miércoles, julio 15, 2009

Tarde Tarde

Esa tarde nos demoró un largo partido de ajedrez que se transformó lentamente en una conversación sobre el partido. Mi posición en el tablero era agresiva y firme, pero la había logrado a costa de algunos peones. Discutíamos abiertamente cada jugada, contándonos nuestras intenciones como si todas las piezas fueran del mismo color. La charla fue ganando en abstracción hasta el punto en que ya no hablábamos del partido sino del ajedrez, y, sin notarlo, fuimos abandonando el juego.

Aquiles advirtió el fenómeno antes que nosotros, y empezó a ladrarle al cielo, que estaba naranja y panorámico, atardeciendo hacía más de seis horas. Las nubes estáticas tenían una nitidez que impedía encontrarles alguna forma que no fuera la de una nube perfecta y quieta. Nuestro pino se movía con el viento, pero los árboles de las otras casas no. Después vimos que Aquiles no le ladraba al cielo, sino a una paloma congelada a diez metros del suelo, en un jardín vecino.

Tratamos de mostrarnos un poco sorprendidos, pero era un esfuerzo demasiado inconducente. Hasta Aquiles se aburrió pronto de la paloma y vino a acostarse a nuestros pies. Tal vez por no renunciar a nuestra conversación anterior, hablamos del suceso a través de una metáfora nacida del ajedrez. Imaginamos dos ejércitos medievales inmóviles en el campo, con gritos de guerra mudos, fijos en sus caras sucias de sangre y barro. Y en ese absoluto silencio de violencia interrumpida, imaginamos a dos jinetes y un perro que se movían por la batalla como por un bosque, y avanzaban sin ser vistos hacia las torres y el castillo.

Con la misma imprudencia con que abandonamos el partido, lo retomamos. Empezamos discutiendo la situación del tablero, pero después pasamos largo rato en silencio, pensando. Me puse la bufanda y moví el alfil. Cuando volvió a ser mi turno decidimos entrar, ya estaba oscureciendo y casi no podíamos distinguir las piezas entre sí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó.

El universo físico se detuvo.

Quielo

Anónimo dijo...

mat, te voy a pedir que me consulte siu vas a poner en tus paginas las tardes que vivimos juntos. tengo una reputacion que en el tiempo y el espacio sabes?
gracias

Anónimo dijo...

bravo.
tu genialidad oh, tan grande como tu cabeza planetaria.

es de los que me encantan.

Mikel dijo...

Es excelente, lo leí un par de veces viajando y no comenté nada.

"Las nubes estáticas tenían una nitidez que impedía encontrarles alguna forma que no fuera la de una nube perfecta y quieta."

Esa imagen está impecable y es muy profunda.

todo el cuento en realidad es buenísimo. Me encanta el final, que en su simpleza es muy resolutivo.

El título is not my cup of tea.