jueves, julio 09, 2015

Mario

Una clase en una escuela. Sentados en sus pupitres hay veinte alumnos. El maestro es Mario. Los alumnos también son Mario y son idénticos entre sí. El maestro es idéntico a los alumnos pero más grande y con los ojos humedecidos por la emoción.

Mario: Siendo la última clase, me gustaría usar estos minutos que quedan para despedirme de ustedes. Quiero agradecerle de corazón. Ha sido un privilegio ser su maestro durante estos cinco años. Son un grupo extraordinario, de veras, cada uno de ustedes. Mañana, cuando reciban su hongo, van a ser grandes, pero hoy todavía son chicos, y todavía son mi responsabilidad. Me encantaría tener alguna última frase que decirles, algo que los ayude a pasar este mundo tan difícil, pero no existen las recetas mágicas, existe la experiencia y la concentración. Cuando salgan ahí afuera van a tener una sola oportunidad, y les puede ir mejor o peor pero sepan que hagan lo que hagan, nos sirve para aprender.

Mario se da vuelta y apunta a la enorme videoteca.

Mario: Pero ojo, que si hacen alguna burrada, pueden terminar en la sección burradas.

Los Marios ríen al unísono.

Mario: Ríanse, pero de esos errores tontos también hemos aprendido. Vamos progresando todos juntos, como si fuéramos un solo Mario.

Mario hace una pausa para que los Marios puedan tomar cabal provecho de eso que dijo sobre el único Mario. Después avanza hacia la biblioteca con una media sonrisa en los labios.

Mario: Hay un último ejemplo que quiero mostrarles.

Se oye el descontento generalizado de los Marios

Mario: Vamos, Marios, es el último. Fíjense bien, tal vez reconozcan al Mario de algún lado. Aunque los años no vienen solos...

Mario mete el videotape en la videocasetera y le da play. Se llega a ver por un mínimo instante a un Mario sobre una plataforma movediza, pero enseguida se empieza a ver mal, entrecortado y con mucho tracking. De pronto la imagen se corta y la videocasetera escupe el casete dañado, con la cinta salida para afuera.

Después de un silencio, algunos Marios se ríen, y de a poco la clase se descontrola, los Marios empiezan a charlar, a pararse, a caminar y hasta a saltar un poco. Mario se pasa un rato tratando de meter la cinta de nuevo adentro  del casete, y para cuando se rinde e intenta recuperar la clase, ya es demasiado tarde. Sus últimas palabras se pierden en el murmullo general de charlas, risas y sonidos de saltos.

Mario: Bueno, se rompió... Pero básicamente... en este ejemplo, Mario pisa una tortuga y aprovecha el impulso para saltar y agarrar unas monedas. Cegado por la ambición, no mira bien donde cae y sin querer patea el caparazón de la tortuga que había quedado en el piso...

Suena el timbre. Los Marios empiezan a salir en manada de la clase mientras Mario sigue hablando.

Mario: El caparazón sale a gran velocidad, deslizándose por el suelo, luego rebota en un tubo y vuelve hacia Mario...

Ya todos los Marios han salido de la clase y Mario se queda solo un rato, en silencio.

Mario: Saltá.

domingo, julio 05, 2015

Cuántas

Te buscamos en la estación. Traías una sola valija muy chiquita, pero eran tantas que no cupo en el sulky y decidimos hacer dos viajes. Llegamos al casco viejo y te mostré tus habitaciones interpelándote varias veces, pero sin lograr entablar una conversación. Supongo que estabas absorto en tus pensamientos. Te invité a que empezaras a instalarte mientras íbamos a buscar el resto de tu equipaje y entonces me tomaste del brazo y confusamente balbuceaste que solo traías una valija muy chiquita, que no hacía falta hacer un segundo viaje. Me solté de tu agarre, que ya empezaba a doler, y te expliqué que aunque la valija sea muy chiquita, son tantas que no cabe en el sulky.