Dos monos discuten amenamente en un bar. Es la sobremesa de una comida abundante y las cáscaras de banana apiladas casi les impiden verse de un lado al otro de la mesa. El tema en discusión es la existencia del altruismo en el reino animal. Los monos, a pesar de discrepar en sus opiniones, mantienen una conversación liviana en el trato, y profunda en el contenido. Se acerca un mozo y en su expresión puede leerse cierta reserba hacia los micos en general y hacia estos dos en particular.
Mozo: ¿Se les ofrece algo más?
Mono Luis: Yo no, ¿vos?
Mono Sergio: No, por ahora nada.
Mozo: Entonces tendré que pedirles que liberen la mesa para clientes que consuman.
Los monos se miran con idéntica expresión de estupor.
Mono Sergio: Pero hay muchas mesas vacías.
Mozo: Están reservadas.
Mono Luis: No, yo se de que se trata esto. Es porque somos irlandeses, ¿verdad?
Mozo: (colérico) Ud. me ofende.
Mono Sergio: Será mejor que nos vayamos.
Mono Luis: Si, no somos bienvenidos aquí.
Los monos pagan la cuenta y salen por la ventana hacia una rama cercana. Del árbol saltan a otro y luego a un poste de luz. En la esquina doblan, desapareciendo de la escrutiñadora mirada del mozo.
Mozo: ¡Simios pulgosos!
Pero un temblor de rodillas obliga al mozo a sentarse. Ya perdió la conexión con su odio, que, transformado en angustia, ataca con enorme tenacidad.
Mozo: He sido un necio. Un necio y un patán. Hoy soy preso de mi piel, de mi cuerpo sin ventanas. ¡Culpa!, terrible y perfecto motor de la bondad, tarde llegas a mi puerta, pues mi injuria ya no puede impugnarse. Eres justo castigo inútil, balanza que empata los males. Vienes a tomar mi ojo por el que yo cobré a esos simios.
Empieza a llover.
Mozo: Esta ventana no es tal. Se trata de un espejo y esa lluvia ocurre en mí. Pero temo por los hombres, pues es enorme mi desazón, y presagio un diluvio interminable. ¡Haced arcas carpinteros! ¡Id a los astilleros a construir vuestros navíos!... ¡Lengua!, vil apéndice, vocero de lo pérfido en mi, justo es que pruebes el filo de mi navaja.
Abruptamente el mozo se levanta y produce una cuchilla filosa. Saca la lengua y la sostiene con el índice y el pulgar de una mano. Se mutila. La sangre le cubre enseguida la camisa blanca, pero el mozo sonríe al ver que afuera está escampando y ya se filtran algunos rayos dorados sobre las cáscaras de banana.
Mozo: ¿Se les ofrece algo más?
Mono Luis: Yo no, ¿vos?
Mono Sergio: No, por ahora nada.
Mozo: Entonces tendré que pedirles que liberen la mesa para clientes que consuman.
Los monos se miran con idéntica expresión de estupor.
Mono Sergio: Pero hay muchas mesas vacías.
Mozo: Están reservadas.
Mono Luis: No, yo se de que se trata esto. Es porque somos irlandeses, ¿verdad?
Mozo: (colérico) Ud. me ofende.
Mono Sergio: Será mejor que nos vayamos.
Mono Luis: Si, no somos bienvenidos aquí.
Los monos pagan la cuenta y salen por la ventana hacia una rama cercana. Del árbol saltan a otro y luego a un poste de luz. En la esquina doblan, desapareciendo de la escrutiñadora mirada del mozo.
Mozo: ¡Simios pulgosos!
Pero un temblor de rodillas obliga al mozo a sentarse. Ya perdió la conexión con su odio, que, transformado en angustia, ataca con enorme tenacidad.
Mozo: He sido un necio. Un necio y un patán. Hoy soy preso de mi piel, de mi cuerpo sin ventanas. ¡Culpa!, terrible y perfecto motor de la bondad, tarde llegas a mi puerta, pues mi injuria ya no puede impugnarse. Eres justo castigo inútil, balanza que empata los males. Vienes a tomar mi ojo por el que yo cobré a esos simios.
Empieza a llover.
Mozo: Esta ventana no es tal. Se trata de un espejo y esa lluvia ocurre en mí. Pero temo por los hombres, pues es enorme mi desazón, y presagio un diluvio interminable. ¡Haced arcas carpinteros! ¡Id a los astilleros a construir vuestros navíos!... ¡Lengua!, vil apéndice, vocero de lo pérfido en mi, justo es que pruebes el filo de mi navaja.
Abruptamente el mozo se levanta y produce una cuchilla filosa. Saca la lengua y la sostiene con el índice y el pulgar de una mano. Se mutila. La sangre le cubre enseguida la camisa blanca, pero el mozo sonríe al ver que afuera está escampando y ya se filtran algunos rayos dorados sobre las cáscaras de banana.
12 comentarios:
lindo fijate por michael slack. www.slackart.com
buenisima la presentación!!
este no es el cuento que la rompio en el pachamamamamamamamá?
vos te rompiste en el pacha.
bien dicho los dos
¡te amo!
Jose, te juro que no la conozco.
Basta de mentiras, Mateo.
¿visiones del apocalipsis, el punto de quiebre en la vida de un mozo, mutilación YYYY monos?
tiene todo, no necesito nada mas.
mateo, tu mayor contribución a la literatura es la del mono.
Monos irlandeses.
Me saco el sombrero y las zapatillas.
Me afeito las patillas y me vuelvo a colocar el sombrero.
ESTAS DESCALZO!
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