En su sueño la multitud la ovaciona y la manzana se ve obligada a agregar más funciones porque las entradas se agotan. Una mano delicada la despierta, la frota para limpiarla, y se la come. Se trata de Fred Astaire. La manzana en la boca sufre enormemente, entre saliva y dientes agresivos. Pero después Fred Astaire la digiere y la manzana también pasa a ser Fred Astaire. Un día muere de pulmonía, y lo entierran bajo tierra. Donde se pudre de a poco.

jueves, mayo 04, 2006

lunes, mayo 01, 2006

Carlos y Jimena

Carlos y Jimena se encuentran en el ascensor del edificio

Jimena: Carlos, ¿Adonde vas tan tarde?
Carlos: Salgo a comprar una crema de enjuague más cara de la que tengo en casa.
Jimena: pero si la que usas te sienta perfectamente. Y hule bien.
Carlos: Pero hay una que es más cara, y le da al cabello un brillo y una textura muy jevi mental. Lo acabo de ver en las noticias.
Jimena: Seas bueno y cómprame uno. Aquí tienes el dinero.
Carlos: (con sencillez y modestía) Yes. Yes. Ahora te lo traigo.

Carlos y Jimena salen al mismo tiempo de sus departamentos y se encuentran en el pasillo.

Jimena: Que hoy he bañado al perro y mira como está mi pelo.
Carlos: Deberías probar un nuevo acondicionador del que hablaban hoy en la peluquería. Dicen que es caro.
Jimena: ¡Pero si una trabaja para darse esos lujos!
Carlos: Eso mismo creo. Justo me dirigía al almacén a adquirir uno de tamaño familiar.
Jimena: Lo acompaño.

Carlos y Jimena se encuentran en la verdulería.

Carlos: Supongo que vino a buscar verduras. Ud. sabe, Lechuga, tomate, cebolla. Y supongo que su plan es mezclarlas con algún aderezo para luego ingerirlas. ¿Me equivoco?
Jimena: (estupefacta) ¿Lo delata algo en mí?
Carlos: No, es mucho más obvio. Ocurre en muchos casos que la pista principal que devela el enigma está a simple vista de todos, pero requiere un pensamiento poco convencional y muy astuto para notarlo. En esta oportunidad mi deducción deviene del simplísimo hecho de que estés presente aquí, en la verdulería. ¿Porque otro motivo ibas a venir a la verdulería sino para comprar verduras? ¿Te das cuenta? Estaba a simple vista, pero nadie podía verlo.
Jimena: (Enérgica) Todo cuanto dices es cierto. (Con asombro)Y que bien luce tu cabello.

Carlos y Jimena se encuentran en la peluquería.

Jimena: ¿Quién te ha hecho esto, hombre, ¿esa sangre es tuya?
Carlos: Agua. (y se desploma)
Jimena: ¡Tony! ¡Tráele agua!
Carlos: Acércate Jimena, hay algo que quiero decirte.
Jimena: Aquí estoy Carlos, sostén mi mano, no cierres los ojos.
Carlos: Silencio, déjame hablarte. Cuanto lamento no haber tenído el coraje para hacer esto antes.
Jimena: Oh, Carlos.
Carlos: Siempre te he amado Jimena. Siempre.
Jimena: (Acariciando el pelo de Carlos) Hemos desperdiciado el tiempo, mi amado. No me dejes, te lo ruego.
Carlos: Recuerdame siempre así. Moribundo.
Jimena: Adiós, siempre te amaré.

Carlos y Jimena se encuentran en el patio del edificio.

Carlos: Hace un hermoso día.
Jimena: Debieras ver como reluce tu cabello en esta luz.
Carlos: ¿Verdad? Es un nuevo baño de crema que estoy probando. Es muy jevi.
Jimena: ¿Tienes una birome para que me anote el nombre?
Carlos: ¿Si tuviera una birome te parece que estaría aquí, hablando con una entupida como vos? No, nena. Estaría en Cancún tomando licor de menta.
Jimena: Pues luego te toco el timbre y me pasas el nombre bien.
Carlos: Dale, dale. Pasate.

Carlos y Jimena se encuentran en la plaza enfrente a su edificio.

Carlos: ¿Conoces las siete eles, verdad? Lacio limpio y lustroso.
Jimena: Y sin caspa.
Carlos: No, porque entonces serian las ocho eles.

Carlos y Jimena se encuentran en la puerta del cine.

Carlos: ¿Qué vienes a ver?
Jimena: “Un revolver de caucho” ¿Tu?
Carlos: La función doble de “Crimen, por favor” y “Mi marido es un canasto III”
Jimena: ¿Te has hecho algo en el pelo?
Carlos: No, es que traigo una camisa nueva.