sábado, octubre 15, 2005

El método científico

Cuando ernesto se interna en su laboratorio, pueden pasar periodos de tiempo sumamente variables antes de que Natasha y yo lo veamos de nuevo. Se interna y Natasha pega la oreja a la puerta para escuchar lo que hace. Yo quemo toda la ropa de ernesto para mantenerme caliente hasta que vuelva: Su ausencia me enfría los huesos.

Una vez ernesto gritó Eureka. Salió del laboratorio con un tubo de ensayo pegado como una sopapa a la frente. Eureka, Eureka, gritaba. Y ni Natasha ni yo sabíamos a quien se refería. ernesto nunca nos explicó. Pero si nos contó qué era el líquido que había adentro del tubo. Una poción para la vida eterna. Escépticos siempre, Natasha y yo descreímos de sus palabras y exigimos pruebas. En el acto ernesto bebió la pócima y pareció dar resultado porque no murió. Sin embargo, mi escepticismo y el de Natasha no desaparecieron por completo. Razonamos que aunque no muriera en ese instante podía llegar a morir algún día. Entonces lo sentamos en un sillón muy cómodo y lo estudiamos fijamente. Esa noche, cuando cerró los ojos, Natasha y yo creímos que había fracasado. Pero a la mañana siguiente lo vimos rascarse la oreja con la goma de un lápiz y dedujimos que había estado durmiendo. Pasaba el tiempo y ni Natasha ni yo hacíamos más que mirarlo. Lo mirábamos todo el tiempo y siempre estaba vivo. Veinte años pasaron y ernesto eludía el democrático final. Treinta años pasaron y ernesto aun no servia de pasto al pasto. Sesenta años pasaron y ernesto no hacia sino vivir y vivir.

A los quinientos años ernesto enfermó. Natasha, que una vez también había enfermado, le puso unos paños fríos en la cara. Los paños funcionaron maravillosamente y ernesto en vez de morir siguió viviendo.

A los doce mil años ernesto soltó un suspiro largo y callado y después se quedó muy quieto. Lo sacudimos un poco y confesó que no estaba muerto sino que estaba aburrido de estar siempre sentado en el sillón (sin importar cuan cómodo fuera) y buscaba simular su muerte así lo dejábamos en paz.

Cuando habían pasado ya diecisiete mil billones de años desde que había bebido la poción, ernesto apuntó con un dedo al techo y mientras Natasha y yo mirábamos se dio a la fuga por la ventana. Habiendo pasado tanto tiempo de espaldas a la calle, olvidó que vivíamos en el noveno piso. Natasha y yo bajamos a ver que había pasado y lo vimos muerto en la vereda. Yo saqué un marcador indeleble de mi bolsillo y se lo di a Natasha, que lo usó para escribir “farsante” en la sangrienta frente de ernesto.

8 comentarios:

tazelaar dijo...

te quierooooooooooo,(como lo diria franchela)

Gugú dijo...

mncnt.

me enanta!

se te piantó una e gorda por ahí. Sabés que cada vez que eso pasa, muero un poquito por dentro...

Gugú dijo...

enanta, encanta,
encarta, enemail, enfin...

Anónimo dijo...

tiempo loco!
papaf

Mateo dijo...

Uffff, que mal gug. gracias. grcs.

breton dijo...

jajaj, es muy pero muy bueno... ¿inmortal? maldito farsante
saludos

Anónimo dijo...

no lo puedo creer.... llegó el spam a los blogs.! ven eso del cancer... me juego todo a que es un bot que va leyendo blogs y cuando encuentra uno que dice cancer,... poone ese mensaje,,.. estamos jodidos... estan en todos lados . nos atacan con sus mejores armas,... pero quizá tengan algo para ofecernos...

... el cuento ...
el más pop de la serie....
its naaaais ....
aisss laik it.
muak.

Mateo dijo...

Gracias Chris. Vos sos pop.