miércoles, marzo 21, 2007

Tres patitos

Marita se volvió a mirar en el espejo, admirando el Kimono nuevo que le había regalado su nieto para su cumpleaños. Reflejada en el espejo, vio su vieja bata colgando con las toallas. La tela transparente por el uso y los bolsillos descocidos, le parecieron ahora inadmisibles. Le dedicó una fugaz mirada de desprecio y salió del baño.

Jeremías, mi ayudante en este caso, opina que el kimono debe ser secuestrado y analizado, considerando el papel importante que jugó en el asunto. Me parece una medida prudente, pero dudo que se encuentre ahí la falla, el kimono, en mi opinión, es exactamente lo que parece ser.

En la cocina, Marita empezó su antiguo ritual del desayuno. Llenó primero la pava, silbando bajito y mirando por la ventana a dos perros que se olían mutuamente. La hembra llevaba un collar con su nombre y el número de teléfono de sus dueños.

El teléfono termina en el número 222, que ha aparecido en varias otras fallas, y que también es el número exacto de fósforos que había originalmente en la caja. Hace tiempo ya que estamos llevando a cabo un esfuerzo inter-departamental para desentrañar las características de este numero.

Cuando Marita estiró la mano para agarrar la yerba, una de las anchas mangas del kimono empujó la caja al piso, esparciendo los fósforos por el suelo. Entonces ocurrió.
Marita tuvo el primer impulso de agacharse a juntarlos, pero enseguida se detuvo. Sus pensamientos se volvieron repentinamente confusos y difíciles de leer, pero Marita se estaba diciendo lo evidente: La cantidad de fósforos que había en el piso no podían caber en esa caja.

El conteo exacto que hizo Jeremías es de 731, lo cual implica una materialización de 509 fósforos. Al ser un número primo, consultamos con ese departamento, pero la respuesta no fue alentadora. El 509 es un número muy bajo para causar problemas.

Marita llenó rápidamente la caja hasta su capacidad y después se paró largo rato con los brazos un poco abiertos, mirando los fósforos desordenados, esperando que hicieran algo. Pensó que nadie le creería y sintió miedo. Se mordió el labio en un gesto nervioso que hace años que no hacía, y corrió hacia el teléfono de la sala. Llamó a la casa de su hijo.

No pretendo convertir este informe en una queja a la burocracia de la institución ni quiero usarlo para hacer política, pero debo hacer notar en este punto que sólo se me ha dado acceso a la parte de la conversación en que habló Marita, por lo cual mis observaciones sufren considerablemente.

Marita: Hola Nico, soy la abuela, pásame con papi, mi amor… ¿Lautaro? Soy mamá, no se que pasa, no se si me estoy volviendo loca. Se me cayeron los fósforos en la cocina y de repente se multiplicaron. Hay como tres veces la cantidad que había… Ya se que no puede ser, ya se, Lautaro… ¡Pero no! No había otra caja. Ayer compré porque no tenía más y ni los había usado todavía… Lautaro, creeme… ¿Cómo que no es grave, Lautaro? ¿Y si es una señal? ¿Y si es tu papá, que me está tratando de decir algo?

Bartolo, el hombre al que se refiere Marita, murió hace seis años y se encuentra actualmente en el bloque 1BG, en el cual aseguran que no escapó nadie el día en cuestión. Bartolo dice haber estado en el cuarto azul a esa hora, y varias personas han confirmado este dato. No descarto su posible participación mediante un tercero que lo asistiera.

Marita: Lautaro, vení a mirarlo por favor, no toqué nada, metí unos fósforos en la caja nada más, los otros están ahí, vení que no quiero estar sola en esta casa. Tengo miedo, Lautaro. Te pido que me creas… Gracias.

Cortó el teléfono exactamente en el mismo momento en que uno de los revisores sonó la alarma. Enseguida el transportador de guardia le inyectó las coordenadas a un limpiador, que estuvo en la escena apenas unos instantes. Escuchó los pasos de Marita acercándose a la cocina y sólo tuvo tiempo de llevarse los fósforos esparcidos en el suelo. En la caja quedaron 253 fósforos, ya que Marita había metido en ella más de los que había en un principio.

Marita entró a la cocina muy lentamente y trastabilló. Mareada por la nueva irregularidad, trató de apoyarse en la mesa, pero hizo un mal cálculo y cayó golpeándose la cabeza contra la punta de una silla, muriendo instantáneamente.

En este momento Marita se encuentra en trámite. Cuando se le haya asignado su sector, se le harán los análisis pertinentes. Hasta entonces, sería en vano conjeturar seriamente sobre las causas de la falla, que por lo demás no ha traído consecuencias serias en lo que se refiere a la Pantalla de Conciencia Humana.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

ay!

qué bueno, qué bueno!

(i see... o sea q ni ellos saben!)

Mikel dijo...

sí!

Mikel dijo...

eso no era respuesta a lo que dijo floppy,

era un espontáneo y enfático sí de aprobación y otra que empieza con ´a´ y termina con ´ación´ que..bueno..nada..

Anónimo dijo...

Mat me encantó!. Muy bien escrito, la cantidad justa de información para generar entendimiento y curiosidad. Y, este asnto de la Pantalla de Conciencia Humana da para muuuucho. Buenísimo. C.

Anónimo dijo...

Mat me encantó!. Muy bien escrito, la cantidad justa de información para generar entendimiento y curiosidad. Y, este asnto de la Pantalla de Conciencia Humana da para muuuucho. Buenísimo. C.

Miguel D. Barrenechea dijo...

NO hay con qué darle.

Socram dijo...

Dónde tenés la fuente de la eterna creatividad? Muy interesante idea...

Gugú dijo...

esssssa tigre ! muy bueno papá !

Anónimo dijo...

upstairs and downstairs

ta gueno!
también ta gueno el cambio de género y estilo pa matizar

usar el mate es matizar a mateo

papaf

Anónimo dijo...

De pelos.

Anónimo dijo...

ya que estamos hablando del tema... que les parece si formamos un movimiento para sacar una ley que prohiba los milagros...

Papaf