Imaginemos que hay un árbol. Es importante que lo imaginemos
de a poco y en detalle, que le demos importancia a cada relieve de la corteza,
a las raíces, a las ramas y a las hojas. Lo que importa es que lo creemos y lo creamos
del todo. Que sea convincente, eso es lo importante. Luego, con el tiempo, pongámosle
frutas al árbol que imaginamos y, mientras lo hacemos, pensemos en su
importancia. Pueden ser manzanas u otras frutas, pueden incluso ser peras o
limones. Lo importantes es que imaginemos que hay un árbol y que ese árbol
tiene frutas. Pero, y esto es importante, no imaginemos frutas venenosas. Es muy importante que imaginemos frutas comestibles. Esto último
es muy importante, porque las frutas venenosas que sean imaginadas,
lamentablemente no podrán ser comidas cuando estén maduras. Aunque es importante
notar que esto también es cierto sobre las frutas imaginadas que sí sean
comestibles, ya que al ser imaginarias, no pueden ser comidas, así esta distinción no es del todo importante.
FIN
Quiero aclararle a mis lectores que este cuento en realidad es
una metáfora sobre las cosas, las gentes y las vidas. No quisiera que alguien
lo tomara literalmente y se estresara dándole importancia a algo. Nada, en
realidad, es muy importante.