La miscelánea multitud avanzó los pasillos de la ciudad hacia la plaza frente a la oficina del jefe. Tocaron la puerta con piedras. El jefe los recibió en zapatillas deportivas en lugar de zapatos. Los hizo pasar al hall de entrada donde, cerca del techo, brillaba el logo de la empresa en letras doradas. La multitud, que mantenía un silencio incomodísimo, se quedó mirando un error ortográfico en el nombre. Se hubiese dicho que habían olvidado su propósito o que eran victimas de un conjuro. El jefe estaba bastante fastidiado y aprovecho el súbito silencio para hacérselos saber.
Uno que escuchaba el enojado discurso del jefe, lo interrumpió desde la ventana para decirle que venían a matarlo y quedarse con la empresa. De entre las filas, desperdigadas por todo el cuarto, empezaron a oírse algunas voces de “no se si mataaarlo” o “Yo lo que quiero es acciones”. Pero otros ya blandían armas o aprovechaban la pata de uno de los muchos muebles que llenaban el cuarto atiborrado.
El jefe, que llevaba calzado deportivo, eludió varias balas. Pisando cabezas ganó la calle y accionó un botón en su reloj. Su corbata, que parecía de fina seda, estaba hecha de cintos de libélulas robot que lo sujetaron con pinzas retráctiles y lo llevaron volando por el cielo.
6 comentarios:
!
“no se si mataaarlo”
como el malo de spider man
taz
Alguien que tiene libélulas mecánicas como corbata tiene que ser el malo de la película.
igual los sindicalistas se comen cualquiera.
pd: cintos o cientas?
ajajja
si si
goa trance me ganó de mano...
se me escapó una carcajada loca con el:
"no se si mataaarlo"
¿Ciencia-ficción argentina? :-)
Me gustó mucho! y coincido con la gente en el sublime "no sé si mataaarlo"
Saludos!
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