Matías: Te advierto para que después no te quejes: en quince segundos te voy a tocar el culo. Y no va a ser una caricia cotidiana, de esas a las que te tengo acostumbrada, te voy a agarrar un cachete con fuerza y te va a doler un poquito incluso.
Clara: Tengo un cuchillo.
Matías: ¿Pero estás dispuesta a usarlo?
Clara: Pffff, ¿Ante semejante amenaza? Sabés que tengo la cola sensible. Te aseguro que si te atreves, voy a encontrar vaina para mi facón.
Matías: ¿Me clavarías un cuchillo sucio? ¿Me harías eso a mí?
Clara: Yo lo único que digo es que voy a seguir cortando esta cebolla como si no hubieras dicho nada, voy a hacer caso omiso a tu estúpida advertencia, pero si me llegás a hacer doler, te clavo.
Matías: Cinco, cuatro, tres…
Clara: No te atrevas…
Matías: Uno, cero.
Clara: No me dolió.
Matías: Mentirosa. Te sarandié todo el orto
Clara: Tocas culos como una nena.
Matías: Te la estás buscando.
Clara: ¿Porqué no te hace útil y cortás un tomate?
Matías: Hay una sola tabla
Clara: Cortá sobre la mesada.
Matías: ¿Y quien se va a ocupar de tocarte la cola?
Clara: Bueno. Pero más suave que me dolió un poco.
Matías: ¡Ah! Pisaste tu propio palito. Te había dolido.
Clara: ¡Rascame la espalda!
Matías: ¿Acá?
Clara: Más arriba… ¡ahí! Con las uñas. Ahora el otro lado.
Matías: ¡Epa! ¿Toda esa cebolla le vas a poner?
Clara: Me zarpé ¿No?
Matías: Si, es mucha cebolla.
Clara: Bueno, cortáte varios tomates y queda para mañana.
Matías: ¿Y si no hay mañana? ¿Y si este día es el último?
Clara: Va a haber
Matías: ¿Cómo sabés?
Clara: Por inducción. Ayer hubo.
Matías: ¿Y te vas a basar en ese hecho aislado?
Clara: Cortá más finito, esos pedazos son más grandes que el tomate. Y confiá en mi, no sólo va a haber un mañana sino que va a haber una ensalada de tomate y cebolla en ese mañana.
Matías: No llores, cosita. Era un chiste, va a haber un mañana. No te preocupes, acá estoy yo para cuidarte, princesa.
Clara: Es la cebolla, princi-puto
Matías: Vos lo pediste
Clara: ¡Ay, imbécil!
Matías: Bajá el cuchillo
Clara: Yo te avisé. Ahora tengo que matarte.
Matías: Dale, me vas a cortar en serio, recién me lo pasaste al lado del ojo.
Clara: ¡Mirá! me dejaste todo el culo rojo, estúpido.
Matías: Te pasa por cocinar en pelotas. No me pude resistir.
Clara: Es mi casa, yo cocino como quiero. Vos sos el que está en falta, todo de corbata y con olor a oficina.
Matías se desviste. Una cosa lleva a la otra.
Clara: Tengo un cuchillo.
Matías: ¿Pero estás dispuesta a usarlo?
Clara: Pffff, ¿Ante semejante amenaza? Sabés que tengo la cola sensible. Te aseguro que si te atreves, voy a encontrar vaina para mi facón.
Matías: ¿Me clavarías un cuchillo sucio? ¿Me harías eso a mí?
Clara: Yo lo único que digo es que voy a seguir cortando esta cebolla como si no hubieras dicho nada, voy a hacer caso omiso a tu estúpida advertencia, pero si me llegás a hacer doler, te clavo.
Matías: Cinco, cuatro, tres…
Clara: No te atrevas…
Matías: Uno, cero.
Clara: No me dolió.
Matías: Mentirosa. Te sarandié todo el orto
Clara: Tocas culos como una nena.
Matías: Te la estás buscando.
Clara: ¿Porqué no te hace útil y cortás un tomate?
Matías: Hay una sola tabla
Clara: Cortá sobre la mesada.
Matías: ¿Y quien se va a ocupar de tocarte la cola?
Clara: Bueno. Pero más suave que me dolió un poco.
Matías: ¡Ah! Pisaste tu propio palito. Te había dolido.
Clara: ¡Rascame la espalda!
Matías: ¿Acá?
Clara: Más arriba… ¡ahí! Con las uñas. Ahora el otro lado.
Matías: ¡Epa! ¿Toda esa cebolla le vas a poner?
Clara: Me zarpé ¿No?
Matías: Si, es mucha cebolla.
Clara: Bueno, cortáte varios tomates y queda para mañana.
Matías: ¿Y si no hay mañana? ¿Y si este día es el último?
Clara: Va a haber
Matías: ¿Cómo sabés?
Clara: Por inducción. Ayer hubo.
Matías: ¿Y te vas a basar en ese hecho aislado?
Clara: Cortá más finito, esos pedazos son más grandes que el tomate. Y confiá en mi, no sólo va a haber un mañana sino que va a haber una ensalada de tomate y cebolla en ese mañana.
Matías: No llores, cosita. Era un chiste, va a haber un mañana. No te preocupes, acá estoy yo para cuidarte, princesa.
Clara: Es la cebolla, princi-puto
Matías: Vos lo pediste
Clara: ¡Ay, imbécil!
Matías: Bajá el cuchillo
Clara: Yo te avisé. Ahora tengo que matarte.
Matías: Dale, me vas a cortar en serio, recién me lo pasaste al lado del ojo.
Clara: ¡Mirá! me dejaste todo el culo rojo, estúpido.
Matías: Te pasa por cocinar en pelotas. No me pude resistir.
Clara: Es mi casa, yo cocino como quiero. Vos sos el que está en falta, todo de corbata y con olor a oficina.
Matías se desviste. Una cosa lleva a la otra.