sábado, mayo 14, 2005

Un día en la vida de Leandro

Valiéndose de recursos ilícitos; el hurto, para ser específicos, Leandro se hace de un vehículo motorizado. Busca a su novia y la lleva a pasear por la campiña, aprovechando las bondades climáticas. Precavido, se había procurado unos sanguchitos de miga que el amor le dicta compartir con su Eva. Satisfecho el apetito del vientre (y el otro también), Leandro decide ensayar algún inspirado verso en honor y reverencia de su amada:

“Sabe mas la locura primaveral, que los libros y los doctos.
Pues mi amor no conoce los límites físicos del mundo
Ni se traba en nimiedades que no incumben a la alma… ¡Mamasa!”

Ella, mujer de volumen cuantioso, y rara vez recipiente de alados versos, se sonroja dando a Leandro cabida para otra ocurrencia de amante:

“De las gemas y rubíes que mi mirada ha tocado,
Ninguna parangona con el rosa de tu dulce cara,
Cuya dueña, es de mi alma dueña.”

Ahí, en lo alto del verso, ambos colgados de una nube (de vuelo bajo pero nube en fin), el amor sin limite se ve limitado. La ley, vestida de azul, viene por Leandro para llevarlo al calabozo. Leandro, cual lobo cachorro que listo para enfrentar el mundo con sus propios medios se desprende del seno materno, da a la fuga abandonando a su amada. Mientras corre, piensa:

“El vicio del hombre alcanza al hombre vicioso,
Que roba, bebe y fornica.
Debe entonces correr para salvar su libertad.
Pues será vicioso pero no boludo”

La persecución toma un giro hacia la vehemente violencia cuando el representante de la fuerza pública desenfunda, y (apuntando a la cúpula celeste) hace ruidoso uso de su arma: BANG. Leandro, ante las nuevas vicisitudes que toma se existencia, no puede si no reflexionar lo siguiente:

“Bélicos sonidos persiguen mis raudos pasos,
Plomo que busca mi carne,
¿El pasado, acaso, que de esta forma
viene a encontrarse con mi presente?
¿La muerte que ama al hombre y es celosa de la vida?

Pero no es momento de entregarse a las intrigas metafísicas que al hombre aquejan y estimulan desde tiempos pretéritos al tiempo mismo. El policía ha perdido su paciencia y sus balas ya no buscan asustar sino herir e incluso dar fin a Leandro. BANG, BANG. Algo roza la oreja de Leandro, quien cae al piso mas por el sobresalto que por el impacto sutil. Las esposas abrazan las muñecas y todo ha terminado. Piensa sobre su situación Leandro:

“La libertad le esta vedada al hombre innoble,
que busca por medios urgentes procurarse la vida.
Este mundo no es para el pirata, ni el sabueso.
A quienes priva de la felicidad del albedrío.”

2 comentarios:

Boy dijo...

Te voy a decir: me gustó leerlo. me divertí y me hizo lindo. Es divertida la historia y es gracioso el contraste entre la vida del tío y su verba exaltada.
Es más, cuando piensa en verso a veces se ilumina y nos encandece el inteleto.
Me gustó especialmente cuando se pregunta si el pasado le estará alcanzando. Y al gustarme lo quise mejorar, con lo cual llegué a la conclusió de que la frase "en forma de proyectil" es algo obvia o redundante... quizáreemplazable por algo menos explícito como "de esta forma".
De todas maneras me parece un hallazgo el formato la combinación de los dos tonos. como cantan en la grabación del Tano Girola (oscar arnaldo para los que le vieron la cédula) una rana y una cantante lírica de aquellas.
Te dije.

Mateo dijo...

Y yo, que a la crítica pensada que no es mal intencionada,
siempre le hago frente y no le soy indiferente,
hago el cambio sugerido en el párrafo debido.