Matías: ¿Sabés que me gusta?
Clara: ¿Qué?
Matías: Las ventanas en el cine.
Clara: No hay ventanas en el cine.
Matías: Las ventanas en las películas. Cuando veo una ventana en la pantalla.
Clara: ¿Por qué?
Matías: Porque entro al cine y pago mi entrada ¿No?
Clara: Si.
Matías: Y me dan un papelito que es un contrato implícito. Estoy pagando para que me mientan. Estoy yendo a sentarme durante un rato a ver una mentira interesante.
Clara: Interesante si tenés suerte.
Matías: Claro, pero nadie filma algo si no le interesa, asi que, en terminos generales, pago para ver un mentira interesante.
Clara: Al menos que te colés, ahí no estarías pagando.
Matías: ¿Clara?
Clara: ¿Que?
Matías: ¿Me dejás terminar de decir lo de las ventanas?
Clara: Si.
Matías: Pago para creerme lo que pasa en la pantalla: Un rectángulo recortado en una pared, en el que me muestran un pedazo de mundo. Y aunque no esté pensando en eso durante la película, sino en la trama o en el maquillaje o en el vestuario o en la actuación; en la parte de atrás de mi cerebro, siempre está ese contrato presente. Y, de repente, aparece una ventana. Y me pregunto: ¿Qué es una ventana? Y me respondo: Es un rectángulo recortado en una pared que me muestra un pedazo de mundo.
Clara: ¡Oh!
Matías: Claro que ¡Oh!
Clara: La puesta en abismo.
Matias: La serpiente que se come su cola.
Clara: Escher.
Matías: El telescopio.
Clara: ¿Qué telescopio?
Matías: Esos que usaban los corasios, que era un cilindro del que salía uno más chiquito y de ese salía uno más chiquito etcétera.
Clara: Ah, el de los piratas.
Matías: Eso.
Clara: A mi me gusta cuando el cine habla del cine. Es parecido.
Matías: Si, a mi también me gusta. Pero es distinto, es explicito, cuando ves una cámara de cine en la pantalla, tenés que hacerte cargo, tenés que faltar a tu contrato. La ventana es sutil, te lo plantea ambiguamente.
Clara: Que incomodo.
Matías: ¿Qué cosa?
Clara: Tu codo, me lo estás clavando en la espalda.
Matías: Uy, perdón. Lo que digo es que cuando miras ocho y medio, estas todo el tiempo sentado en la butaca. En cambio, cuando miras duro de matar, estás ahí, con John McClane, matando terroristas.
Clara: Que buena Duro de matar, me la re vería ahora.
Matías: ¿La alquilamos?
Clara: Ya cerró el video.
Matías: Ni en pedo, son las nueve.
Clara: ¿Recién? !Alquilemos las tres juntas!
Matías: No. Alquilemos la uno y otra distinta.
Clara: ¿Cuál?
Matias: No se.
Clara: ¿Ocho y medio?
Matías: Dale.
Clara: ¿Qué?
Matías: Las ventanas en el cine.
Clara: No hay ventanas en el cine.
Matías: Las ventanas en las películas. Cuando veo una ventana en la pantalla.
Clara: ¿Por qué?
Matías: Porque entro al cine y pago mi entrada ¿No?
Clara: Si.
Matías: Y me dan un papelito que es un contrato implícito. Estoy pagando para que me mientan. Estoy yendo a sentarme durante un rato a ver una mentira interesante.
Clara: Interesante si tenés suerte.
Matías: Claro, pero nadie filma algo si no le interesa, asi que, en terminos generales, pago para ver un mentira interesante.
Clara: Al menos que te colés, ahí no estarías pagando.
Matías: ¿Clara?
Clara: ¿Que?
Matías: ¿Me dejás terminar de decir lo de las ventanas?
Clara: Si.
Matías: Pago para creerme lo que pasa en la pantalla: Un rectángulo recortado en una pared, en el que me muestran un pedazo de mundo. Y aunque no esté pensando en eso durante la película, sino en la trama o en el maquillaje o en el vestuario o en la actuación; en la parte de atrás de mi cerebro, siempre está ese contrato presente. Y, de repente, aparece una ventana. Y me pregunto: ¿Qué es una ventana? Y me respondo: Es un rectángulo recortado en una pared que me muestra un pedazo de mundo.
Clara: ¡Oh!
Matías: Claro que ¡Oh!
Clara: La puesta en abismo.
Matias: La serpiente que se come su cola.
Clara: Escher.
Matías: El telescopio.
Clara: ¿Qué telescopio?
Matías: Esos que usaban los corasios, que era un cilindro del que salía uno más chiquito y de ese salía uno más chiquito etcétera.
Clara: Ah, el de los piratas.
Matías: Eso.
Clara: A mi me gusta cuando el cine habla del cine. Es parecido.
Matías: Si, a mi también me gusta. Pero es distinto, es explicito, cuando ves una cámara de cine en la pantalla, tenés que hacerte cargo, tenés que faltar a tu contrato. La ventana es sutil, te lo plantea ambiguamente.
Clara: Que incomodo.
Matías: ¿Qué cosa?
Clara: Tu codo, me lo estás clavando en la espalda.
Matías: Uy, perdón. Lo que digo es que cuando miras ocho y medio, estas todo el tiempo sentado en la butaca. En cambio, cuando miras duro de matar, estás ahí, con John McClane, matando terroristas.
Clara: Que buena Duro de matar, me la re vería ahora.
Matías: ¿La alquilamos?
Clara: Ya cerró el video.
Matías: Ni en pedo, son las nueve.
Clara: ¿Recién? !Alquilemos las tres juntas!
Matías: No. Alquilemos la uno y otra distinta.
Clara: ¿Cuál?
Matias: No se.
Clara: ¿Ocho y medio?
Matías: Dale.
7 comentarios:
sos groso
Coincido.
aaah... los momentos codo son el tipo de momentos que se me clavan en...iba a decir la memoria pero no. Bueno, se me clavan y no es poco.
yippee ki yay mother fucker!
soy una gripe hecha persona.
já !
Si, si. I agree.
De duro de matar cuando se tira por la ventana con una manguera.
Y de ocho y medio cuando sueña que vive con todas las mujeres de sus fantasias juntas. Esa me mata, duro.
Que alegria me da leer las lineas de un gran creativo de la vida. Gracias por tener ese vocablo justo y presiso.
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