Si sobre la “mesa” hay un paquete abierto de “galletitas”, guárdelas (junto con cualquier otra “cosa” que haya en la “habitación”) en un “cajón” de la “cómoda.” Si la “cómoda” se encuentra dentro del “cuarto”, deberá también ser guardada con las “galletitas”. Este primer paso es imprescindible, ya que es tan vasto el universo y tantas las “cosas” que hay en él, que la presencia concreta de un “objeto” cualquiera le impediría soltar la ilusión de que la “galletita” no es parte de “usted” cuando está sobre la “mesa”, pero lo es cuando la come.
Notará que al inhalar, lo que estaba “afuera” pasa a estar “adentro”, y luego sale cuando exhala. A esto lo llamamos respirar. Hágalo normalmente.
Active tres chakras a elección. La activación económica de una chacra de cría de animales domésticos también será aceptada.
El cuarto paso es tan evidente que ni hace falta anotarlo.
Repita el cuarto paso pero sin emplear las varillas y usando moldes nuevos. A esta altura ya debiera estar viendo una nublada imagen del universo, los contornos serán lo más nítido y a color, y hacia el centro se irá empastando. Este fuera de foco es provocado por sus miedos e inseguridades. Usted no quiere ver realmente el universo, farsante. Usted sigue encantado con los fragmentos, cobarde. Era de esperarse esta actitud de semejante pusilánime.
Disculpe el abuso verbal del paso anterior, pero era necesario. Usted debe ahora sentirse insignificante ante la enormidad del cosmos, debe sentirse una basura banal, una nada intrascendente. Sólo cuando su autovaloración haya alcanzado un punto insosteniblemente bajo, su psique esgrimirá un último recurso salvador, la única alternativa a la crisis nerviosa, y comprenderá que, lejos de ser una ínfima parte de ese todo, usted es el todo mismo. Nada puede empezar o terminar, ocupando un espacio limitado. No existe un número más grande que uno.
Y ahí lo tiene al universo, todo lleno de puntitos.