Paco retiró la mirada un segundo de las cartas para mirar el pilón de fichas que se amontonaban desordenadas en el centro de la mesa. Cuando volvió a mirarlas habían cambiado. La experiencia le dictó contener toda expresión de asombro, pero dentro de sus zapatos sus dedos de enrollaron para adentro. Recién después de soltar una bocanada de aire largamente contenida, se dio cuanta de que el cambio lo favorecía. El par de ochos que había devenido full de nueves y damas era un regalo y debía tomarse como tal. Paco apostó todo. Incluso el anillo de bodas que conservaba a pesar de su viudez. Entonces relajó la antigua costumbre de esconder toda emoción y sonrió ampliamente mostrando un colmillo con un arreglo negro.
Del otro lado de la mesa Sergio sudaba abundantemente. Hace horas que jugaban y ya le era difícil mantener la concentración. En esa misma mano había creído que tenía un par pero luego las cartas resultaron ser un full. En el full ni siquiera figuraban las cartas que antes habían conformado el par y Sergio creyó que tal vez le habían tocado en otra mano. Todo estaba en juego para el. Esta jugada podía salvarlo, al menos por un tiempo, de la ruina, o sumergirlo para siempre en deudas impagables.
A su Izquierda, Alex ya no jugaba delicadamente con el escarbadientes, sino que lo mordía convirtiéndolo en astillas que escupía en el cenicero. Las cartas habían cambiado, no había duda. Alejó con una mano la botella de vino. Habían cambiado. En un principio eran un par y ahora eran un full. El milagro le había dado coraje, pero en apuestas tan altas un full no era invencible.
Horacio miraba las cartas fijamente. Esperaba que volvieran a cambiar. El las había visto pasar de un par a un full y tuvo que levantar los codos de la mesa para no sacudirla con sus temblores, y alertar a los demás. Los números y los palos habían desaparecido de a poco y habían aparecido otras cartas. Ahora, con todas las fichas en el pozo del medio, esperaba que las cartas volvieran a convertirse en las anteriores como un chiste cruel del destino.
“Bueno”, dijo Paco triunfante y abrió su mano. Uno a uno fueron mostrando las suyas y un silencio largo se instaló. El ganador cerró los ojos.
lunes, noviembre 21, 2005
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9 comentarios:
Mateo, cuánto me alegra esta producción tropical. Una tras otras y todas que dan gusto.
Se siente que vas a algún lado.
Y uno ve un gran signo de admiración amarillo arriba de tu rancho como en el cabaré Voltaire.
Un beso
(PD: creo que corresponde "Hacía horas que jugaba" en lugar de "Hace horas...")
ah... otra que me incomodó... escupir astillas de escarbadiente en un cenicero requiere tanta habilidad y es tan notablemente notorio que le restaría protagonismo al poker. que las escupa para el costado o que las ponga en el e cenisero con la manopla me suena mas de actor de reparto.
cambié de idea: prefiero escribir cenisero con c, y me olvidé de firmar
era yo de nuevo
Papaf
mat, vos sabes que te amo, pero cuando tenga posibilidad te regalo un libro de nombres
cada dia mejor... la puta madre
Juro que una vez creo que me pasó eso, tenía unas caras, pestañeé y eran oras diferentes. O era mucho Whisky más rayas.
Qué lindo el póker, apoteosis de lo masculino.
Cartas, quise decir cartas. Y eso que ahora etoy sobrio, eh.
estoy
yo te hago un libro mat
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