“These violent delights have violent ends”
W. Shakespeare, Romeo and Juliet
Hurgando más profundo que nunca, saqué de mi oreja una pelota de cera que pensaba, sentía y era capaz de amar. Vivimos un breve idilio, encerrados en un departamento de Chacarita, con la persiana cerrada las veinticuatro horas de la noche. Me embriagaban el amargo sabor de sus besos, su textura oleaginosa, las suaves chanchadas que me suspiraba en el conducto auditivo externo. Vivíamos del aire, muriéndonos de hambre para no salir de la cama, ajenos a todo lo que no fuera el otro.
Pero un día, que recordar es revivir en cada uno de sus desgarradores detalles, todo cambió para siempre. Yo llevaba a mi adorada bola de cerumen amorosamente apoyada en la punta de mi dedo índice. Por descuido usé ese dedo para hurgarme la nariz. Cuando saqué el dedo de la fosa, al principio no entendí lo que estaba viendo, tan doloroso era, que me quedé mirando con una sonrisa extrañada. Después me alcanzó el horror. Su piel resinosa crispada de excitación, el moco chorreante de un lado y duro en la punta, la absoluta y urgente entrega con que mí amada “Velita” mezclaba su viscosidad con la del moco… era un asco. Así, abotonados como estaban, los envolví en un cuadradito de papel higiénico y los tiré por el inodoro. Mis lágrimas se mezclaron con el remolino de agua que se perdía en las cañerías.
8 comentarios:
nooo, qué hijo de pú...
¡Qué cochinada! O qué increíble capacidad de querer...
Amor a primer oido.. Un beso o 2!
velita!
menos masl que no comian, porque despues iban a cagar y ahi si que se pudre todo
que asco mat.
aunque...
ajajajaaaaaaaaaa
ese es el mateo que conozco: talentoso y asqueroso. :)
mi voto no es positivo
pf
es repulsivo y fantástico.
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