sábado, diciembre 30, 2006

Canaleta

Ante tu estupor, el lanzamiento de Walter es tan desviado, que cae en la casa del vecino, matando a los seis perros. Es el momento de huir. Como siempre que hay que huir, Walter se sube a tu espalda.

Tu: Bájate, cretino, tenemos los zapatos del salón.

Walter: Genial.

Walter se baja de tu espalda y adopta la actitud dinámica que precede al raje. Lo tomas de la solapa y lo increpas.

Tu: Ya veo. Era mentira… era todo mentira… Siempre te cargo yo a ti y tu nunca me cargas a mi. Más de una vez hemos discutido por esto y nunca hasta recién me fue tan claro el alcance de tu vileza. Tu intención no era cuidar mi espalda desde un lugar privilegiado. Nunca consideraste que cargarme era exponer mi espalda a eventualidades y amenazas. Simplemente eran engaños para no tener que cargarme. En el momento que te diste cuenta de que tu también tenías zapatos, le diste las espaldas a mi espalda.

Walter: Si así es como te sientes, renuncio

Tu: No. Estás despedido.

Walter: Lo mismo da

Tu: Te indemnizaré. Ahora que ambos tenemos zapatos, no compartiremos tantos taxis. Con la indemnización podrás pagar los taxis hasta que encuentres otro trabajo.