lunes, mayo 16, 2005

Sr. Boyd

No mucho de lo que viene a continuación tiene sentido. Una advertencia: No confundir al Sr. Boyd con el Sr. Don Boy, seria un error.

El señor Boyd se encuentra en la calle con un cocainómano:
Boyd: ¿Tiene hora?
Cocainómano: no.
El cocainómano había vendido su reloj para comprar cocaína.
Mas tarde, en el salón de la justicia:
Boyd: Hace mucho que no salgo a comer a un restaurante.
Superman: No hay tiempo para eso, Lex luthor tiene un misil nuclear apuntado a Manhattan, pide once billones de dólares.
Una vez en su casa:
Boyd: Querida, hace mucho que no salimos a comer a un lindo restaurante.
Querida: Que maravillosa idea, voy a alistarme.


En una reunión de trabajo:
Jones: El Sr. Boyd tiene unas palabras que decir.
Boyd: Tal vez no debiera, pero me siento un tanto orgulloso de nunca haber llorado en el cine. Ya saben, soy un poco chapado a la antigua.
Jones: Oh! Si el clima es de intimidad: Tengo la más peculiar sensación, como si mis palabras fueran una traducción un tanto mecánica de una obra de Agatha Christie.
Boyd: Con su permiso
Se retira.


Ernest: Por supuesto que esta llevando una política aberrante que tal vez sea el fin de este país. Tu que Crees Boyd?
Boyd: Oh, ya sabes…la política… ¿Te he mostrado mis trenes miniatura?*

*Mientras este documento puede ser visto en el plano de la cotidianeidad (denotando tanto el perfil más apolítico del Sr. Boyd como su pasión por los trenes de colección) también puede leerse en la actitud del Sr. Boyd un mecanismo astuto y apropiado a la hora de evitar embarcarse en conversaciones tediosas.


En la presentación del coro de la iglesia.
Director: Agradecemos al Sr. Boyd su generosa donación para la gira misionera.
Boyd (a su mujer): Ya sabes cuanto me gustan los coros querida.
Querida: Si mi amor, eres un maniático.
A Boyd lo conmueven profundamente los coros.


Boyd: ¿Has visto mis pantuflas querida?
Querida: Las he puesto a lavar, mi amor.
Boyd: Pero sabes que me gusta ponerme mis pantuflas al llegar del trabajo querida.
Querida: No hay necesidad de ponerse agresivo.
Boyd: Lo siento querida.


Boyd viaja en el tiempo al año ocho mil.
Hombre del futuro: Sr. Boyd, lo estábamos esperando.
Boyd: ¿Seis mil años?
HdelF: Si.


Gobernador: ... Y es por eso que consideramos pertinente, y hasta inevitable, entregar a Ud., Sr. Boyd, la llave de nuestra hermosa ciudad. (Aplausos)
Sr. Boyd: Vaya, me siento muy halagado. Tenia un discurso... pero creo que no lo leeré... la emoción me lo impide... Muchas gracias.
Una lágrima solitaria se deslizo intransigente por la cara del Sr. Boyd y cayo al suelo en un beso salado con su ciudad natal. Este no es el final, pensó el Sr. Boyd, este no es el final, y una sonrisa se dibujo en su semblante.


Señora Boyd: ¿Porque siempre abotonas todos los botones de tu pijama, querido?
Sr. Boyd: La elegancia no debe ser en función del prójimo sino un compromiso que cada hombre establece con sigo mismo, querida.
Señora Boyd: Oh, Henry, eres incorregible.


Sr. Boyd: Yo acostumbro comprar mis propias corbatas, Sr. embajador, considero que la corbata es la prenda que mas habla de un hombre, pero esta que Ud. me ha obsequiado es probablemente la que hubiera escogido yo mismo. Le estoy muy agradecido.
Embajador: Nada de eso Sr. Boyd. ¿Le apetece un puro?


Sr. Boyd: Vaya, querida, creo que he bebido una cerveza demasiadas.
Señora Boyd: Despreocupare, querido, mañana es sábado.
Sr. Boyd: ¿Sabes cuanto te aprecio, querida? ¿Sabes cuan dulce eres a mi alma? aun conservas ese encanto juvenil que me hizo perder los estribos y comprarte ocho docenas de gardenias hace tantos años.
Sra. Boyd: (se ríe y se sonroja) Oh, Henry, eres incorregible. (Se besan).


Sr. Boyd: Creo que llevare aquellos vaqueros que me probé, mi mujer podrá hacerle un dobladillo.
Vendedora (con un hilo de voz y mirándolo con ojos soñadores): No lo hacia un hombre de vaqueros, Sr. Boyd.
Sr. Boyd: Oh, ya sabes, cuando era joven tocaba la guitarra en una banda de rock.
Vendedora: Ud. aun es joven, Sr. Boyd.
Sr. Boyd: Intente decirle eso a mi ciática.
Se rieron y a la risa siguió un momento incomodo en el que el Sr. Boyd creyó percibir que la vendedora le dirigía una mirada lasciva. Pagó el pantalón y se fue de la tienda nervioso, olvidando saludar.


Oswald es amigo del Sr. Boyd desde la más tierna infancia. Oswald no fue privilegiado con la educación que recibió el Sr. Boyd pues su familia era muy pobre. Y aunque a veces puede incomodarlo con comentarios fuera de lugar, el Sr. Boyd no duda en invitarlo a las comidas más formales.
Embajador: Sr. Kane, entiendo que su amistad con el Sr. Boyd ha sido una muy duradera.
Oswald: Dígame Oswald, Sr. Embajador. Si, Henry y yo hemos pasado por muchas, ¿verdad amigo? Recuerdo cuando se torció un tobillo porque le había apostado que no podría levantar el piano de su casa.
Embajador: (ríe) Las locuras que uno hace cundo es joven.
Sr. Boyd: Esas fueron buenas épocas, Oswald.
Oswald: Ciertamente, viejo amigo. Ciertamente... (Mira al techo pensativo por unos infantes con una sonrisa melancólica). El pescado este delicioso Henry.
Embajador: Delicioso en verdad, Sr. Boyd.


Portero del edificio: Lei en el diario que salvo a la señora Daisy y atrapo al malviviente, Sr. Boyd
Sr. Boyd: Oh, solo estaba en el lugar correcto en el momento correcto, me alegra haber podido ayudar.
Portero del edificio: Ya no los hacen como Ud. Sr. Boyd.
Sr. Boyd: Oh, Nicholas, te aseguro, no ha sido para tanto, los diarios tienden a estirar un tanto los hechos.


Sr. Boyd: Brea: Aun cuando existen dos clases distintas de brea, una vegetal y otra mineral, es usual interpretar que el Vocablo se emplea para referirse a la brea vegetal, ya que la otra es mas conocida como alquitrán de hulla.
El Sr. Boyd se saco los anteojos y apoyo la enciclopedia en la mesa.
Sr. Boyd: Eso aclara muchas cosas.


El único indicio de la cólera del Sr. Boyd era la débil coloración de sus mejillas.
Sr. Boyd: No entiendo porque diría Ud que los personajes de Ibsen están despojados de profundidad psicológica, mucho menos comprendo que diga que son personajes de cartón. Pregunto, ¿es de cartón una mujer que contra viento y marea toma su libertad y su dignidad en sus propias manos? ¿Es acaso vacuo y frívolo hablar de la enfermedad de una sociedad y sus gobernantes como lo hace majestuosamente Ibsen en "El enemigo del pueblo"? No lo creo Señorita Dole, no lo creo.
El señor Boyd permaneció en silencio por el resto del te, pero la semana próxima no asistió al club literario, ni la siguiente.


Sr. Boyd: (ríe nerviosamente) Doctor, algunas preguntas de esta lista son un tanto...
Doctor: Son necesarias para el chequeo, Sr. Boyd, ya sabe, algo re rutina.
Sr. Boyd: Pero ciertamente esta que pregunta cuan seguido... (Apunta con el dedo a una pregunta de la planilla)
Doctor: Puede dejarla vacía, pero afectara los resultados de los estudios.
Sr. Boyd: en ese caso...
Cuando el Sr. Boyd se va de la oficina el joven doctor mira la planilla y su expresión es de sorpresa. De pronto sonríe y murmura entre dientes.
Doctor: Viejo bribón.


Señora Boyd: Ve un poco mas despacio, querido, la calle parece estar muy averiada. Es municipio debiera ocuparse se llenar esos agujeros con brea.
Sr. Boyd: Alquitrán de holla querida. Aun cuando existen dos clases distintas de brea, una vegetal y otra mineral, es usual interpretar que el Vocablo se emplea para referirse a la brea vegetal, ya que la otra es más conocida como alquitrán de holla. De cualquier manera es un error frecuente.
Señora Boyd: Vaya, no sabia eso.


Sr. Boyd: Feliz aniversario querida
Señora Boyd: Feliz aniversario, Henry. Te amo tanto como el día que nos casamos.
Sr. Boyd: Escribí unos versos para la ocasión.
Señora Boyd: Oh! Henry. Léemelos
Sr. Boyd:

El aire entre mis manos y tu cuerpo,
es hambre que alimenta

la yema de tus dedos contra mis labios
dicen que el viento solo se lleva los árboles muertos

las curvas de tu cuerpo en la oscuridad del cuarto
saben que la noche esconde la eternidad en cada pliegue

El amarillo de tus ojos
me inventa cada vez que me miras

El roce de tu cuerpo
supera, siempre, mis expectativas.

Señora Boyd: (amándolo tanto como el día que se casaron) Te amo Henry.


Señora Boyd: Llama al plomero, Henry, la regadera del baño de visitas esta averiada.
Sr. Boyd: Patrañas, la reparare yo mismo, tráeme la caja de herramientas.
Señora Boyd: Oh, Henry, recuerda lo que ocurrió cuando trataste de arreglar el lavarropas.
Sr. Boyd: Tienes razón querida, lo mejor será contratar a un profesional capacitado.

4 comentarios:

Gugú dijo...

sexy

Carne de Metal dijo...

A mi me hace acordar un poco al sr. don boy, qué queres que te diga.

Anónimo dijo...

Para mi el Sr. Boyd es irresistible.

Boy dijo...

te falla la memoria
o no sos franco