Ahora la recuerdo de vieja, ya no puedo pensar en ella como la vi en sus películas: la imagen es demasiado vivida y estática. La postura querría ser digna a pesar de la pronunciada joroba, y los pocos pelos que chorreaban sobre sus ojos desmentían el rubio furioso con las raíces blancas. Incluso así lograba que su mirada flotara, como si estuviera parada sobre varios tomos de enciclopedia.
Yo no la quise. Nunca sentí que era mi deber. Podría decir que ella nunca se dejó querer, pero quienes vieron sus películas no me creerían. Era demasiado linda… demasiado frágil.
Hace tres sábados entré a casa silenciosamente, para no despertarla. Debo haber hecho algún ruido, porque cuando llegué al final de la escalera abrió la puerta de su cuarto y de repente nos encontramos a treinta centímetros uno del otro, nos asustamos los dos, pero sólo ella cayó al piso.
Al entierro fueron la prensa y los fanáticos. No eran pocos y muchos lloraban. Yo no lloré, no se me ocurrió, esas cosas pasan.
sábado, abril 01, 2006
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1 comentario:
pobre vieja. nadie supo?
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