Carlos y Jimena se encuentran en el ascensor del edificio
Jimena: Carlos, ¿Adonde vas tan tarde?
Carlos: Salgo a comprar una crema de enjuague más cara de la que tengo en casa.
Jimena: pero si la que usas te sienta perfectamente. Y hule bien.
Carlos: Pero hay una que es más cara, y le da al cabello un brillo y una textura muy jevi mental. Lo acabo de ver en las noticias.
Jimena: Seas bueno y cómprame uno. Aquí tienes el dinero.
Carlos: (con sencillez y modestía) Yes. Yes. Ahora te lo traigo.
Carlos y Jimena salen al mismo tiempo de sus departamentos y se encuentran en el pasillo.
Jimena: Que hoy he bañado al perro y mira como está mi pelo.
Carlos: Deberías probar un nuevo acondicionador del que hablaban hoy en la peluquería. Dicen que es caro.
Jimena: ¡Pero si una trabaja para darse esos lujos!
Carlos: Eso mismo creo. Justo me dirigía al almacén a adquirir uno de tamaño familiar.
Jimena: Lo acompaño.
Carlos y Jimena se encuentran en la verdulería.
Carlos: Supongo que vino a buscar verduras. Ud. sabe, Lechuga, tomate, cebolla. Y supongo que su plan es mezclarlas con algún aderezo para luego ingerirlas. ¿Me equivoco?
Jimena: (estupefacta) ¿Lo delata algo en mí?
Carlos: No, es mucho más obvio. Ocurre en muchos casos que la pista principal que devela el enigma está a simple vista de todos, pero requiere un pensamiento poco convencional y muy astuto para notarlo. En esta oportunidad mi deducción deviene del simplísimo hecho de que estés presente aquí, en la verdulería. ¿Porque otro motivo ibas a venir a la verdulería sino para comprar verduras? ¿Te das cuenta? Estaba a simple vista, pero nadie podía verlo.
Jimena: (Enérgica) Todo cuanto dices es cierto. (Con asombro)Y que bien luce tu cabello.
Carlos y Jimena se encuentran en la peluquería.
Jimena: ¿Quién te ha hecho esto, hombre, ¿esa sangre es tuya?
Carlos: Agua. (y se desploma)
Jimena: ¡Tony! ¡Tráele agua!
Carlos: Acércate Jimena, hay algo que quiero decirte.
Jimena: Aquí estoy Carlos, sostén mi mano, no cierres los ojos.
Carlos: Silencio, déjame hablarte. Cuanto lamento no haber tenído el coraje para hacer esto antes.
Jimena: Oh, Carlos.
Carlos: Siempre te he amado Jimena. Siempre.
Jimena: (Acariciando el pelo de Carlos) Hemos desperdiciado el tiempo, mi amado. No me dejes, te lo ruego.
Carlos: Recuerdame siempre así. Moribundo.
Jimena: Adiós, siempre te amaré.
Carlos y Jimena se encuentran en el patio del edificio.
Carlos: Hace un hermoso día.
Jimena: Debieras ver como reluce tu cabello en esta luz.
Carlos: ¿Verdad? Es un nuevo baño de crema que estoy probando. Es muy jevi.
Jimena: ¿Tienes una birome para que me anote el nombre?
Carlos: ¿Si tuviera una birome te parece que estaría aquí, hablando con una entupida como vos? No, nena. Estaría en Cancún tomando licor de menta.
Jimena: Pues luego te toco el timbre y me pasas el nombre bien.
Carlos: Dale, dale. Pasate.
Carlos y Jimena se encuentran en la plaza enfrente a su edificio.
Carlos: ¿Conoces las siete eles, verdad? Lacio limpio y lustroso.
Jimena: Y sin caspa.
Carlos: No, porque entonces serian las ocho eles.
Carlos y Jimena se encuentran en la puerta del cine.
Carlos: ¿Qué vienes a ver?
Jimena: “Un revolver de caucho” ¿Tu?
Carlos: La función doble de “Crimen, por favor” y “Mi marido es un canasto III”
Jimena: ¿Te has hecho algo en el pelo?
Carlos: No, es que traigo una camisa nueva.