Natasha dice que si no fuera por los juegos de mesa de los martes nada tendría sentido. El lunes ya se huele en la casa el perfume de su entusiasmo y se la escucha caminando el largo del pasillo una y otra vez. Cuando llega el martes hay que atarla a la biblioteca para que no rompa todos los cuadros por la emoción. A eso de las ocho la desatamos y empiezan los juegos de mesa. Siempre empezamos por poner la mesa al revés y jugar a los emigrantes cubanos. Nos subimos a la mesa y el comedor sirve de mar. Los riesgos son muchos, tenemos que luchar contra enormes monstruos oceanicos y barcos de la marina estadounidense. Cuando llegamos remando a la cocina ernesto dice que es Miami y todos tomamos mojitos y compramos aparatos que reproducen DVDs.
Natasha revisaba los libros viejos (esos que pierden las hojas cuando se los saca del estante) y las hojas que caían se transformaban en polillas antes de tocar el piso. ernesto, que miraba con horror desde el sofá, perdió todos los dientes de leche por el susto. Yo me paraba contra la pared y le pedía a Natasha que por favor dejara en paz a Ibsen. Pero Natasha, Dios la bendiga, no me hizo caso. Apenas tocó “Casa de muñecas” las hojas temblaron con una furia llena de clorofila y árbol. El papel echó raíces que se extendieron por el cuarto y rompieron las ventanas. Una rama que creció del segundo acto me tomó por la cintura. Nunca más volvimos a verme.
Estamos dándole los toques finales a nuestro segundo disco. La banda se llama “Los ernestos” y somos muy grandes en Japón. La critica, a mi entender, fue un poco generosa al calificar nuestro primer trabajo de “una basura inescuchable”.*
*Clarín
miércoles, noviembre 09, 2005
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4 comentarios:
guenisimo che, me encanto lo de los juegos de mesa.
excelente como siempre querido mat
Gracias Muchachis.
jajaja
me robaste una carcajadita hacia el final.
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