“Ahora voy a decir unas palabras” dijo Nicolás, y se paró con tal violencia que facundo, el gato siamés que dormía como un bulto sobre su regazo, salió volando y aterrizó sobre el filo de un hacha. El hecho del hacha, que sólo unos pocos advirtieron y con interés casi nulo, tuvo dos grandes consecuencias para el felino. La primera fue que el tajo que el filo le practicó, fue justo en el punto donde el gato estaba unido a su hermano, resultando el corte en una separación casi quirúrgica del gato siamés, en dos gatos no siameses. La segunda es más triste, porque si bien facundo tenía ocho patas y dos cabezas, sólo tenía un corazón, por lo cual uno de los hermanos quedó como dormido a un costado del hacha. Fac maulló de dolor o tristeza y se alejó. Undo no hizo nada.
Alrededor de la mesa, las miradas estaban sobre Nicolás. Éramos un auditorio expectante de sus anunciadas palabras. Pero un silencio sostenido nos hizo sospechar que Nicolás había incurrido una vez más en la literalidad excesiva, y que al decir “Ahora voy a decir unas palabras” se refería a las mismas palabras que usaba para decirlo.
8 comentarios:
cómo me reí... la literalidad excesiva puede ser más dañina y filosa que un hacha.... y más filósofa.
excelente, mat!
andru
clap
más sería un exeso redundante
paf
facundo hace siempre lo mismo con tal suerte
este es mi comentario
hay que separar el hecho del hacha.
el culpable de los muertes es el que transformó a un gato en dos gatillos fáciles.
paf
hay sólamente UN gatillo fácil.
espero no tener que volver a repetirlo.
gracias.
y este es muy bueno de veras. me gusta eso del hecho del hacha.
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