El otro día, a un vecino de mi edificio la mujer le puso la ropa en el pasillo y le cerró la puerta con llave. El tipo estuvo gritándole borrachadas inentendibles como por una hora, golpeando la puerta o acostado en el piso. Muy desagradable. Todos los vecinos en el pasillo mirando, por algún extraño motivo había varios bebés presentes, llorando. Vino la policía y se lo llevó. Pero parece que hoy la mujer lo dejó volver, porque todos los vecinos recibimos esta carta firmada por el borracho:
Queridos vecinos:
El día del incidente tocaron mi timbre cinco hombres de traje y cuando bajé me preguntaron si estaba sólo. Les dije que sí, que estábamos Sultán y yo. Dos de los hombres empezaron a hablar al mismo tiempo pero enseguida se detuvieron para dejar hablar al otro. Decí, decí, le dijo uno al otro, y el otro me preguntó si Sultán era algún tipo de animal doméstico. Un perro, dije yo, y se hizo un silencio largo en el que los dos que habían hablado asintieron varias veces. Después todos miramos al que se había quedado sin formular su pregunta, esperando a que lo hiciera, pero él se encogió apenas de hombros y dijo, iba a preguntar lo mismo. Otro largo silencio siguió y tuve que invitarlos a pasar, para no seguir haciendo papelones en la vereda, a las tres de la tarde y nada menos que en una fecha patria.
Apenas cruzar la puerta de entrada, los cinco se sacaron el saco y empezaron a mirar alrededor. Suponiendo que buscaban alguna percha o ropero donde colgar sus sacos, apreté un botón invisible en la pared y se materializaron dos grandes módulos, uno rojo y el otro también, que giraban a la velocidad del tiempo.
“Lo sospechábamos” dijo uno de los cinco (creo que el tercero), “¡tecnología xigor!”. Viendo que por mera torpeza había develado mi secreto, recurrí a la violencia. Los cinco hombres y yo nos enfrentamos en la precisa danza mortal del Karate. Nos hicimos tomas de Karate e intercambiamos golpes mortales hasta pasada la medianoche.
Se fueron derrotados, pero a los pocos segundos regresaron. Ahora tenían una actitud amistosa y estaban vestidos elegante sport. Querían que los acompañara a Flores a buscar unas cajas. Accedí gustoso, porque a mi las cajas me parecen bien. Pero claro, era todo una estrategia para hacerse con mi tecnología extraterrestre, y no bien llegamos a la esquina se echaron a correr a toda velocidad hacia mi casa.
Como yo siempre dejo las puertas del edificio entreabiertas por si tengo que volver, pudieron entrar a mi domicilio con sobrada facilidad, y lo que es peor, cerraron la puerta del departamento, impidiendo que entrara tras de ellos y les hiciera tomas de Karate en la cara y en el cuerpo.
Y sí, lo admito, me enojé. Dije cosas de las que me arrepiento. Les ruego acepten mis disculpas.
Luis
Ahí termina la carta. Luis no explica porqué estaba toda su ropa en el pasillo.
8 comentarios:
Lo entiendo a Luis. Nunca se sabe cúando van a aparecer los tipos de traje.
A mí una vez me entraron por el techo: se largaron de unos cuántos Black Hawks y decían que venían de parte de la C.I.A. Todo por pasar información no tan confidencial al Al-Qaeda... mediante MSN.
me mató el final.
¿lo de las 'tomas' de karate es algún tipo de venganza?
bien!
hoy leí en algun lugar "trout" y me acordé de kilgore (que los que no sabemos hablar inglés pronunciamos así, kílgore) así que es reconfortante terminar el día con una dosis de ciencia ficción!
Por lo demás... brindo por varios momentos del presente, entre los cuales, "giraba a la velocidad del tiempo"... nada que pueda decir al respecto estará a la altura de la frase así que me dejo de borrachadas
y sin más
este lo escribiste con agus?
taz
ojalá tuviese vecinos así. por acá es todo tan aburrido. como mucho hay una vieja que caza y come gatos y un señor que vende droga. estoy esperando que caigan los polis a ver si hay algo de tiros
GENIAL .
Que bien entrar aca y ver un comentario de mi amiblogger tomás en el cuento de mi amigo mateo.
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