El hombre que parado frente al tambo piensa: “¿Qué sería de la quesería sin la vaca que va acá?
La mujer que antes de ponerse el rimel le dice sin mirarlo: “Hoy no me esperes, no volverás a verme”
La chica que subida al caballo se estira para alcanzar una manzana, repite una frase: “bajo tierra concebida y en montura deglutida”
El viejo que con un ultimo suspiro dice algo que nadie alcanza a escuchar: “Que nadie fume mi tabaco, quiero conservarlo para otra ocasión”
miércoles, diciembre 14, 2005
martes, diciembre 13, 2005
He had never heard of corduroy, true story. (1,2,3,4)
1
Cuando sacó la plata para pagar los tragos, su alianza cayó de su bolsillo y rodó hasta golpear la pata de una mesa. Se miraron un instante en el silencio entre dos canciones. Después ella sonrió y se agacho a buscarlo. “Se le cayó esto, señor” y se fue sin saludar.
2
Uno de mis primeros recuerdos es estar sentado en un sillón enorme mirando por la ventana la mesa ya vacía en el jardín. Vi sin asombro como el mantel blanco se convertía lentamente un cuervo.
3
Al segundo día de caminar ya había vuelto al lugar del naufragio. La proa del barco asomaba aun entre él y el horizonte. Se quedó quieto un rato, aunque llovía, y después escribió en la arena la marca de su reloj. Debajo de un árbol se quedó esperando la marea.
Cuarto
Por cuarta vez en la noche repasamos la coartada. Un cuarto de hora después llamamos al cuartel. Cuatro oficiales abrieron el cuarto en al que yacían los cuatro muertos. Alguien preguntó la hora. “las seis y veinte” dije.
Cuando sacó la plata para pagar los tragos, su alianza cayó de su bolsillo y rodó hasta golpear la pata de una mesa. Se miraron un instante en el silencio entre dos canciones. Después ella sonrió y se agacho a buscarlo. “Se le cayó esto, señor” y se fue sin saludar.
2
Uno de mis primeros recuerdos es estar sentado en un sillón enorme mirando por la ventana la mesa ya vacía en el jardín. Vi sin asombro como el mantel blanco se convertía lentamente un cuervo.
3
Al segundo día de caminar ya había vuelto al lugar del naufragio. La proa del barco asomaba aun entre él y el horizonte. Se quedó quieto un rato, aunque llovía, y después escribió en la arena la marca de su reloj. Debajo de un árbol se quedó esperando la marea.
Cuarto
Por cuarta vez en la noche repasamos la coartada. Un cuarto de hora después llamamos al cuartel. Cuatro oficiales abrieron el cuarto en al que yacían los cuatro muertos. Alguien preguntó la hora. “las seis y veinte” dije.
sábado, diciembre 10, 2005
Cronometro frenado en 00: 37: 22
Ya está el acto ahí,
aunque el presente haga invisible
las causas que lo conforman
Ya las cosas se dieron,
Cedieron ante otras
Ya las cosas: eran
Y un último esfuerzo
que busca negar el presente
muere en el intento
Hay tambien un ojo que mira
Cree que mira para atrás
Pero el ojo mira al ojo
Y eso también es presente
aunque el presente haga invisible
las causas que lo conforman
Ya las cosas se dieron,
Cedieron ante otras
Ya las cosas: eran
Y un último esfuerzo
que busca negar el presente
muere en el intento
Hay tambien un ojo que mira
Cree que mira para atrás
Pero el ojo mira al ojo
Y eso también es presente
sábado, diciembre 03, 2005
Conversación entre EL NIÑO y New wave
New wave avanza hasta la barra en dos pasos. Su piel esta crispada por la furia.
New wave: ¿Es que no has oído, niño? Te he preguntado si mirabas a mi chica.
Niño: No la miraba entera, sino ciertas partes que llamaron mi atención.
New wave: Oye, ¿De que hablas? ¿Quieres llevar esto afuera?
Niño: No, es demasiado pesado, que lo lleve la servidumbre.
New wave: Moleré tus huesos, maldito perro.
Niño: Antes, una palabra de nuestro sponsor.
(Entra “Sponsor”)
Sponsor: ¡ ¡ ¡ ¡ ¡Hola!!!!!!!
Sponsor hace mutis por el foro
Niño: (ya elevándose un poco del piso, seguramente yéndose al infierno) No es que no conozca las normas, lo mío es anterior. Yo quiero matar y morir.
New wave: ¿Es que no has oído, niño? Te he preguntado si mirabas a mi chica.
Niño: No la miraba entera, sino ciertas partes que llamaron mi atención.
New wave: Oye, ¿De que hablas? ¿Quieres llevar esto afuera?
Niño: No, es demasiado pesado, que lo lleve la servidumbre.
New wave: Moleré tus huesos, maldito perro.
Niño: Antes, una palabra de nuestro sponsor.
(Entra “Sponsor”)
Sponsor: ¡ ¡ ¡ ¡ ¡Hola!!!!!!!
Sponsor hace mutis por el foro
Niño: (ya elevándose un poco del piso, seguramente yéndose al infierno) No es que no conozca las normas, lo mío es anterior. Yo quiero matar y morir.
martes, noviembre 29, 2005
Las dos opciones de alguien que no propuso el juego
Los lugares eran cómodos a la mirada de un animal que nacía de la montaña para seguir pasando las páginas sin leer una palabra. Antes pero no muy lejos, unos pocos hombres nombraban algunas cosas que nadie sabe apoyar con suavidad. Atrás la música parecía no invadir el espacio y tampoco contrariaba la moral de esa mujer. Pero no siempre había sido así, rotas las costumbres, restaba mirar fijo un punto, sin siquiera pensarlo, como quien no se levanta al caer. Era motivo de alarma, y sin embargo los ruidos desistían porque nadie había ya que hablara el idioma: eran inválidos. Y su olor era como pasos que miran al costado y no cruzan la calle por saberse, antes que nada, indignos de verlo entero. Y era cada vez más evidente. No volvían y una sospecha rondaba las cabezas; no eran ellos los únicos en haber descifrado la mentira. Aun entonces seguían las noticias del frente y a cada rato llegaban en harapos los únicos otros socios del secreto, dejaban, apenas entrar, unas monedas en el cenicero, y caminaban todo el campo tratando de entender porqué. Y les quedaba un solo hilo, que ni se inclinaba dócil, ni formaba algo más grande que sí. Era por ese único motivo que ya perdía fuerza y se le notaban las canas, que picaban varias veces antes de darse por muertas y seguir contando dinero (aunque alzarse en manos, doloroso como fuera, parecía no intimidarlos tanto como el piano). Por ultimo les dio su tarjeta, tenía otra hija que no había nombrado, y se dio a la fuga.
Posible conversación entre alguien y otro alguien.
Alguien: ¿Qué preferís, volar a la velocidad que caminas o correr a la velocidad de Flash?
Otro alguien: Hmmm… Volar. Toda la vida.
Alguien: No se, pensá que si podes correr a la velocidad de Flash ahora mismo te podes ir a España a desayunar con Flopi y Andy y estar aca a tiempo para jugar al monopoly con los chicos. Otro alguien: No, pero está el mar entre medio.
Alguien: Pero Flash puede correr encima del agua.
Otro alguien: Ah, eso cambia todo.
Alguien: Igual está bueno volar.
Otro alguien: Si, eso si.
Otro alguien: Hmmm… Volar. Toda la vida.
Alguien: No se, pensá que si podes correr a la velocidad de Flash ahora mismo te podes ir a España a desayunar con Flopi y Andy y estar aca a tiempo para jugar al monopoly con los chicos. Otro alguien: No, pero está el mar entre medio.
Alguien: Pero Flash puede correr encima del agua.
Otro alguien: Ah, eso cambia todo.
Alguien: Igual está bueno volar.
Otro alguien: Si, eso si.
lunes, noviembre 28, 2005
Ella Lefín
Ella Lefin es lo que se dice una mujer de estatura media, pero es muy modesta y no le gusta mucho hablar de eso. A Ella la descubrió ernesto mientras caminaba por la calle. Ese día llovía y ernesto, desparaguado, caminaba bajo los balcones que le servían de techo. Doblando por la esquina vio una mujer que caminaba hacia el y enseguida notó su estatura media. A pesar de tener paraguas, Ella también caminaba bajo los balcones, y cuando, a mitad de cuadra, se encontraron, ernesto fue quien debió desviarse y mojarse de gotas. No sin cierta molestia y humedad, ernesto siguió caminando, pero a los pocos metros una ira justiciera le dictó volver sobre sus pasos para increpar a aquella mujer aduciendo cuestiones de Lebensraum. El resultado fue una de las amistades más hermosas que hayamos conocido Natasha ernesto y yo.
Ella Lefín es dipsomaniaca, pero cuando no ocupa su tiempo bebiendo grapas en nuestro pórtico, siempre hace cosas divertidas. Un buen ejemplo es el complejísimo sistema de espejos que instaló en el jardín y que nos permite ver, simultáneamente y sin superposición, todos los puntos del planeta, con la obvia excepción de un cementerio en Ginebra.
Ella Lefín no es de esas personas. Puede mostrársele una pared totalmente destruida o una injusticia social, y ella, Ella, las mira como si no fueran una pared o una injusticia social sino todo lo contrario. Esto exaspera a Natasha que siempre quiere protegerla porque hoy en día hay mucho aprovechado. Natasha trata de instruirla en las diferencias, pero Ella Lefín se acuesta en el piso con los ojos muy abiertos hasta que Natasha se va llorando o riendo.
Ella Lefín es dipsomaniaca, pero cuando no ocupa su tiempo bebiendo grapas en nuestro pórtico, siempre hace cosas divertidas. Un buen ejemplo es el complejísimo sistema de espejos que instaló en el jardín y que nos permite ver, simultáneamente y sin superposición, todos los puntos del planeta, con la obvia excepción de un cementerio en Ginebra.
Ella Lefín no es de esas personas. Puede mostrársele una pared totalmente destruida o una injusticia social, y ella, Ella, las mira como si no fueran una pared o una injusticia social sino todo lo contrario. Esto exaspera a Natasha que siempre quiere protegerla porque hoy en día hay mucho aprovechado. Natasha trata de instruirla en las diferencias, pero Ella Lefín se acuesta en el piso con los ojos muy abiertos hasta que Natasha se va llorando o riendo.
Otro juego
Este consiste en ofrecer dos posibilidades que esten suficientemente balanceadas como para que sea dificil contestar.
Ej: ¿Que preferis...
...correr a la velocidad de flash o volar a la velocidad que caminas?
...tomar dos litros de pis o comer una cucharada de caca?
...saber Kung Fu o saber aleman?
...ser o no ser?
...saberte el atlas o la guia T?
...ser cristian castro o una caja?
...ser dislexico o daltonico?
...que las Malvians sean argentinas o una muy buena chaqueta de cuero?
Ej: ¿Que preferis...
...correr a la velocidad de flash o volar a la velocidad que caminas?
...tomar dos litros de pis o comer una cucharada de caca?
...saber Kung Fu o saber aleman?
...ser o no ser?
...saberte el atlas o la guia T?
...ser cristian castro o una caja?
...ser dislexico o daltonico?
...que las Malvians sean argentinas o una muy buena chaqueta de cuero?
jueves, noviembre 24, 2005
Que queres? continued
Taba mirando viejos posts y viejos coments y encontré esto. Quiero jugar al mismo juego. Consiste en decir que querés usando sólo tres palabras.
Ej: Que vuelva Perón
salvarme por poco
usar tu cepillo
Subir el volumen
comerme tus dientes
pincharme las venas
repetir quinto grado
ser como Lenny
Parecerme a Carl
mirar tu espejo
comprar mucha basura
repetir quinto grado
repetirlo otra vez
pagarte un café
Que juegen conmigo
a este juego
de tres palabras.
O el ejemplo ejemplar de Ezequile H. Schmoller:
embarcarme en esto
menos desigualdad social
obviar a freud
coger con mamá
matar a papá
ser menos irrelevante
obnubilar a teenagers
dormir con botas
ahogarme en fanta
estornudar y ver
despabilamrme un poco
perder mi virginidad
filmarte toda desnuda
fusilar a dorrego
suicidarme con vos
una pollerita escosesa
oler tu bombacha
no tener perro
que la legalicen
quiero todo esto
muchos menos celulares
y más amor
Ej: Que vuelva Perón
salvarme por poco
usar tu cepillo
Subir el volumen
comerme tus dientes
pincharme las venas
repetir quinto grado
ser como Lenny
Parecerme a Carl
mirar tu espejo
comprar mucha basura
repetir quinto grado
repetirlo otra vez
pagarte un café
Que juegen conmigo
a este juego
de tres palabras.
O el ejemplo ejemplar de Ezequile H. Schmoller:
embarcarme en esto
menos desigualdad social
obviar a freud
coger con mamá
matar a papá
ser menos irrelevante
obnubilar a teenagers
dormir con botas
ahogarme en fanta
estornudar y ver
despabilamrme un poco
perder mi virginidad
filmarte toda desnuda
fusilar a dorrego
suicidarme con vos
una pollerita escosesa
oler tu bombacha
no tener perro
que la legalicen
quiero todo esto
muchos menos celulares
y más amor
lunes, noviembre 21, 2005
Trébol, carró.
Paco retiró la mirada un segundo de las cartas para mirar el pilón de fichas que se amontonaban desordenadas en el centro de la mesa. Cuando volvió a mirarlas habían cambiado. La experiencia le dictó contener toda expresión de asombro, pero dentro de sus zapatos sus dedos de enrollaron para adentro. Recién después de soltar una bocanada de aire largamente contenida, se dio cuanta de que el cambio lo favorecía. El par de ochos que había devenido full de nueves y damas era un regalo y debía tomarse como tal. Paco apostó todo. Incluso el anillo de bodas que conservaba a pesar de su viudez. Entonces relajó la antigua costumbre de esconder toda emoción y sonrió ampliamente mostrando un colmillo con un arreglo negro.
Del otro lado de la mesa Sergio sudaba abundantemente. Hace horas que jugaban y ya le era difícil mantener la concentración. En esa misma mano había creído que tenía un par pero luego las cartas resultaron ser un full. En el full ni siquiera figuraban las cartas que antes habían conformado el par y Sergio creyó que tal vez le habían tocado en otra mano. Todo estaba en juego para el. Esta jugada podía salvarlo, al menos por un tiempo, de la ruina, o sumergirlo para siempre en deudas impagables.
A su Izquierda, Alex ya no jugaba delicadamente con el escarbadientes, sino que lo mordía convirtiéndolo en astillas que escupía en el cenicero. Las cartas habían cambiado, no había duda. Alejó con una mano la botella de vino. Habían cambiado. En un principio eran un par y ahora eran un full. El milagro le había dado coraje, pero en apuestas tan altas un full no era invencible.
Horacio miraba las cartas fijamente. Esperaba que volvieran a cambiar. El las había visto pasar de un par a un full y tuvo que levantar los codos de la mesa para no sacudirla con sus temblores, y alertar a los demás. Los números y los palos habían desaparecido de a poco y habían aparecido otras cartas. Ahora, con todas las fichas en el pozo del medio, esperaba que las cartas volvieran a convertirse en las anteriores como un chiste cruel del destino.
“Bueno”, dijo Paco triunfante y abrió su mano. Uno a uno fueron mostrando las suyas y un silencio largo se instaló. El ganador cerró los ojos.
Del otro lado de la mesa Sergio sudaba abundantemente. Hace horas que jugaban y ya le era difícil mantener la concentración. En esa misma mano había creído que tenía un par pero luego las cartas resultaron ser un full. En el full ni siquiera figuraban las cartas que antes habían conformado el par y Sergio creyó que tal vez le habían tocado en otra mano. Todo estaba en juego para el. Esta jugada podía salvarlo, al menos por un tiempo, de la ruina, o sumergirlo para siempre en deudas impagables.
A su Izquierda, Alex ya no jugaba delicadamente con el escarbadientes, sino que lo mordía convirtiéndolo en astillas que escupía en el cenicero. Las cartas habían cambiado, no había duda. Alejó con una mano la botella de vino. Habían cambiado. En un principio eran un par y ahora eran un full. El milagro le había dado coraje, pero en apuestas tan altas un full no era invencible.
Horacio miraba las cartas fijamente. Esperaba que volvieran a cambiar. El las había visto pasar de un par a un full y tuvo que levantar los codos de la mesa para no sacudirla con sus temblores, y alertar a los demás. Los números y los palos habían desaparecido de a poco y habían aparecido otras cartas. Ahora, con todas las fichas en el pozo del medio, esperaba que las cartas volvieran a convertirse en las anteriores como un chiste cruel del destino.
“Bueno”, dijo Paco triunfante y abrió su mano. Uno a uno fueron mostrando las suyas y un silencio largo se instaló. El ganador cerró los ojos.
domingo, noviembre 20, 2005
El calor y la luz
Renato bebió el último trago de ron (el último trago que probaría en su vida) y pagó la cuenta que incluía el cuadro que había roto por accidente. Palpó a través de su pantalón el contenido de su bolsillo para constatar que la piedra siguiera ahí. El gesto era un recaudo innecesario, la piedra irradiaba una tibieza constante que le calentaba la pierna y le hacía imposible olvidarla.
Caminó hasta la puerta cruzando el piso pegajoso, y el chillido de sus zapatos hacia eco en el bar desierto. Al salir a la calle la luz lo cegó un instante y, como si cualquier cambio requiriera volver a asegurarse de la presencia de la piedra, llevó su mano al bolsillo. En un charco que se había formado contra el cordón de la vereda, Renato vio un billete sucio y arrugado. Al levantarlo vio un número de teléfono que él mismo había anotado unos meses atrás. Recordaba haber comprado balas con ese billete porque había tenido que anotar el teléfono en un papel antes de entregarlo.
La herida en la espalda le había dibujado un círculo de sangre en la camisa y Renato recién ahora lo notaba. Metió dos dedos por debajo de la campera y los sacó rojos y mojados. Pero no se preocupó porque el tiempo que le quedaba no alcanzaba para que muriera desangrado. Se lavó los dedos en el charco y se sentó a esperar que alguien le hablara.
Una señora le habló. Traía un rodete atravesado por un lápiz sin punta y Renato pensó que la favorecía ese peinado. La mujer le preguntó si esperaba el colectivo y Renato sin contestar retiró la piedra de su pantalón y se la ofreció con la palma de la mano muy abierta. La mujer miró para otro lado pero enseguida notó el resplandor apagado con que la piedra brillaba.
La mujer extendió un dedo tímido y tocó la piedra, pero enseguida lo retrajo al sentir el calor. Miró los ojos de Renato que ya se ponían grises y nublados a medida que iba muriendo. Echo una rápida mirada a ambos lados, y sin notar que un hombre la observaba desde un balcón, huyó robando la piedra.
Renato sintió que la vida le volvía. Consideró volver al bar y beber otro ron con el billete que había encontrado. Nada se lo impedía.
Caminó hasta la puerta cruzando el piso pegajoso, y el chillido de sus zapatos hacia eco en el bar desierto. Al salir a la calle la luz lo cegó un instante y, como si cualquier cambio requiriera volver a asegurarse de la presencia de la piedra, llevó su mano al bolsillo. En un charco que se había formado contra el cordón de la vereda, Renato vio un billete sucio y arrugado. Al levantarlo vio un número de teléfono que él mismo había anotado unos meses atrás. Recordaba haber comprado balas con ese billete porque había tenido que anotar el teléfono en un papel antes de entregarlo.
La herida en la espalda le había dibujado un círculo de sangre en la camisa y Renato recién ahora lo notaba. Metió dos dedos por debajo de la campera y los sacó rojos y mojados. Pero no se preocupó porque el tiempo que le quedaba no alcanzaba para que muriera desangrado. Se lavó los dedos en el charco y se sentó a esperar que alguien le hablara.
Una señora le habló. Traía un rodete atravesado por un lápiz sin punta y Renato pensó que la favorecía ese peinado. La mujer le preguntó si esperaba el colectivo y Renato sin contestar retiró la piedra de su pantalón y se la ofreció con la palma de la mano muy abierta. La mujer miró para otro lado pero enseguida notó el resplandor apagado con que la piedra brillaba.
La mujer extendió un dedo tímido y tocó la piedra, pero enseguida lo retrajo al sentir el calor. Miró los ojos de Renato que ya se ponían grises y nublados a medida que iba muriendo. Echo una rápida mirada a ambos lados, y sin notar que un hombre la observaba desde un balcón, huyó robando la piedra.
Renato sintió que la vida le volvía. Consideró volver al bar y beber otro ron con el billete que había encontrado. Nada se lo impedía.
viernes, noviembre 18, 2005
El atico de Colton
Colton bajó el cuchillo y la mostaza, e inclinó la cabeza para oír mejor. ¿Acaba de crujir la escalera de madera? Después de unos segundos, se dijo que era su imaginación y agregó otra feta de salame. Pero pronto otro crujido interrumpió el sanguiche y esta vez era innegable, había alguien más en la casa.
Dejó el cuchillo en la mesada, pero pensándolo mejor volvió a agarrarlo. Prendió la canilla y lo enjuagó rápida pero eficazmente. Apenas cerró la canilla otro crujido lo alarmó. Pero este parecía venir de más arriba, del ático. Con una mano temblorosa secó el cuchillo con el repasador y colgó el repasador en un gancho. Empuñó el arma y avanzó con pasos lentos hacia la escalera.
Cuando ya pudo ver los primeros escalones, lo sorprendió la luz verde que manchaba la pared. Pero cuando vio que la luz tornaba roja, azul y otros colores, se dio cuenta de que había dejado el televisor de arriba prendido. Subió los escalones descalzo, para no hacer ruido, pero las viejas maderas eran delatoras. Cada paso era aumentado en su oído por la adrenalina y el silencio reinante. En el décimo escalón, Colton se detuvo a limpiar una mancha en la alfombra con un trapo que llevaba en el delantal.
De pronto escuchó una voz humana. Un especie de murmullo gritado. Como si alguien le estuviese contando un secreto a un micrófono. Colton cerró el puño sobre el mango del tramontina y rezó para darse coraje. Sintió que algo le rozaba la nuca y giró de repente exaltado, pero al darse vuelta vio que era el plumero que llevaba en el bolsillo de atrás, y lo tomó en la mano libre para limpiar las paredes y los escalones mientras subía.
De pronto la voz habló fuerte y las paredes temblaron. Colton apretó la palma de sus manos contra sus orejas y dio un saltó de tres escalones para llegar al primer piso y no rodar, aturdido por el ruido, escaleras abajo. Ahí permaneció un rato. Las orejas le sangraban y estaba sordo. Trataba de controlar un intenso mareo que no lo dejaba pensar en nada por más de unos pocos segundos. Colton pasó en el suelo unos minutos, limpiando la sangre del piso con el trapo. Pensó en los vecinos y en que pronto llegaría la policía. Pero el tiempo pasaba y nadie llegaba. Colton quería saber.
Se levantó con considerable facilidad y sólo necesitó apoyarse contra la pared los primeros pasos. La puerta del atico estaba abierta. Colton subió a duras penas los empinados escalones y empujó la puerta lentamente.
Lo unico que logró entender fue un ojo enorme y celeste. Después cerró con fuerza la puerta quedando del lado de afuera. Se sentó en un escalón, y antes de desmayarse por unos segundos, reconstruyó la imagen que acababa de ver. No era un ojo, era una cabeza entera. Y lo que es más, era su cabeza.
Cuando volvió en si la puerta estaba un poco abierta y una lengua parecía estar intentando abrirla del todo. Colton, tal vez por instinto, pateó la puerta para adentro golpeando la lengua con el filo. De nuevo temblaron las paredes y una lámpara cayó al piso, pero esta vez Colton no pudo oírlo. La lengua había dejado un charco de saliva y Colton lo limpio hasta donde llegaba. Levantó la cabeza y la vio. Ocupaba cada rincón del cuarto.
La lengua volvió a salir, rapida como un rayo y Colton salvó la vida por poco, tirándose a un costado donde la mugre abundaba. Al tiempo que se incorporaba y pasaba el plumero por los sócalos, se parapetó detrás de una columna y gritó sin oír su propio grito.-¡Soy vos! ¡Soy yo!-
Un silencio siguió y girando un poco, Colton vio que la cabeza lo estaba mirando. No directamente, sino reflejado en un antiguo espejo que estaba contra la pared. Su expresión era de gran asombro, y movía la nariz de lado a lado. Colton se atrevió a salir de detrás de la columna para mostrarle a la cabeza que el tampoco podía explicarse nada. La cabeza habló, pero las paredes apenas temblaron porque hablaba en voz baja. Colton leyó en sus labios la palabra “como”. No pudo oír la entonación, pero supuso que lo había dicho en forma de pregunta. Colton Gritó a su vez- ¿Cómo… como es posible?-
La cabeza dijo una frase que no era muy larga, pero Colton no pudo leerle los labios esta vez y apunto a sus propias orejas para explicar que estaba sordo. La cabeza lo miro y pareció entender, porque enseguida hablo más lentamente. –Somos lo mismo- Dijo.
Colton asentía anonadado y con un pie empujaba un papelito hacia el rincón. Unos segundos pasaron. La cabeza empezó a sudar y en sus ojos estaba el pánico. Ambos se miraban, y Colton habló primero. –Esta es mi casa- Dijo. –¿Como llegaste?- La cabeza habló lentamente pero Colton no alcanzó a entender. Sacudió la cabeza de lado a lado y abrió los brazos. -No entiendo- gritó. Pero enseguida sintió una presión enorme en las orejas y con un “plop” recobró en parte la audición.
La cabeza, creyendo que Colton aun estaba sordo, habló lentamente, modulando cada palabra como quien le habla a un extranjero. –Metí la cabeza en un lago y en vez de mojarme aparecí acá.-
-Ya puedo oírte- fue la respuesta de Colton que miraba con asco una mancha de humedad en la pared –Hablá mas bajo-
La cabeza, pestañando muy seguido, volvió a hablar y esta vez Colton la escuchó con atención. –Estaba en un lago, metí la cabeza en el agua para refrescarme y aparecí acá, en mi ático.- Una lágrima enorme caía por su cara y Colton se apresuró a secarla antes de que tocara el piso de madera.
-Es… es imposible- Las pupilas de Colton, dilatadas por el miedo, eran círculos enormes y negros.- ¿Dónde está tu cuerpo?-
-En el lago, supongo. No puedo sentirlo.- Mientras hablaba gotas de saliva, que eran minúsculas en relación a la cabeza pero considerables comparadas con Colton, salían de su boca. Colton las esparcía con la suela de sus botas o las secaba con el trapo.
Dejó el cuchillo en la mesada, pero pensándolo mejor volvió a agarrarlo. Prendió la canilla y lo enjuagó rápida pero eficazmente. Apenas cerró la canilla otro crujido lo alarmó. Pero este parecía venir de más arriba, del ático. Con una mano temblorosa secó el cuchillo con el repasador y colgó el repasador en un gancho. Empuñó el arma y avanzó con pasos lentos hacia la escalera.
Cuando ya pudo ver los primeros escalones, lo sorprendió la luz verde que manchaba la pared. Pero cuando vio que la luz tornaba roja, azul y otros colores, se dio cuenta de que había dejado el televisor de arriba prendido. Subió los escalones descalzo, para no hacer ruido, pero las viejas maderas eran delatoras. Cada paso era aumentado en su oído por la adrenalina y el silencio reinante. En el décimo escalón, Colton se detuvo a limpiar una mancha en la alfombra con un trapo que llevaba en el delantal.
De pronto escuchó una voz humana. Un especie de murmullo gritado. Como si alguien le estuviese contando un secreto a un micrófono. Colton cerró el puño sobre el mango del tramontina y rezó para darse coraje. Sintió que algo le rozaba la nuca y giró de repente exaltado, pero al darse vuelta vio que era el plumero que llevaba en el bolsillo de atrás, y lo tomó en la mano libre para limpiar las paredes y los escalones mientras subía.
De pronto la voz habló fuerte y las paredes temblaron. Colton apretó la palma de sus manos contra sus orejas y dio un saltó de tres escalones para llegar al primer piso y no rodar, aturdido por el ruido, escaleras abajo. Ahí permaneció un rato. Las orejas le sangraban y estaba sordo. Trataba de controlar un intenso mareo que no lo dejaba pensar en nada por más de unos pocos segundos. Colton pasó en el suelo unos minutos, limpiando la sangre del piso con el trapo. Pensó en los vecinos y en que pronto llegaría la policía. Pero el tiempo pasaba y nadie llegaba. Colton quería saber.
Se levantó con considerable facilidad y sólo necesitó apoyarse contra la pared los primeros pasos. La puerta del atico estaba abierta. Colton subió a duras penas los empinados escalones y empujó la puerta lentamente.
Lo unico que logró entender fue un ojo enorme y celeste. Después cerró con fuerza la puerta quedando del lado de afuera. Se sentó en un escalón, y antes de desmayarse por unos segundos, reconstruyó la imagen que acababa de ver. No era un ojo, era una cabeza entera. Y lo que es más, era su cabeza.
Cuando volvió en si la puerta estaba un poco abierta y una lengua parecía estar intentando abrirla del todo. Colton, tal vez por instinto, pateó la puerta para adentro golpeando la lengua con el filo. De nuevo temblaron las paredes y una lámpara cayó al piso, pero esta vez Colton no pudo oírlo. La lengua había dejado un charco de saliva y Colton lo limpio hasta donde llegaba. Levantó la cabeza y la vio. Ocupaba cada rincón del cuarto.
La lengua volvió a salir, rapida como un rayo y Colton salvó la vida por poco, tirándose a un costado donde la mugre abundaba. Al tiempo que se incorporaba y pasaba el plumero por los sócalos, se parapetó detrás de una columna y gritó sin oír su propio grito.-¡Soy vos! ¡Soy yo!-
Un silencio siguió y girando un poco, Colton vio que la cabeza lo estaba mirando. No directamente, sino reflejado en un antiguo espejo que estaba contra la pared. Su expresión era de gran asombro, y movía la nariz de lado a lado. Colton se atrevió a salir de detrás de la columna para mostrarle a la cabeza que el tampoco podía explicarse nada. La cabeza habló, pero las paredes apenas temblaron porque hablaba en voz baja. Colton leyó en sus labios la palabra “como”. No pudo oír la entonación, pero supuso que lo había dicho en forma de pregunta. Colton Gritó a su vez- ¿Cómo… como es posible?-
La cabeza dijo una frase que no era muy larga, pero Colton no pudo leerle los labios esta vez y apunto a sus propias orejas para explicar que estaba sordo. La cabeza lo miro y pareció entender, porque enseguida hablo más lentamente. –Somos lo mismo- Dijo.
Colton asentía anonadado y con un pie empujaba un papelito hacia el rincón. Unos segundos pasaron. La cabeza empezó a sudar y en sus ojos estaba el pánico. Ambos se miraban, y Colton habló primero. –Esta es mi casa- Dijo. –¿Como llegaste?- La cabeza habló lentamente pero Colton no alcanzó a entender. Sacudió la cabeza de lado a lado y abrió los brazos. -No entiendo- gritó. Pero enseguida sintió una presión enorme en las orejas y con un “plop” recobró en parte la audición.
La cabeza, creyendo que Colton aun estaba sordo, habló lentamente, modulando cada palabra como quien le habla a un extranjero. –Metí la cabeza en un lago y en vez de mojarme aparecí acá.-
-Ya puedo oírte- fue la respuesta de Colton que miraba con asco una mancha de humedad en la pared –Hablá mas bajo-
La cabeza, pestañando muy seguido, volvió a hablar y esta vez Colton la escuchó con atención. –Estaba en un lago, metí la cabeza en el agua para refrescarme y aparecí acá, en mi ático.- Una lágrima enorme caía por su cara y Colton se apresuró a secarla antes de que tocara el piso de madera.
-Es… es imposible- Las pupilas de Colton, dilatadas por el miedo, eran círculos enormes y negros.- ¿Dónde está tu cuerpo?-
-En el lago, supongo. No puedo sentirlo.- Mientras hablaba gotas de saliva, que eran minúsculas en relación a la cabeza pero considerables comparadas con Colton, salían de su boca. Colton las esparcía con la suela de sus botas o las secaba con el trapo.
jueves, noviembre 17, 2005
Equidistante de todo
Un hombre sonríe. Mira fijo la pared y sonríe. Mira unos crayones y unos lápices desordenados sobre la mesa, y sigue sonriendo. Sin dejar de sonreír, mira unas botellas vacías alineadas contra la pared. Mira a sus hijos, que son diminutos y juegan con unos cubos amarillos, y sonríe. Mira la tapa de un libro, rojo el lomo con letras doradas, y sonríe aun. Sonriendo abre el libro y lee las palabras. Todas lo hacen sonreír. Sonríe mirando una mujer que sale de la ducha con una toalla atada a la cintura. Sonríe mirando sus propios pies que caminan. Abre la ventana y lo que ve lo hace sonreír. Le sonríe a su sonrisa en el espejo, y su reflejo le sonríe a cambio. Sonríe al tropezar con una maceta en el balcón. Sonríe al ver su mano que no llega a la baranda. El cielo, mientras cae, le provoca una sonrisa. Sonríe aun (sin saberlo) mientras le cubren la cara con la sabana.
miércoles, noviembre 16, 2005
Post secrets
Siempre quise mandar un secreto a post secrets, pero hoy hice uno y entré para fijarme adonde lo tenía que mandar y me enteré de que no se puede mandar por mail. Bummer. Se los cuento a Uds envés.:
Para ser leído en braile
Pasajeros del segundo viaje del Titanic, esquimales con rifles, grandes oradores, veganos sádicos, sordos como Bach, putas viejas, vírgenes suicidas, paracaidistas narcolepsicos, fumadores de segunda mano, locos lindos, deformes que vestidos no se nota, buscadores de metales en la playa, enviados del diablo, pacifistas sin razón, mujeres que no se afeitan, bilingües de ningún idioma, ermitaños en Tokio, nacidos por cesárea, el ultimo mohicano, Pete Sampras, mellizas incestuosas, el hombre que dejó el árbol, madres adoptivas, Menard besando la mano de Cervantes, curas que no tocan monaguillos, madres adoptivas, alguien que pensó esto mismo, arquitectos muertos, abogados muertos, andinistas muertos, modelos de belleza, farmacéuticos drogadictos, ciclistas en moto, moralistas de los de antes, cardiacos en Marte, quiosqueros con cambio, taxidermistas disfrazados de su madre, alguien al azar, jugadores de polo con una sola cosa en mente, libidinosos con caspa, Natasha, séptimos hijos varones, el ultimo de la fila, alfiles de ajedrez, turistas en Irak, dos personas que se van de una fiesta, los que imitan a Elvis, politólogos enanos, monógamos infelices, caníbales glotones, multitudes con nada mejor que hacer, meteorólogos sin paraguas, alguien que se acerca, los que no están en esta lista, casados en terceras nupcias, secretarias ejecutivas que visitan a su madre en el manicomio, saxofonistas en vilo, el que vive de rentas, londinenses que ahuyentan moscas con la mano, un pirata cojo.
martes, noviembre 15, 2005
Natasha ernesto y yo
ernesto, “el dueño de la verdad primera” (como ha insinuado que quiere ser llamado) guarda la verdad en el cajón de una cómoda. Expertos de ámbitos variados fueron invitados a cenar a casa y se les mostró a todos la verdad con la intención de determinar si era la primera. Un botanista de renombre la miró un rato con lupa y dio su veredicto: “es la vigésima tercer verdad”. Natasha se atragantó con un pedazo de pan. ernesto, enfurecido por la evidente falta de profesionalismo del botanista, lo mató con un cuchillito de manteca.
Un ciclista que vino a casa para ver la verdad de ernesto la miró apenas y soltó aire burlonamente por la nariz. “Esto ni siquiera es una verdad”, dijo “parece más bien un ovillo de lana o un calefón”. Durante el resto de la cena reinó el silencio, pero cuando el ciclista quiso irse a su casa, encontró en vez de su bicicleta, un triciclo rosado.
Una socióloga que vio la verdad ya había hablado con el botanista muerto y tenía miedo de correr la misma suerte. Afirmó temblorosa que era la verdad más primera que hubiera visto en su vida y que si existía una verdad más primera que la de ernesto, ella lo ignoraba. ernesto, encantado, la tomó por esposa.
Un ciclista que vino a casa para ver la verdad de ernesto la miró apenas y soltó aire burlonamente por la nariz. “Esto ni siquiera es una verdad”, dijo “parece más bien un ovillo de lana o un calefón”. Durante el resto de la cena reinó el silencio, pero cuando el ciclista quiso irse a su casa, encontró en vez de su bicicleta, un triciclo rosado.
Una socióloga que vio la verdad ya había hablado con el botanista muerto y tenía miedo de correr la misma suerte. Afirmó temblorosa que era la verdad más primera que hubiera visto en su vida y que si existía una verdad más primera que la de ernesto, ella lo ignoraba. ernesto, encantado, la tomó por esposa.
jueves, noviembre 10, 2005
La chica se salva
Ya eran después de las seis y Alonzo pensó en huir con el dinero. El no sabía que Felix había matado a los perros de la estancia para que no ladraran. Pensó en Paula. No podía llevarla en ese estado, tendría que dejarla. Una pena. Entró al cuarto pateando botellas y trató de levantarla del suelo, o al menos alejarla un poco del vomito. Pero después optó por abrir una ventana y dejarla donde estaba. Felix la mataría de cualquier manera.
Buscó las llaves del auto en el bolsillo del saco y avanzó hacia la puerta. Escuchó un motor pero los perros no ladraban. En el primer escalón de la escalera había un tuvo de plástico macizo y Alonzo no lo vio. Rodó escaleras abajo rompiéndose la cervical contra el filo del ultimo escalón.
Pasaron varios minutos y Alonzo hacía intentos desesperados por levantarse.
La puerta se abrió y Felix esbozó una sonrisa enorme al verlo en el suelo. Se acercó hasta casi tocarle la nariz con la punta de sus botas y dejó caer una línea de saliva larga y espesa que golpeó a Alonzo en la ceja y bajó hasta el ojo. Después, sin una palabra, prendió un cigarrillo y quebró la rodilla de Alonzo con el taco de su bota. alonzo gritó de dolor, pero enseguida se dio cuenta de que no sentía nada y pasó a la desesperación silenciosa.
Felix: ¿Paula?
Alonzo: A-a-arriba.
Felix: ¿No te duele?
Alonzo: No
Felix: ¿Está borracha?
Alonzo: (Sollozos)
Felix: Te pregunté si esta borracha, llorón.
Alonzo no pudo contestar y Felix le disparó tres tiros en la pierna izquierda. Gritó con los ojos muy abiertos y rojos. Las lagrimas y el escupitajo se confundieron en un único rió que bajaba por su cara. Enseguida apretó los labios fuertemente y siguió gritando con la garganta. Felix se agacho hasta estar muy cerca de su cara y le volvió a preguntar si Paula estaba borracha.
Alonzo: Est-está muerta… yo la maté.
Felix: Siempre supe que iba a enviudar joven. ¡Que piernas! Es una lastima su inclinación al alcohol y los parapléjicos de futuro incierto.
Alonzo levantó rápido la cabeza y alcanzó a morder la nariz de Felix. Un segundo después Felix disparó dos tiros en el estomago de Alonzo y se levantó dejando una línea de sangre que se mantuvo un instante quieta en el aire, y después llovió sobre la cara inmóvil de Alonzo.
Buscó las llaves del auto en el bolsillo del saco y avanzó hacia la puerta. Escuchó un motor pero los perros no ladraban. En el primer escalón de la escalera había un tuvo de plástico macizo y Alonzo no lo vio. Rodó escaleras abajo rompiéndose la cervical contra el filo del ultimo escalón.
Pasaron varios minutos y Alonzo hacía intentos desesperados por levantarse.
La puerta se abrió y Felix esbozó una sonrisa enorme al verlo en el suelo. Se acercó hasta casi tocarle la nariz con la punta de sus botas y dejó caer una línea de saliva larga y espesa que golpeó a Alonzo en la ceja y bajó hasta el ojo. Después, sin una palabra, prendió un cigarrillo y quebró la rodilla de Alonzo con el taco de su bota. alonzo gritó de dolor, pero enseguida se dio cuenta de que no sentía nada y pasó a la desesperación silenciosa.
Felix: ¿Paula?
Alonzo: A-a-arriba.
Felix: ¿No te duele?
Alonzo: No
Felix: ¿Está borracha?
Alonzo: (Sollozos)
Felix: Te pregunté si esta borracha, llorón.
Alonzo no pudo contestar y Felix le disparó tres tiros en la pierna izquierda. Gritó con los ojos muy abiertos y rojos. Las lagrimas y el escupitajo se confundieron en un único rió que bajaba por su cara. Enseguida apretó los labios fuertemente y siguió gritando con la garganta. Felix se agacho hasta estar muy cerca de su cara y le volvió a preguntar si Paula estaba borracha.
Alonzo: Est-está muerta… yo la maté.
Felix: Siempre supe que iba a enviudar joven. ¡Que piernas! Es una lastima su inclinación al alcohol y los parapléjicos de futuro incierto.
Alonzo levantó rápido la cabeza y alcanzó a morder la nariz de Felix. Un segundo después Felix disparó dos tiros en el estomago de Alonzo y se levantó dejando una línea de sangre que se mantuvo un instante quieta en el aire, y después llovió sobre la cara inmóvil de Alonzo.
miércoles, noviembre 09, 2005
Natasha ernesto y yo
Natasha dice que si no fuera por los juegos de mesa de los martes nada tendría sentido. El lunes ya se huele en la casa el perfume de su entusiasmo y se la escucha caminando el largo del pasillo una y otra vez. Cuando llega el martes hay que atarla a la biblioteca para que no rompa todos los cuadros por la emoción. A eso de las ocho la desatamos y empiezan los juegos de mesa. Siempre empezamos por poner la mesa al revés y jugar a los emigrantes cubanos. Nos subimos a la mesa y el comedor sirve de mar. Los riesgos son muchos, tenemos que luchar contra enormes monstruos oceanicos y barcos de la marina estadounidense. Cuando llegamos remando a la cocina ernesto dice que es Miami y todos tomamos mojitos y compramos aparatos que reproducen DVDs.
Natasha revisaba los libros viejos (esos que pierden las hojas cuando se los saca del estante) y las hojas que caían se transformaban en polillas antes de tocar el piso. ernesto, que miraba con horror desde el sofá, perdió todos los dientes de leche por el susto. Yo me paraba contra la pared y le pedía a Natasha que por favor dejara en paz a Ibsen. Pero Natasha, Dios la bendiga, no me hizo caso. Apenas tocó “Casa de muñecas” las hojas temblaron con una furia llena de clorofila y árbol. El papel echó raíces que se extendieron por el cuarto y rompieron las ventanas. Una rama que creció del segundo acto me tomó por la cintura. Nunca más volvimos a verme.
Estamos dándole los toques finales a nuestro segundo disco. La banda se llama “Los ernestos” y somos muy grandes en Japón. La critica, a mi entender, fue un poco generosa al calificar nuestro primer trabajo de “una basura inescuchable”.*
*Clarín
Natasha revisaba los libros viejos (esos que pierden las hojas cuando se los saca del estante) y las hojas que caían se transformaban en polillas antes de tocar el piso. ernesto, que miraba con horror desde el sofá, perdió todos los dientes de leche por el susto. Yo me paraba contra la pared y le pedía a Natasha que por favor dejara en paz a Ibsen. Pero Natasha, Dios la bendiga, no me hizo caso. Apenas tocó “Casa de muñecas” las hojas temblaron con una furia llena de clorofila y árbol. El papel echó raíces que se extendieron por el cuarto y rompieron las ventanas. Una rama que creció del segundo acto me tomó por la cintura. Nunca más volvimos a verme.
Estamos dándole los toques finales a nuestro segundo disco. La banda se llama “Los ernestos” y somos muy grandes en Japón. La critica, a mi entender, fue un poco generosa al calificar nuestro primer trabajo de “una basura inescuchable”.*
*Clarín
lunes, noviembre 07, 2005
Alggio Pastini
Ernesto inventó un nuevo tipo de mentira. Consiste en mentir arrepentido, pidiendo disculpas, rogando perdón. Ahora la usa con frecuencia. Natasha le pregunta si se comió el ultimo alfajor y ernesto dice que no, que lo siente muchísimo, que el no ha sido y que merece ser repudiado. Yo, más tarde y en privado, le comento lo evidentes que son sus mentiras para el que las mira de afuera. El contesta que el no busca engañarnos ni a Natasha ni a mi, sino a Jesús, que no oye las palabras sino que ve las intenciones.
Alggio Pastini ya no frecuenta nuestro barrio. Natasha dice que debe haberse perdido. No concibe que ya no quiera vernos. ernesto escupe en el suelo y dice ni siquiera acordarse de su cara, pero después se pone las gafas cromadas y ya no podemos verle los ojos. Yo cuando recuerdo a Alggio Pastini soy como el manco que siente algo rozar contra su mano ausente.
Natasha instaló las barras paralelas en el patio con la esperanza de que ernesto y yo las usáramos para lastimarnos. Yo me lastimé un poquito.
Vinieron a entrevistar a ernesto de una radio y una revista. Al principio ernesto los trató bien y les ofreció café. También intentó mostrarles un par de sus obras más recientes, pero pronto notó que no les interesaban y que sólo estaban allí para hacer notas amarillistas sobre su monstruosa altura. Los pisó. Así nomás. Sin decir agua va.
Natasha hizo un pequeño altar y puso fotos de Alggio Pastini bajo una vela que mantiene siempre encendida. ernesto se burla de ella durante la cena, pero lo he visto mirar el altar de reojo, como si fuera el cadáver de Alggio. Yo no creo que el altar vaya a cambiar de forma alguna la dolorosa ausencia, pero me gusta mirarlo mientras acaricio al pelaje de Euclides.
En un acto que hicieron, a Natasha a ernesto y a mi nos tocó hacer de granaderos. Fuimos a una librería y compramos unos cosos de cartulina que te atas atrás de la espalda y pareces un granadero. Antes de ponernos los trajes nos daba un poco de vergüenza, pero después resultó que algunos otros habían comprado el mismo. A uno de los chicos, incluso, se lo había hecho la mamá, que por el aspecto del disfraz era alcohólica o pelotuda.
“…pero antes de que pudiera articularlo, sonó la alarma y ya era tarde. Natasha soltó la pala e hizo ademán de agacharse a buscar el rifle. Una voz aumentada por un megáfono le advirtió que no lo hiciera si no quería terminar como un queso agujereado. Era el momento de que ernesto y yo saliéramos de las sombras, y usando nuestras ultimas fuerzas…”
Alggio Pastini llegó con regalos. Había regalos para Natasha y para ernesto también. Había regalos para mí. Nos dijo que asuntos urgentes lo habían llevado al exterior y que no había tenido tiempo para avisarnos. Natasha y yo lo agasajamos en la cocina con Tang y otras delicias, mientras ernesto miraba con aire de indiferencia desde el umbral de la puerta. Pero yo vi que después, cuando ernesto se despidió de Alggio Pastini, le dejó la solapa del saco un poquito mojada.
Alggio Pastini ya no frecuenta nuestro barrio. Natasha dice que debe haberse perdido. No concibe que ya no quiera vernos. ernesto escupe en el suelo y dice ni siquiera acordarse de su cara, pero después se pone las gafas cromadas y ya no podemos verle los ojos. Yo cuando recuerdo a Alggio Pastini soy como el manco que siente algo rozar contra su mano ausente.
Natasha instaló las barras paralelas en el patio con la esperanza de que ernesto y yo las usáramos para lastimarnos. Yo me lastimé un poquito.
Vinieron a entrevistar a ernesto de una radio y una revista. Al principio ernesto los trató bien y les ofreció café. También intentó mostrarles un par de sus obras más recientes, pero pronto notó que no les interesaban y que sólo estaban allí para hacer notas amarillistas sobre su monstruosa altura. Los pisó. Así nomás. Sin decir agua va.
Natasha hizo un pequeño altar y puso fotos de Alggio Pastini bajo una vela que mantiene siempre encendida. ernesto se burla de ella durante la cena, pero lo he visto mirar el altar de reojo, como si fuera el cadáver de Alggio. Yo no creo que el altar vaya a cambiar de forma alguna la dolorosa ausencia, pero me gusta mirarlo mientras acaricio al pelaje de Euclides.
En un acto que hicieron, a Natasha a ernesto y a mi nos tocó hacer de granaderos. Fuimos a una librería y compramos unos cosos de cartulina que te atas atrás de la espalda y pareces un granadero. Antes de ponernos los trajes nos daba un poco de vergüenza, pero después resultó que algunos otros habían comprado el mismo. A uno de los chicos, incluso, se lo había hecho la mamá, que por el aspecto del disfraz era alcohólica o pelotuda.
“…pero antes de que pudiera articularlo, sonó la alarma y ya era tarde. Natasha soltó la pala e hizo ademán de agacharse a buscar el rifle. Una voz aumentada por un megáfono le advirtió que no lo hiciera si no quería terminar como un queso agujereado. Era el momento de que ernesto y yo saliéramos de las sombras, y usando nuestras ultimas fuerzas…”
Alggio Pastini llegó con regalos. Había regalos para Natasha y para ernesto también. Había regalos para mí. Nos dijo que asuntos urgentes lo habían llevado al exterior y que no había tenido tiempo para avisarnos. Natasha y yo lo agasajamos en la cocina con Tang y otras delicias, mientras ernesto miraba con aire de indiferencia desde el umbral de la puerta. Pero yo vi que después, cuando ernesto se despidió de Alggio Pastini, le dejó la solapa del saco un poquito mojada.
domingo, noviembre 06, 2005
Natasha ernesto y John
Natasha, cansada de ganar y ganar, apostó todo al treinta y siete rojo. Al principio el crupier se negó diciendo que las normas de la casa no lo permitían, pero Natasha lo miró fijo un rato y no se habló más. Ocurrió entonces que el crupier (temblorosa su mano bajo el escrutinio de la mirada celeste de Natasha) soltó la pelotita desprolijamente. Esta tocó la ruleta y salió disparada a gran velocidad, rebotó en el monóculo de dos o tres jugadores que la miraban absortos, salió rebotando por la puerta del casino y entró por la ventana del colectivo treinta y siete. Cartel rojo.
ernesto, sin la corbata, mojaba la vainilla en un vaso de Tody. Un ruido como de licuadora oxidada partiendo huesos de pollo lo distrajo un momento y ocurrió la tragedia: La vainilla se humedeció demasiado, se partió y cayó dentro del vaso. Hubo que usar cuchara para recuperarla. Fue feo.
ernesto, sin la corbata, mojaba la vainilla en un vaso de Tody. Un ruido como de licuadora oxidada partiendo huesos de pollo lo distrajo un momento y ocurrió la tragedia: La vainilla se humedeció demasiado, se partió y cayó dentro del vaso. Hubo que usar cuchara para recuperarla. Fue feo.
viernes, noviembre 04, 2005
martes, noviembre 01, 2005
lunes, octubre 31, 2005
El mismo objeto visto desde dos lugares distintos
De lejos parece un hombre que lee el diario. Las esquinas del diario salen como cuernos o lunas por los costados de la cabeza. Incluso se ve la forma de los pies debajo de lo que parece un banco de plaza. De lejos parece que se acerca otra cosa. Parece una mujer o un pájaro por como se mueve, y por como se sienta junto a la figura del hombre que lee. Por una sombra como humo que sobrevuela la imagen ella parece estar fumando, pero esto ya es más rebuscado.
De cerca no parece estar ordenado de ninguna manera en particular. Hay más de veinte piedras con manchas de pintura y otras muchas piedras sin manchas. La perspectiva está invertida, las del fondo son las que se ven más grandes y en detalle, pero están demasiado lejos para tocarlas con la mano. Sin embargo, algo en la escena me es familiar: cuando piso el suelo las piedras gritan.
De cerca no parece estar ordenado de ninguna manera en particular. Hay más de veinte piedras con manchas de pintura y otras muchas piedras sin manchas. La perspectiva está invertida, las del fondo son las que se ven más grandes y en detalle, pero están demasiado lejos para tocarlas con la mano. Sin embargo, algo en la escena me es familiar: cuando piso el suelo las piedras gritan.
viernes, octubre 28, 2005
miércoles, octubre 26, 2005
martes, octubre 25, 2005
Sr Boyd
El Sr. Boyd en la inauguración de la nueva ala de una universidad de altos meritos académicos.
Decana de la universidad: Sr. Boyd, debiera haber permitido que el ala llevara su nombre. A fin de cuentas no existiría si no fuera por su generosa donación. Sin mencionar los planos, que Ud. Mismo trazó.
Sr. Boyd: Mi recompensa ya es grande. La historia siempre ha sido mi gran pasión y esta ala ayudará a formar a muchas generaciones de historiadores.
Sr. Boyd: Querida, hoy eh comprado una marca de tabaco distinta. Para combatir la rutina.
Sra. Boyd: Déjame armarte un cigarrillo, Henry. Tú sabes cuanto me divierte.
Sr. Boyd: Aquí tienes, querida. Procura que el tabaco no quede muy apretado.
Sr. Boyd: Vaya, Oswald. Este champagne es verdaderamente sabroso. ¿A que se debe este fino placer?
Oswald: Clemency ha tenido una nena hermosa. ¡Soy abuelo!
Sr. Boyd: Oh, felicitaciones, Oswald ¡Felicitaciones! Creía que aun faltaba una semana.
Oswald: Se ha adelantado. ¿No es maravilloso?
Sr. Boyd: Maravilloso.
El Sr. Boyd habla por teléfono en su estudio. La Sra. Boyd aparece en el marco de la puerta.
Sr. Boyd: (al teléfono) Discúlpeme un instante Sr. Escribano. (a su mujer) ¿Deseas algo querida?
Sra. Boyd: Compré sabanas nuevas, Henry. Y ya están puestas en la cama.
Sr. Boyd: (Al teléfono). Tendré que llamarlo en una hora, Sr. Escribano. Ha surgido un imprevisto que requiere mi atención inmediata.
Decana de la universidad: Sr. Boyd, debiera haber permitido que el ala llevara su nombre. A fin de cuentas no existiría si no fuera por su generosa donación. Sin mencionar los planos, que Ud. Mismo trazó.
Sr. Boyd: Mi recompensa ya es grande. La historia siempre ha sido mi gran pasión y esta ala ayudará a formar a muchas generaciones de historiadores.
Sr. Boyd: Querida, hoy eh comprado una marca de tabaco distinta. Para combatir la rutina.
Sra. Boyd: Déjame armarte un cigarrillo, Henry. Tú sabes cuanto me divierte.
Sr. Boyd: Aquí tienes, querida. Procura que el tabaco no quede muy apretado.
Sr. Boyd: Vaya, Oswald. Este champagne es verdaderamente sabroso. ¿A que se debe este fino placer?
Oswald: Clemency ha tenido una nena hermosa. ¡Soy abuelo!
Sr. Boyd: Oh, felicitaciones, Oswald ¡Felicitaciones! Creía que aun faltaba una semana.
Oswald: Se ha adelantado. ¿No es maravilloso?
Sr. Boyd: Maravilloso.
El Sr. Boyd habla por teléfono en su estudio. La Sra. Boyd aparece en el marco de la puerta.
Sr. Boyd: (al teléfono) Discúlpeme un instante Sr. Escribano. (a su mujer) ¿Deseas algo querida?
Sra. Boyd: Compré sabanas nuevas, Henry. Y ya están puestas en la cama.
Sr. Boyd: (Al teléfono). Tendré que llamarlo en una hora, Sr. Escribano. Ha surgido un imprevisto que requiere mi atención inmediata.
Necochino y sus fotos locas locas. (La foto es de Necochea, y si no explico esto no se entiende porqué puse Necochino. Y ahora me quedo largo el titul
o. El blog no permite tantas letras en el titulo y tuve que bajar aca para terminarlo. Pero Uds. hagan como que eesto es parte del tutulo, ¿ok?)
Dale, chino, esta foto la sacaste con photoshop.
Dale, chino, esta foto la sacaste con photoshop.
miércoles, octubre 19, 2005
Hay otras verdades, pero esta alcanza.
Entre libros nos miramos y nadie buscó que fuera la mirada más allá de las letras. Éramos atemporales en nuestra extraña y paralela forma de darle nuestros ojos a las cosas. Pero no dejábamos de ser diferentes a todo lo que nuestras manos sostenían. Temblorosas manos. De entre las esquinas del silencio de la biblioteca, una voz pudo más que las tintas y el papel. No era, no, una voz humana: El hombre es menos que los hombres. Pero la voz estaba, y nos era inconcebible ignorarla. No por su fuerza, que era poca, sino porque había nacido en nuestros poros y moriría con nosotros.
martes, octubre 18, 2005
Un chilly bastante picante
Muerte Roja aun recordaba, a través de las sangrientas imágenes que conformaban su pasado, las manualidades que le habían enseñado en el correccional de menores. Enhebró el hilo en la aguja con la destreza y el pulso de un enfermo de parkinson y se entregó silbando a su trabajo. El cadáver a sus pies aun movía los ojos, pero Muerte Roja ya conocía las pequeñas idiosincrasias de la vida póstuma y no se dejó impresionar. Hurgó en los bolsillos de su padre muerto y encontró un paquete de cigarrillos Richmond. Le propino al cuerpo una patada en las costillas con la punta metálica de sus botas de cuero. “Maldito tacaño, ¿A esto le llamas tabaco?”.
El plan (concebido en un estupor de drogas baratas y alcohol de farmacia) era coser la mano derecha con el pie derecho y la mano izquierda con el pie izquierdo. Así podría colgarse el cadáver como una mochila y cruzar la frontera a Méjico sin suscitar sospechas en los adormecidos agentes de aduana. El efecto de las drogas ahora se diluía y Muerte Roja seguía el plan con más diversión que certeza. La aguja atravesó fácilmente la piel y la escasa carne de la mano, pero la oxidada punta se detuvo al contacto con el hueso y Muerte Roja suspiró un poco molesto. Buscó el martillo que guardaba debajo del asiento de su Ford 47 y reanudó la costura con nuevos ánimos, empujando la aguja con delicados golpes.
Hubiera sido más fácil cavar una fosa y deshacerse del problema al costado de esa carretera sureña. Después de todo cavar fosas era una destreza que dominaba en todos sus aspectos. Pero la rutina empezaba a aburrirlo y siempre había querido saber que gusto tendría un “chilly” hecho con la carne de su padre.
Las verdaderas aventuras de Muerte Roja estan aca: Slaves&Bulldozers
El plan (concebido en un estupor de drogas baratas y alcohol de farmacia) era coser la mano derecha con el pie derecho y la mano izquierda con el pie izquierdo. Así podría colgarse el cadáver como una mochila y cruzar la frontera a Méjico sin suscitar sospechas en los adormecidos agentes de aduana. El efecto de las drogas ahora se diluía y Muerte Roja seguía el plan con más diversión que certeza. La aguja atravesó fácilmente la piel y la escasa carne de la mano, pero la oxidada punta se detuvo al contacto con el hueso y Muerte Roja suspiró un poco molesto. Buscó el martillo que guardaba debajo del asiento de su Ford 47 y reanudó la costura con nuevos ánimos, empujando la aguja con delicados golpes.
Hubiera sido más fácil cavar una fosa y deshacerse del problema al costado de esa carretera sureña. Después de todo cavar fosas era una destreza que dominaba en todos sus aspectos. Pero la rutina empezaba a aburrirlo y siempre había querido saber que gusto tendría un “chilly” hecho con la carne de su padre.
Las verdaderas aventuras de Muerte Roja estan aca: Slaves&Bulldozers
lunes, octubre 17, 2005
Estiba la leña que arde en el hogar, estíbala con ahínco
En doce carbones habían devenido los únicos fósforos de la casona sellada. Inútilmente Natasha volvió a probar la pesada puerta de madera, y cayó de rodillas dando un grito vitricida de desesperación e impotencia. ernesto acudió a ella raudo, y dándole el soporte de sus manos en los codos, la ayudó a incorporarse. Yo observaba a mis hermanos como si ya fueran ambos un recuerdo y como si un recuerdo fuera yo también.
En un rincón del gigantesco comedor, cuyas paredes húmedas recordaban a un patíbulo de guerra civil, nos sentamos muy juntos para ahuyentar el frío. Una fina lamina de hielo cubría el piso da la casa toda, pero más agudos y gélidos nos parecían los apagados sollozos de Natasha, que dormía sobre mi campera cubriéndose con la de ernesto. Ahora únicamente nos restaba mirar cómo sus lágrimas se congelaban antes de llegar a sus labios.
Un espeso vapor escapaba de nuestras bocas. ernesto sacó de su bolsillo un manojo de billetes arrugados y me dedicó una sonrisa larga y triste. Habíamos decidido no quemarlos y ahora no recordábamos porqué. Yo extendí mi mano y tomé algunos para meterlos en las medias de Natasha con la esperanza de que la insularan del frío, pero ernesto me detuvo por miedo a que la despertara.
Horas antes, cuando el sol aun se filtraba entre los tablones que tapiaban el ventanal, habíamos sentido el enojo y la furia. Pero dichas emociones habían muerto con el día, dejando sólo la desesperación y la amargura infinita. Dormimos los tres enmarañados.
Nos despertó el sol del mediodía, nos miramos las caras ulceradas con los ojos llenos de arena. El vasto desierto nos había vencido. Sólo nos restaba mirar como las lágrimas de Natasha se evaporaban antes de llegar a sus labios.
En un rincón del gigantesco comedor, cuyas paredes húmedas recordaban a un patíbulo de guerra civil, nos sentamos muy juntos para ahuyentar el frío. Una fina lamina de hielo cubría el piso da la casa toda, pero más agudos y gélidos nos parecían los apagados sollozos de Natasha, que dormía sobre mi campera cubriéndose con la de ernesto. Ahora únicamente nos restaba mirar cómo sus lágrimas se congelaban antes de llegar a sus labios.
Un espeso vapor escapaba de nuestras bocas. ernesto sacó de su bolsillo un manojo de billetes arrugados y me dedicó una sonrisa larga y triste. Habíamos decidido no quemarlos y ahora no recordábamos porqué. Yo extendí mi mano y tomé algunos para meterlos en las medias de Natasha con la esperanza de que la insularan del frío, pero ernesto me detuvo por miedo a que la despertara.
Horas antes, cuando el sol aun se filtraba entre los tablones que tapiaban el ventanal, habíamos sentido el enojo y la furia. Pero dichas emociones habían muerto con el día, dejando sólo la desesperación y la amargura infinita. Dormimos los tres enmarañados.
Nos despertó el sol del mediodía, nos miramos las caras ulceradas con los ojos llenos de arena. El vasto desierto nos había vencido. Sólo nos restaba mirar como las lágrimas de Natasha se evaporaban antes de llegar a sus labios.
domingo, octubre 16, 2005
sábado, octubre 15, 2005
El método científico
Cuando ernesto se interna en su laboratorio, pueden pasar periodos de tiempo sumamente variables antes de que Natasha y yo lo veamos de nuevo. Se interna y Natasha pega la oreja a la puerta para escuchar lo que hace. Yo quemo toda la ropa de ernesto para mantenerme caliente hasta que vuelva: Su ausencia me enfría los huesos.
Una vez ernesto gritó Eureka. Salió del laboratorio con un tubo de ensayo pegado como una sopapa a la frente. Eureka, Eureka, gritaba. Y ni Natasha ni yo sabíamos a quien se refería. ernesto nunca nos explicó. Pero si nos contó qué era el líquido que había adentro del tubo. Una poción para la vida eterna. Escépticos siempre, Natasha y yo descreímos de sus palabras y exigimos pruebas. En el acto ernesto bebió la pócima y pareció dar resultado porque no murió. Sin embargo, mi escepticismo y el de Natasha no desaparecieron por completo. Razonamos que aunque no muriera en ese instante podía llegar a morir algún día. Entonces lo sentamos en un sillón muy cómodo y lo estudiamos fijamente. Esa noche, cuando cerró los ojos, Natasha y yo creímos que había fracasado. Pero a la mañana siguiente lo vimos rascarse la oreja con la goma de un lápiz y dedujimos que había estado durmiendo. Pasaba el tiempo y ni Natasha ni yo hacíamos más que mirarlo. Lo mirábamos todo el tiempo y siempre estaba vivo. Veinte años pasaron y ernesto eludía el democrático final. Treinta años pasaron y ernesto aun no servia de pasto al pasto. Sesenta años pasaron y ernesto no hacia sino vivir y vivir.
A los quinientos años ernesto enfermó. Natasha, que una vez también había enfermado, le puso unos paños fríos en la cara. Los paños funcionaron maravillosamente y ernesto en vez de morir siguió viviendo.
A los doce mil años ernesto soltó un suspiro largo y callado y después se quedó muy quieto. Lo sacudimos un poco y confesó que no estaba muerto sino que estaba aburrido de estar siempre sentado en el sillón (sin importar cuan cómodo fuera) y buscaba simular su muerte así lo dejábamos en paz.
Cuando habían pasado ya diecisiete mil billones de años desde que había bebido la poción, ernesto apuntó con un dedo al techo y mientras Natasha y yo mirábamos se dio a la fuga por la ventana. Habiendo pasado tanto tiempo de espaldas a la calle, olvidó que vivíamos en el noveno piso. Natasha y yo bajamos a ver que había pasado y lo vimos muerto en la vereda. Yo saqué un marcador indeleble de mi bolsillo y se lo di a Natasha, que lo usó para escribir “farsante” en la sangrienta frente de ernesto.
Una vez ernesto gritó Eureka. Salió del laboratorio con un tubo de ensayo pegado como una sopapa a la frente. Eureka, Eureka, gritaba. Y ni Natasha ni yo sabíamos a quien se refería. ernesto nunca nos explicó. Pero si nos contó qué era el líquido que había adentro del tubo. Una poción para la vida eterna. Escépticos siempre, Natasha y yo descreímos de sus palabras y exigimos pruebas. En el acto ernesto bebió la pócima y pareció dar resultado porque no murió. Sin embargo, mi escepticismo y el de Natasha no desaparecieron por completo. Razonamos que aunque no muriera en ese instante podía llegar a morir algún día. Entonces lo sentamos en un sillón muy cómodo y lo estudiamos fijamente. Esa noche, cuando cerró los ojos, Natasha y yo creímos que había fracasado. Pero a la mañana siguiente lo vimos rascarse la oreja con la goma de un lápiz y dedujimos que había estado durmiendo. Pasaba el tiempo y ni Natasha ni yo hacíamos más que mirarlo. Lo mirábamos todo el tiempo y siempre estaba vivo. Veinte años pasaron y ernesto eludía el democrático final. Treinta años pasaron y ernesto aun no servia de pasto al pasto. Sesenta años pasaron y ernesto no hacia sino vivir y vivir.
A los quinientos años ernesto enfermó. Natasha, que una vez también había enfermado, le puso unos paños fríos en la cara. Los paños funcionaron maravillosamente y ernesto en vez de morir siguió viviendo.
A los doce mil años ernesto soltó un suspiro largo y callado y después se quedó muy quieto. Lo sacudimos un poco y confesó que no estaba muerto sino que estaba aburrido de estar siempre sentado en el sillón (sin importar cuan cómodo fuera) y buscaba simular su muerte así lo dejábamos en paz.
Cuando habían pasado ya diecisiete mil billones de años desde que había bebido la poción, ernesto apuntó con un dedo al techo y mientras Natasha y yo mirábamos se dio a la fuga por la ventana. Habiendo pasado tanto tiempo de espaldas a la calle, olvidó que vivíamos en el noveno piso. Natasha y yo bajamos a ver que había pasado y lo vimos muerto en la vereda. Yo saqué un marcador indeleble de mi bolsillo y se lo di a Natasha, que lo usó para escribir “farsante” en la sangrienta frente de ernesto.
jueves, octubre 13, 2005
miércoles, octubre 12, 2005
1a Persona, UNA
Hay gente en el mundo. Mucha. Cada vez más. De toda esa gente mucha es amarilla y mucha tiene los ojos entrecerrados. De todos esos, bastantes sacan fotos. De esos bastantes, algunos manejan un remis. De entre esos, unos pocos tienen blog. De esos pocos, sólo uno es lo mejor que le pasó al mundo.
Muchisimos apios. Todos verdes.
Muchisimos apios. Todos verdes.
domingo, octubre 09, 2005
Cuando Natasha no está. Cuando ernesto está ausente.
¿Qué hacen todas estas cáscaras en el piso? ¿Por qué nadie las remplaza por azulejos ajedrezados? ¿Están durmiendo y no las vieron todavía? ¿O es que no les importa lo que pensemos de ellos?
¿Ese reloj está en hora? ¿Dónde fueron los minutos? ¿No tenia que estar en algún otro lado? ¿No tenía que presentarme ante alguna autoridad? ¿No había unos papeles que tenia que hacer firmar? ¿Era hoy?
¿Dónde esta la carne que cubría mis dedos? ¿Por qué puedo ver los huesos de mi mano? ¿Y por qué mis nudillos brillan con una luz blanca? ¿Estaré perdido en una selva, entre animales y plantas?
¿Cómo puede ser que esa mujer saque objetos tan grandes de un maletín tan reducido? ¿Vende algo? ¿Me mira para que me acerque? ¿Quiere que le hable? ¿Esto está ocurriendo ahora, o es un recuerdo muy nítido?
¿Tengo frío o tiemblo de cansancio y hambre? ¿Quién destejió mi abrigo? ¿Quién hizo un ovillo con la lana de mi suéter? ¿Y por qué? ¿O es que se invirtió el tiempo? ¿Ulises se aleja de Itaca?
¿Quién se acerca con las manos atrás de la espalda? ¿Es un hombre o una idea? ¿Es cierto que se acerca? ¿Por qué no llega nunca? ¿Y porque sus zapatos no dejan huellas en la arena?
¿No éramos dos hace sólo un momento? ¿Dónde está el cuerpo y donde la sombra que proyectaba? ¿O era el espejo opaco que ahora veo y entiendo? ¿Era mi reflejo o éramos dos?
¿Por qué ese fuego no deja cenizas ni hace humo? ¿Es que la llama consume la madera toda? ¿O es mi mirada selectiva que esquiva todo lo que no tiene remedio? ¿Por qué no ilumina mi diminuto cuarto? ¿Y porque parece tragarse la luz de la ventana?
¿Ese reloj está en hora? ¿Dónde fueron los minutos? ¿No tenia que estar en algún otro lado? ¿No tenía que presentarme ante alguna autoridad? ¿No había unos papeles que tenia que hacer firmar? ¿Era hoy?
¿Dónde esta la carne que cubría mis dedos? ¿Por qué puedo ver los huesos de mi mano? ¿Y por qué mis nudillos brillan con una luz blanca? ¿Estaré perdido en una selva, entre animales y plantas?
¿Cómo puede ser que esa mujer saque objetos tan grandes de un maletín tan reducido? ¿Vende algo? ¿Me mira para que me acerque? ¿Quiere que le hable? ¿Esto está ocurriendo ahora, o es un recuerdo muy nítido?
¿Tengo frío o tiemblo de cansancio y hambre? ¿Quién destejió mi abrigo? ¿Quién hizo un ovillo con la lana de mi suéter? ¿Y por qué? ¿O es que se invirtió el tiempo? ¿Ulises se aleja de Itaca?
¿Quién se acerca con las manos atrás de la espalda? ¿Es un hombre o una idea? ¿Es cierto que se acerca? ¿Por qué no llega nunca? ¿Y porque sus zapatos no dejan huellas en la arena?
¿No éramos dos hace sólo un momento? ¿Dónde está el cuerpo y donde la sombra que proyectaba? ¿O era el espejo opaco que ahora veo y entiendo? ¿Era mi reflejo o éramos dos?
¿Por qué ese fuego no deja cenizas ni hace humo? ¿Es que la llama consume la madera toda? ¿O es mi mirada selectiva que esquiva todo lo que no tiene remedio? ¿Por qué no ilumina mi diminuto cuarto? ¿Y porque parece tragarse la luz de la ventana?
jueves, octubre 06, 2005
Porque la vida es corta
Natasha camina el largo del pasillo. Cuando llega a un extremo, gira y camina el largo del pasillo. En un principio, los pesados listones soportaban impertérritos el agravio de sus finos tacos, pero con el tiempo se fueron erosionando hasta convertirse en una delgada capa de papel traslucido. El pasillo ya no aguantaría ni mi peso ni el de ernesto, y sólo la ingrávida Natasha tiene acceso a la parte del fondo de la casa; que consiste en el baño y el cuarto de las tortugas.
Natasha ernesto y yo estuvimos inaccesibles la ultima temporada. Un proyecto ocupaba nuestro tiempo de vigilia. Buscábamos, sin animo de ofender a los lingüistas, letras que no hayan sido descubiertas aun. Al final desistimos de nuestra tarea porque las únicas dos que se nos ocurrieron fueron el “efe” y la “pe”, que resultaron ser preexistentes a nuestra labor.
Una vez por semana, Natasha y ernesto envuelven sus puños con toallas y cinta de enmascarar y recorren toda la casa rompiendo cada una de las ventanas. Tratan de que todos los vidrios caigan para el lado de la calle así después no hay que limpiar. Aunque tanto Natasha como ernesto dicen hacerlo porque la vida es corta, yo creo entrever un motivo secreto en el accionar de ambos: A la hora de remplazar el vidrio, la opción más obvia es un cubano muy simpático que vive en nuestro edificio y es vidriero. A mi parecer, a Natasha este hombre no le es del todo indiferente. ernesto, por otro lado, siempre que rompe una ventana procura que haya algún transeúnte en la vereda.
Natasha ernesto y yo estuvimos inaccesibles la ultima temporada. Un proyecto ocupaba nuestro tiempo de vigilia. Buscábamos, sin animo de ofender a los lingüistas, letras que no hayan sido descubiertas aun. Al final desistimos de nuestra tarea porque las únicas dos que se nos ocurrieron fueron el “efe” y la “pe”, que resultaron ser preexistentes a nuestra labor.
Una vez por semana, Natasha y ernesto envuelven sus puños con toallas y cinta de enmascarar y recorren toda la casa rompiendo cada una de las ventanas. Tratan de que todos los vidrios caigan para el lado de la calle así después no hay que limpiar. Aunque tanto Natasha como ernesto dicen hacerlo porque la vida es corta, yo creo entrever un motivo secreto en el accionar de ambos: A la hora de remplazar el vidrio, la opción más obvia es un cubano muy simpático que vive en nuestro edificio y es vidriero. A mi parecer, a Natasha este hombre no le es del todo indiferente. ernesto, por otro lado, siempre que rompe una ventana procura que haya algún transeúnte en la vereda.
miércoles, octubre 05, 2005
Natasha ernesto y yo
En un rincón de la cocina guardamos lo que ya no nos sirve. Apilamos cosas y tratamos de olvidarnos de que están ahí. De vez en cuando le pegamos una ojeada a ver si hay algo que con el tiempo nos volvió a ser útil. Muy posmoderno todo.
Cosas que pusimos en el rincón de la cocina y que con el tiempo nos volvieron a ser útiles:
Un CD rayado de roxette
Un balde llenos de piedras verdes
Una botella de sidra
A ernesto
Una espiral para ahuyentar mosquitos
Un boleto de lotería ganador
La paz mundial
Una idea mediocre (que con el tiempo resulto no ser tan mala)
Dos bolsas de aserrín y la filmografía completa de Chuck Norris
Intenciones secretas
Cuatro mazos de cartas incompletos con los que hicimos tres mazos completos
Una mañana de invierno
Un vestido floreado
Una manzana
Una bota de aluminio
La otra bota
Dos biblias con marcas de dientes en las contratapas
Seis litros de mi sangre
Los hijos no reconocidos de Natasha
Un sifón recargable
La matemática
Muchas ganas de pasarla bien
Un piano de cola que estaba un poco desafinado pero que no llegaba a ser intocable
Una linterna
All the farms in Cuba.
Cosas que pusimos en el rincón de la cocina y que con el tiempo nos volvieron a ser útiles:
Un CD rayado de roxette
Un balde llenos de piedras verdes
Una botella de sidra
A ernesto
Una espiral para ahuyentar mosquitos
Un boleto de lotería ganador
La paz mundial
Una idea mediocre (que con el tiempo resulto no ser tan mala)
Dos bolsas de aserrín y la filmografía completa de Chuck Norris
Intenciones secretas
Cuatro mazos de cartas incompletos con los que hicimos tres mazos completos
Una mañana de invierno
Un vestido floreado
Una manzana
Una bota de aluminio
La otra bota
Dos biblias con marcas de dientes en las contratapas
Seis litros de mi sangre
Los hijos no reconocidos de Natasha
Un sifón recargable
La matemática
Muchas ganas de pasarla bien
Un piano de cola que estaba un poco desafinado pero que no llegaba a ser intocable
Una linterna
All the farms in Cuba.
martes, octubre 04, 2005
sábado, octubre 01, 2005
Terribles eran Natasha y ernesto. Terrible era yo.
Terribles éramos los tres. Los demás, que lo notaban, sentían un miedo enorme. Les caía una gota de sudor por el hueco de la espalda y se humedecían sus camisas; tal era su temor. Natasha, aunque no era más terrible que ernesto o que yo, era la que más miedo suscitaba. ernesto y yo nos alegramos de que, por el momento al menos, estuviera de nuestro lado. Un crítico de arte que miraba de lejos pensaba que ese día seria su último. Así de terribles eran Natasha y ernesto. Así de terrible era yo.
Terribles éramos los tres. Temblaban todos de miedo y de frío (sus camisas húmedas). ernesto mostraba todos los dientes y miedo es lo que producía en los demás. En un momento, que fue breve pero intenso, miedo sentí yo también. Sentí miedo a pesar de conocer la farsa secreta que nos hacia terribles. Yo sabía pero temía, yo sabía y temía.
Terribles éramos los tres. Una niña, una infante, forzaba una valentía transparente que no engañaba a Natasha y que no engañaba a ernesto. A mi no me engañaba. La niña, la infante, parada con las piernas un poco separadas y los brazos rígidos al costado del cuerpo, balbuceaba una oración a un dios pagano mientras nos miraba iracunda. Miraba a ernesto y a Natasha con ira. A mi me miraba con ira.
Terribles éramos los tres. Y terribles eran nuestros gestos. Y terribles nuestras ropas y nuestras almas. Y terribles nuestros ojos y nuestras vidas. Y terribles eran nuestros pasados. Terribles eran nuestras ideas y nuestras mentiras. Y también nuestras verdades y nuestros dedos. Eran terribles nuestras amistades y nuestras mascaras. Terribles, eran Natasha y ernesto. Terrible era yo.
Terribles éramos los tres. Y si nos mirábamos entre nosotros, no éramos terribles sino hermanos. Terribles éramos los tres y no hubiésemos querido ser de ninguna otra manera
Terribles éramos los tres. Temblaban todos de miedo y de frío (sus camisas húmedas). ernesto mostraba todos los dientes y miedo es lo que producía en los demás. En un momento, que fue breve pero intenso, miedo sentí yo también. Sentí miedo a pesar de conocer la farsa secreta que nos hacia terribles. Yo sabía pero temía, yo sabía y temía.
Terribles éramos los tres. Una niña, una infante, forzaba una valentía transparente que no engañaba a Natasha y que no engañaba a ernesto. A mi no me engañaba. La niña, la infante, parada con las piernas un poco separadas y los brazos rígidos al costado del cuerpo, balbuceaba una oración a un dios pagano mientras nos miraba iracunda. Miraba a ernesto y a Natasha con ira. A mi me miraba con ira.
Terribles éramos los tres. Y terribles eran nuestros gestos. Y terribles nuestras ropas y nuestras almas. Y terribles nuestros ojos y nuestras vidas. Y terribles eran nuestros pasados. Terribles eran nuestras ideas y nuestras mentiras. Y también nuestras verdades y nuestros dedos. Eran terribles nuestras amistades y nuestras mascaras. Terribles, eran Natasha y ernesto. Terrible era yo.
Terribles éramos los tres. Y si nos mirábamos entre nosotros, no éramos terribles sino hermanos. Terribles éramos los tres y no hubiésemos querido ser de ninguna otra manera
Velocidad
Las zapatillas, que tienen una suela fina, se evaporan por el calor que produce la fricción contra el polvo de ladrillo. Las medias se prenden fuego en un chispazo y quedan rodando al costado de la pista, envueltas en una llama circular. La piel no opone más resistencia que las medias y enseguida la carne toca el suelo en una explosión de sangre. La sangre se evapora dejando en la pista un polvo rojo. Los huesos del pie desaparecen en cenizas que flotan y se esparcen. Los tendones, al cortarse, golpean contra la parte de atrás de las rodillas sacudiendo el cuerpo que cae de espaldas. Esto lo detiene un poco pero sigue avanzando a enorme velocidad, dejando una estela de sangre. La línea final la cruzan sólo un par de dientes y un anillo de bodas. Pero los jueces lo dan por valido.
viernes, setiembre 30, 2005
Carne Humana
Ayer Nikita y Doris deleitaron a las masas. Una masa.
Si yo tuviera que ser una canción seria "El pirata".
Un flash de Carne humana.
Si yo tuviera que ser una canción seria "El pirata".
Un flash de Carne humana.
miércoles, setiembre 28, 2005
Sírveme un güisqui
La revista sangraba una sombra sobre un ojo que pasaba sus páginas sin mucho interés. Se había sacado los tacos ya se masajeaba distraídamente la planta del pié. Por el color de su vestido, que era el mismo que el de su piel, parecía desnuda. Faltaban dos cosas en el cuarto pero ella sólo había notado una: Su marido. El General Quinn podía ser encontrado en el estudio a casi toda hora del día y sobre todo por la noche. La segunda ausencia era una de las tres hachas ornamentales que colgaban sobre la chimenea. Se trataba de finas reliquias japonesas que el General Quinn había recibido de su padre al cumplir los quince años.
Por un segundo el silencio pareció más grave y profundo. El grito de alguien muriendo siguió a ese momento. Por la puerta, con el hacha clavada en el cuello y el delantal blanco manchado por mucha sangre, entró Daisy a los gritos. La empleada cayó de cara al piso y por el efecto de su propio peso sobre el filo del hacha, termino de rebanar su cabeza, que rodó sobre la alfombra. La señora Quinn, tapándose la cara con la revista, no vio entrar a su marido, impecable y sonriente. Silencio, querida, le dijo a su mujer y era la primera vez que le decía querida. Después se agachó como queriendo ver dentro del cuerpo de Daisy por la abertura del cuello. Pero en lugar de mirarla se desató un cordón y se lo sacó lentamente y moviendo la cabeza de lado a lado. Se acomodó el monóculo y le dio un par de vueltas a cada mano con las puntas del cordón.
La señora Quinn, parecía haber decidido que nada más ocurriría si ella no podía verlo. El almohadón que apretaba contra su cara apagaba sus alaridos y le impedía ver a su marido que se acercaba sonriendo y daba la vuelta poniéndose a sus espaldas. Silencio, mi princesita, despertaras a los vecinos. No quiero tener que estrangularte con el cordón de mi zapato. Se una buena chica y compórtate. Sírveme un güisqui.
Por un segundo el silencio pareció más grave y profundo. El grito de alguien muriendo siguió a ese momento. Por la puerta, con el hacha clavada en el cuello y el delantal blanco manchado por mucha sangre, entró Daisy a los gritos. La empleada cayó de cara al piso y por el efecto de su propio peso sobre el filo del hacha, termino de rebanar su cabeza, que rodó sobre la alfombra. La señora Quinn, tapándose la cara con la revista, no vio entrar a su marido, impecable y sonriente. Silencio, querida, le dijo a su mujer y era la primera vez que le decía querida. Después se agachó como queriendo ver dentro del cuerpo de Daisy por la abertura del cuello. Pero en lugar de mirarla se desató un cordón y se lo sacó lentamente y moviendo la cabeza de lado a lado. Se acomodó el monóculo y le dio un par de vueltas a cada mano con las puntas del cordón.
La señora Quinn, parecía haber decidido que nada más ocurriría si ella no podía verlo. El almohadón que apretaba contra su cara apagaba sus alaridos y le impedía ver a su marido que se acercaba sonriendo y daba la vuelta poniéndose a sus espaldas. Silencio, mi princesita, despertaras a los vecinos. No quiero tener que estrangularte con el cordón de mi zapato. Se una buena chica y compórtate. Sírveme un güisqui.
domingo, setiembre 25, 2005
Diez años
Como vivimos requetecontra cerquita de la mar, en verano nos afeitamos bien y bajamos a disfrutar un poco del sol. Pero con sombrilla y protector antisolar. En la arena hay que estar mirando siempre a Natasha porque tiene una predisposición natural a convertirse en arena. Cada vez que, por algún descuido mío o de ernesto, Natasha torna en las mínimas lapidas del tiempo, ernesto y yo nos pasamos horas buscando los granitos y siempre ocurre que algunos se pierden. Natasha, consecuentemente, esta dejando de existir en cuotas. No os preocupéis, dice Natasha, ahora cabo en lugares en que antes no escupía.
Al ser ernesto ciego, cuando se mete en el mar no sabe para qué lado está la playa. Una vez terminó nadando hasta África, pero como es ciego no se dio cuenta. Volvió un día que se cayó en un charco y nadó hasta acá. Por las arrugas de nuestras caras, dedujimos que habían pasado diez años desde la última vez que nos habíamos visto.
Al ser ernesto ciego, cuando se mete en el mar no sabe para qué lado está la playa. Una vez terminó nadando hasta África, pero como es ciego no se dio cuenta. Volvió un día que se cayó en un charco y nadó hasta acá. Por las arrugas de nuestras caras, dedujimos que habían pasado diez años desde la última vez que nos habíamos visto.
jueves, setiembre 22, 2005
Nurse, get your pad, this boy's insane
Some time ago a crazy dream came to me,I dreamt I was walkin' into World War Three,I went to the doctor the very next dayTo see what kinda words he could say.He said it was a bad dream.I wouldn't worry 'bout it none, though,They were my own dreams and they're only in my head.I said, "Hold it, Doc, a World War passed through my brain."He said, "Nurse, get your pad, this boy's insane,"He grabbed my arm, I said "Ouch!"As I landed on the psychiatric couch,He said, "Tell me about it."Well, the whole thing started at 3 o'clock fast,It was all over by quarter past.I was down in the sewer with some little loverWhen I peeked out from a manhole coverWondering who turned the lights on.Well, I got up and walked aroundAnd up and down the lonesome town.I stood a-wondering which way to go,I lit a cigarette on a parking meterAnd walked on down the road.It was a normal day.Well, I rung the fallout shelter bellAnd I leaned my head and I gave a yell,"Give me a string bean, I'm a hungry man."A shotgun fired and away I ran.I don't blame them too much though,I know I look funny.Down at the corner by a hot-dog standI seen a man, I said, "Howdy friend,I guess there's just us two."He screamed a bit and away he flew.Thought I was a Communist.Well, I spied a girl and before she could leave,"Let's go and play Adam and Eve."I took her by the hand and my heart it was thumpin'When she said, "Hey man, you crazy or sumpin',You see what happened last time they started."Well, I seen a Cadillac window uptownAnd there was nobody aroun',I got into the driver's seatAnd I drove 42nd StreetIn my Cadillac.Good car to drive after a war.Well, I remember seein' some ad,So I turned on my Conelrad.But I didn't pay my Con Ed bill,So the radio didn't work so well.Turned on my player-It was Rock-A-Day, Johnny singin',"Tell Your Ma, Tell Your Pa,Our Loves Are Gonna Grow Ooh-wah, Ooh-wah."I was feelin' kinda lonesome and blue,I needed somebody to talk to.So I called up the operator of timeJust to hear a voice of some kind."When you hear the beepIt will be three o'clock,"She said that for over an hourAnd I hung it up.Well, the doctor interrupted me just about then,Sayin, "Hey I've been havin' the same old dreams,But mine was a little different you see.I dreamt that the only person left after the war was me.I didn't see you around."Well, now time passed and now it seemsEverybody's having them dreams.Everybody sees themselves walkin' around with no one else.Half of the people can be part right all of the time,Some of the people can be all right part of the time.But all the people can't be all right all the timeI think Abraham Lincoln said that."I'll let you be in my dreams if I can be in yours,"I said that.
miércoles, setiembre 21, 2005
lunes, setiembre 19, 2005
domingo, setiembre 18, 2005
Tarde de campo con apocalipsis de fondo
La tarde se dibujaba abstracta. Tres siluetas éramos contra un naranja lleno de violeta y fuego. Tres siluetas éramos Natasha ernesto y yo. Respetábamos un tácito pacto de silencio que sólo el fluir suave de un arroyo cercano ponía en evidencia.
Lejos, en la montaña, la relación entre los hombres se desdibuja y pierde sentido la palabra hermano. Por eso éramos tres siluetas recortadas en el cielo de la tarde, y no tres hermanos en la cornisa del mundo.
A cierta hora, es más importante lo que se percibe con la vista periférica que lo que está en foco. A esa hora Natasha, ernesto y yo guardábamos nuestras palabras para no tener que hablar. Los ojos clavados en algo que se movía imperceptiblemente, perdiendo tamaño, cortando la incierta línea del horizonte.
Pronto, pero más tarde de lo que habíamos previsto, empezaron a surgir de la tierra columnas de un fuego enojado. Natasha y ernesto permanecian en silencio. Yo no hablaba.
Empuñando dos hachas, se acercaba un caballo al que le salían del cuerpo ramas llenas de hojas. El sonido de su galopar parecía venir desde la izquierda del valle, pero lo veíamos acercarse por la derecha. Se acercaba y era terrible. Ya no era uno sino cuatro. Cuatro caballos.
Se abrió el cielo como una herida y nadaron hacia abajo enredaderas rojas y amarillas. Natasha me agarraba fuerte la mano, pero nadie rompía el silencio.
Sólo yo, en el último momento, solté un suspiro. Pero para ese entonces ni Natasha ni ernesto podían escucharme.
Lejos, en la montaña, la relación entre los hombres se desdibuja y pierde sentido la palabra hermano. Por eso éramos tres siluetas recortadas en el cielo de la tarde, y no tres hermanos en la cornisa del mundo.
A cierta hora, es más importante lo que se percibe con la vista periférica que lo que está en foco. A esa hora Natasha, ernesto y yo guardábamos nuestras palabras para no tener que hablar. Los ojos clavados en algo que se movía imperceptiblemente, perdiendo tamaño, cortando la incierta línea del horizonte.
Pronto, pero más tarde de lo que habíamos previsto, empezaron a surgir de la tierra columnas de un fuego enojado. Natasha y ernesto permanecian en silencio. Yo no hablaba.
Empuñando dos hachas, se acercaba un caballo al que le salían del cuerpo ramas llenas de hojas. El sonido de su galopar parecía venir desde la izquierda del valle, pero lo veíamos acercarse por la derecha. Se acercaba y era terrible. Ya no era uno sino cuatro. Cuatro caballos.
Se abrió el cielo como una herida y nadaron hacia abajo enredaderas rojas y amarillas. Natasha me agarraba fuerte la mano, pero nadie rompía el silencio.
Sólo yo, en el último momento, solté un suspiro. Pero para ese entonces ni Natasha ni ernesto podían escucharme.
miércoles, setiembre 14, 2005
Vengo respirando la misma pulmonada de aire hace rato.
Vengo respirando la misma pulmonada de aire hace rato.
sábado, setiembre 10, 2005
Natasha ernesto y vos
Al margo porvenir, Natasha y ernesto lo encontraron en una esquina de almagro. Era bastante magro y yo, precavido, conservé prudente distancia. Pero Natasha, que es la más sensible, lo llevó a casa y lo bañó con jabones odoríficos. ernesto no cree en el porvenir y se enoja si hablamos del magro porvenir que encontró con Natasha. Natasha dice que se enoja sólo porque es un porvenir magro, si fuera un porvenir feliz, dice Natasha, creería más.
Cuando los nietos de ernesto vienen de visita, Natasha y yo nos escondemos abajo de la cama hasta que se van. No nos gustan los chicos porque casi nunca tienen drogas inyectables que es lo que si nos gusta. A Natasha y a mí.
Si salimos ya, podemos estar en Kansas a tiempo para el rodeo.
ernesto dice que la espada samurai es la mejor compra que hizo en su vida. Le costó un ojo de la cara. Pagó al contado con plata robada.
ernesto no tiene lo que comúnmente se llama un cuerpo. Es mas bien como una fina película de salmón y protones interactuando de manera tal que el resultado es una especie de nube negra con olor a salmón. Esto, naturalmente, lo hace muy feliz.
Natasha suda mucho cuando se enamora. Una vez se mudó un cubano muy simpático al piso de abajo y Natasha empezó a sudar como loca. Sudaba y sudaba.
ernesto, que bajaba un momento al kiosco a comprar mas Fernet preguntó si Natasha quería alguna cosa de la calle. A mi ya no me pregunta porque sabe que odio las cosas.
Al gato que le afanamos a un tipo que era blanco pero tenía el pelo enrulado como los negros, le pusimos de nombre huesos. Huesos era más feliz con su antiguo dueño y no tiene ningún reparo en decírnoslo. Es cierto que lo alimentamos con plastilina, pero por lo demás lo tratamos como si fuera uno de nosotros.
Una vez le pregunté a Natasha como se encontraba esa mañana y ella me contestó que bien y yo le dije que me alegraba y ella me dijo que ella se alegraba de que yo me alegrase y yo después le dije que yo me alegraba de que ella se hubiera alegrado de mi alegría al encontrarla bien aquella mañana.
ernesto va a tener que pasar una larga temporada en la cárcel por venderle escopetas a un cactus. Planea escribir sus memorias pero no le dan tinta en las cantidades necesarias. Lo primero que escribió nos llegó un martes en el correo. Dice esto: No alcanza la escasa tinta que me procura el guardia de mi cárcel para contar los avatares de mi vida libre, sufiza anotar unos cuantos e ilustrativos sucesos: He comido carne de hombre, disfrazado de mujer entre negras salvajes; he guerreado en un ejercito de cincuenta hombres contra uno de cuatro mil; he sido telépata por un mes por haber bebido el agua de un río amarillo; me ha invadido la ira divina (o la locura) y he matado hombres y destruido ídolos dorados; he visto en el mar un pulpo gigante de un solo ojo que cambiaba de color al sonido de la citara; he sido mendigo y millonario; me han venerado como a un dios por poseer la lupa que hace el fuego; he visto, en un templo, tecnologías que mis ojos no entendieron; he robado un libro cuyas palabras son a la vez las cosas que nombran; he perdido el habla por insultar a un hombre santo y lo he recuperado matándolo salvajemente; he estado despierto cinco años seguidos, producto de una droga que me dio una mujer a quien le negué mi amor; he amado; he usado, en noches de saqueo, una capa que me hacia invisible; he visto a un hombre caer muerto y he visto cientos de ratas salir de su boca y de su estomago; he empuñado un cetro que permite atravesar montañas; he enterrado a muchos de mis hijos; he visto, en China, una puesta de sol que no puedo olvidar.
Natasha (y en esto concuerdan casi todos los expertos) es morocha y baila que da calambre. Cuando baila, las señoras de arriba se sientan en unos banquitos de mimbre que parecen cansados, y lloran mientras tejen puloveres y la miran todo el tiempo. ernesto, eficiente, busca los baldes y se los da a las señoras para que les lloren adentro así después no tenemos que trapear las lagrimas. Yo, cuando Natasha baila, me siento en un banquito de mimbre y lloro mientras tejo.
Algo que venia acercándose hace meses, cada vez más cerca de la atmósfera terrestre, resultó ser ernesto que se había perdido en la rural y cuando había logrado salir a la calle se había tomado el colectivo equivocado. Si ernesto no tuviera la cabeza pegada al cuerpo, seria deforme.
En nuestra época no existía la Internet y teníamos que conformarnos con la discografía de James Taylor que tenía un efecto sedante en la mayoría de nosotros. Pero había algunos inadaptados que salían a la calle con pomos de espuma en aerosol. Cuando uno pasaba le tiraban espuma en el sobretodo. También fumaban pasta base. Los inadaptados.
ernesto se hizo cambiar el nombre legalmente a Ernesto, pero Natasha y yo le seguimos diciendo ernesto. Algo habrá hecho.
Cuando los nietos de ernesto vienen de visita, Natasha y yo nos escondemos abajo de la cama hasta que se van. No nos gustan los chicos porque casi nunca tienen drogas inyectables que es lo que si nos gusta. A Natasha y a mí.
Si salimos ya, podemos estar en Kansas a tiempo para el rodeo.
ernesto dice que la espada samurai es la mejor compra que hizo en su vida. Le costó un ojo de la cara. Pagó al contado con plata robada.
ernesto no tiene lo que comúnmente se llama un cuerpo. Es mas bien como una fina película de salmón y protones interactuando de manera tal que el resultado es una especie de nube negra con olor a salmón. Esto, naturalmente, lo hace muy feliz.
Natasha suda mucho cuando se enamora. Una vez se mudó un cubano muy simpático al piso de abajo y Natasha empezó a sudar como loca. Sudaba y sudaba.
ernesto, que bajaba un momento al kiosco a comprar mas Fernet preguntó si Natasha quería alguna cosa de la calle. A mi ya no me pregunta porque sabe que odio las cosas.
Al gato que le afanamos a un tipo que era blanco pero tenía el pelo enrulado como los negros, le pusimos de nombre huesos. Huesos era más feliz con su antiguo dueño y no tiene ningún reparo en decírnoslo. Es cierto que lo alimentamos con plastilina, pero por lo demás lo tratamos como si fuera uno de nosotros.
Una vez le pregunté a Natasha como se encontraba esa mañana y ella me contestó que bien y yo le dije que me alegraba y ella me dijo que ella se alegraba de que yo me alegrase y yo después le dije que yo me alegraba de que ella se hubiera alegrado de mi alegría al encontrarla bien aquella mañana.
ernesto va a tener que pasar una larga temporada en la cárcel por venderle escopetas a un cactus. Planea escribir sus memorias pero no le dan tinta en las cantidades necesarias. Lo primero que escribió nos llegó un martes en el correo. Dice esto: No alcanza la escasa tinta que me procura el guardia de mi cárcel para contar los avatares de mi vida libre, sufiza anotar unos cuantos e ilustrativos sucesos: He comido carne de hombre, disfrazado de mujer entre negras salvajes; he guerreado en un ejercito de cincuenta hombres contra uno de cuatro mil; he sido telépata por un mes por haber bebido el agua de un río amarillo; me ha invadido la ira divina (o la locura) y he matado hombres y destruido ídolos dorados; he visto en el mar un pulpo gigante de un solo ojo que cambiaba de color al sonido de la citara; he sido mendigo y millonario; me han venerado como a un dios por poseer la lupa que hace el fuego; he visto, en un templo, tecnologías que mis ojos no entendieron; he robado un libro cuyas palabras son a la vez las cosas que nombran; he perdido el habla por insultar a un hombre santo y lo he recuperado matándolo salvajemente; he estado despierto cinco años seguidos, producto de una droga que me dio una mujer a quien le negué mi amor; he amado; he usado, en noches de saqueo, una capa que me hacia invisible; he visto a un hombre caer muerto y he visto cientos de ratas salir de su boca y de su estomago; he empuñado un cetro que permite atravesar montañas; he enterrado a muchos de mis hijos; he visto, en China, una puesta de sol que no puedo olvidar.
Natasha (y en esto concuerdan casi todos los expertos) es morocha y baila que da calambre. Cuando baila, las señoras de arriba se sientan en unos banquitos de mimbre que parecen cansados, y lloran mientras tejen puloveres y la miran todo el tiempo. ernesto, eficiente, busca los baldes y se los da a las señoras para que les lloren adentro así después no tenemos que trapear las lagrimas. Yo, cuando Natasha baila, me siento en un banquito de mimbre y lloro mientras tejo.
Algo que venia acercándose hace meses, cada vez más cerca de la atmósfera terrestre, resultó ser ernesto que se había perdido en la rural y cuando había logrado salir a la calle se había tomado el colectivo equivocado. Si ernesto no tuviera la cabeza pegada al cuerpo, seria deforme.
En nuestra época no existía la Internet y teníamos que conformarnos con la discografía de James Taylor que tenía un efecto sedante en la mayoría de nosotros. Pero había algunos inadaptados que salían a la calle con pomos de espuma en aerosol. Cuando uno pasaba le tiraban espuma en el sobretodo. También fumaban pasta base. Los inadaptados.
ernesto se hizo cambiar el nombre legalmente a Ernesto, pero Natasha y yo le seguimos diciendo ernesto. Algo habrá hecho.
viernes, setiembre 09, 2005
Apio verde
Para mi cumple, mi abuela me llevó a comer a Burger King. Parece mas vieja de lo que es. Solo tiene 86.
lunes, setiembre 05, 2005
La pregunta
Se hizo diminuto, hasta entrar en una molécula de aire, y la miró caminando por la cornisa del edificio más alto de un pueblo grande. Ella no notó su presencia hasta que se soltó el pelo y el no pudo resistir la tentación de ser el viento que lo usaba de bandera. "Viniste" dijo ella con su voz natural. Un tercero habló desde la copa de un árbol. Ambos miraron y me vieron. "No" contestó ella al mismo tiempo que el contestaba que si. Supe entonces que los dos mentían.
Continuidad de la niebla
Niebla en la calle. Una mujer camina como si el ruido de sus tacos inventara la noche. Los faroles tiran al piso una luz que elude los objetos... las sombras. Nadie respira ese aire, es la ilusión del presente los que respira la mujer y lo que pisan sus tacos. Más acá, cerca, un hombre esta apoyado contra una pared. Si fuma un cigarrillo, lo oculta bien, bajo la palma de su mano, por no insultar a la niebla. Ahora desde el avión, las nubes ocultan la escena, se esta terminando la película. Abajo el hombre se acerca a la mujer con pasos que pueden ser confundidos por sigilosos pero son cobardes. "Animales de la noche" insinúa el desde la visera de su sombrero "que se cruzan por casualidad en esquinas desiertas". "Casualidad?" desmiente ella. A el le tiemblan las manos, pero eso no se ve desde el avión, lo tapan las nubes y el encuadre, que solo muestra la cara de el y un hombro de ella. Arriba, en el cielo, se apaga la luz de prohibido fumar. Ella saca un cigarrillo y el le da fuego. Fuman porque creen que el tiempo existe. Ella saca un arma de su cartera. "No es la primera vez que me apuntan con un arma, muñeca". "Será la ultima" la respuesta viene en seguida, el disparo tarda un poco mas y lo hace con los ojos abiertos. Mientras abajo nos perdemos entre sombras y gatos en basureros, arriba se prenden las luces, la señora de al lado bosteza y el piloto nos dice algo sobre la altura y la velocidad.
Claridad
A medida que me acercaba fui entendiendo la mancha marrón que avanzaba como un río esquivando árboles en una masa casi uniforme. Eran caballos. Unos segundos antes yo había saltado de un avión y el paracaídas ahora me fallaba. Los caballos atravesaron un arroyo angosto, un grupo de cinco o seis paró un momento a tomar agua. Había un caballo chiquito que iba más atrás y aprovechó la pausa para alcanzar a la manada. ¿Yo? Cada vez más cerca del planeta.
viernes, setiembre 02, 2005
martes, agosto 30, 2005
Siete horas de placer oral
Hay dos Fuerzas contradictorias que gobiernan la psique de ernesto. A una la llama Eros, a la otra Ramazzotti.
Natasha, subida a una escalera, corta los cables de teléfono para que ernesto pueda ver mejor los aviones.
Natasha siempre deja la toalla tirada y después vienen los microbichos. En moto.
Yo me hice unas tarjetas personales que dicen “sex instructor, first lesson free” Pero me olvidé de poner mi numero de teléfono y no me llamó naides.
Puede ser que alguien, sin querer, haya quemado un biblia. Pero no fui yo.
ernesto se compró catorce caramelos media-hora, lo cual explica el titulo pero no lo justifica.
Natasha, subida a una escalera, corta los cables de teléfono para que ernesto pueda ver mejor los aviones.
Natasha siempre deja la toalla tirada y después vienen los microbichos. En moto.
Yo me hice unas tarjetas personales que dicen “sex instructor, first lesson free” Pero me olvidé de poner mi numero de teléfono y no me llamó naides.
Puede ser que alguien, sin querer, haya quemado un biblia. Pero no fui yo.
ernesto se compró catorce caramelos media-hora, lo cual explica el titulo pero no lo justifica.
sábado, agosto 27, 2005
Policial negro - segunda entrega
El percutor golpeó el cartucho y al instante un cilindro diminuto de cobre me perforó la piel, quebró mi clavícula izquierda, atravesó mi carne y rompió la ventana a mis espaldas. Lo último que vi antes de desmayarme fueron sus piernas cubiertas en seda y apoyadas sobre tacos negros.
Cuando maniatado desperté, no la vi. La remplazaban dos de los hombres más grandes que hay. Mi oficina, que ya de por si nunca hubiera aparecido en “casa y campo”, había sido victima de un huracán. Por el estado del cuarto, supuse que había estado dormido mucho tiempo. Mi saxo se encontraba abollado en un rincón y cubierto de cenizas. A lado del saxo, la urna rota que había contenido las cenizas de mi madre.
-No saben cuanto lamento todo este desorden- Dije escupiendo un poco de sangre –Es tan difícil conseguir buena ayuda domestica estos dias.-
El que estaba ocupado golpeando con un bate mis discos de vinilo, se dio vuelta un momento para dedicarme este soneto: -Se despertó la princesa. Por un segundo pensé que te habíamos perdido a la parca.-
-Vino a buscarme pero, la muy educada, no quiso privarme de tu compañía, chimpancé- La frase, que en parte era producto de la hemorragia que le robaba sangre a mi cerebro, me mereció un batazo en el ojo. Home run. La sangre brotó a chorros. Y desde mi posición, pude ver, como en cámara lenta, una gota roja que caía dentro de uno de los vasos de wisky y se esparcía como la leche en el café o el humo en el aire.
Ya casi había logrado desatar mis manos y el peso del arma en mi bolsillo me decía que no me habían palpado. Cuanto amateurismo, pensé mientras compraba tiempo manteniéndolos distraídos.
-¿A que se debe este dudoso placer?-
-Somos decoradores de interior- Dijo el que hacia los chistes –Esto es una muestra gratis. Si no aparecen los negativos y todas las copias de las fotos que le tomó al gobernador, volveremos a terminar el trabajo.- La amenaza me tranquilizó. Querían algo de mí. No me iban a matar.
-Lo lamento, muchachos, pero una de las reglas de la casa me prohibe hablar de religión, futbol y politica.-
-Nos vemos mañana- dijo el del bate mientras agarraba y leia una de las tarjetas personales que guardo al lado de la puerta –Pablo Moser, investigador privado.-
Cuando maniatado desperté, no la vi. La remplazaban dos de los hombres más grandes que hay. Mi oficina, que ya de por si nunca hubiera aparecido en “casa y campo”, había sido victima de un huracán. Por el estado del cuarto, supuse que había estado dormido mucho tiempo. Mi saxo se encontraba abollado en un rincón y cubierto de cenizas. A lado del saxo, la urna rota que había contenido las cenizas de mi madre.
-No saben cuanto lamento todo este desorden- Dije escupiendo un poco de sangre –Es tan difícil conseguir buena ayuda domestica estos dias.-
El que estaba ocupado golpeando con un bate mis discos de vinilo, se dio vuelta un momento para dedicarme este soneto: -Se despertó la princesa. Por un segundo pensé que te habíamos perdido a la parca.-
-Vino a buscarme pero, la muy educada, no quiso privarme de tu compañía, chimpancé- La frase, que en parte era producto de la hemorragia que le robaba sangre a mi cerebro, me mereció un batazo en el ojo. Home run. La sangre brotó a chorros. Y desde mi posición, pude ver, como en cámara lenta, una gota roja que caía dentro de uno de los vasos de wisky y se esparcía como la leche en el café o el humo en el aire.
Ya casi había logrado desatar mis manos y el peso del arma en mi bolsillo me decía que no me habían palpado. Cuanto amateurismo, pensé mientras compraba tiempo manteniéndolos distraídos.
-¿A que se debe este dudoso placer?-
-Somos decoradores de interior- Dijo el que hacia los chistes –Esto es una muestra gratis. Si no aparecen los negativos y todas las copias de las fotos que le tomó al gobernador, volveremos a terminar el trabajo.- La amenaza me tranquilizó. Querían algo de mí. No me iban a matar.
-Lo lamento, muchachos, pero una de las reglas de la casa me prohibe hablar de religión, futbol y politica.-
-Nos vemos mañana- dijo el del bate mientras agarraba y leia una de las tarjetas personales que guardo al lado de la puerta –Pablo Moser, investigador privado.-
viernes, agosto 26, 2005
Hobbies
O como evitar el problema de la doble negación en el seno familiar.
Natasha ocupa sus horas de ocio en pegar a la pared las conchas que recoge. Usa la gotita porque siempre le ha rendido buenos resultados y le parece un producto de muy buena relación precio-calidad. Los pedazos de caracol que se rompen los usa para condimentar los emparedados que le confecciona a ernesto, que es alérgico a la mayonesa y encuentra en el crujir de sus mordiscos un paliativo que le hace olvidar, siquiera unos instantes, el terrible perjuicio que le provoca tal alergia.
ernesto nos ha advertido, bajo amenaza de muerte, que no toquemos su colección de céfalos humanos. Paradójicamente, él trata los cráneos con una desatención lindante con el descuido o la torpeza. Incluso los usa como pisapapeles o como vistosos sombreros. La única cabeza con que ernesto nos permite jugar a Natasha y a mi es la de Bruce. Natasha y yo decimos que no nos gustan las cabezas, pero en realidad es porque se trata de Bruce.
Yo saco, revelo y colecciono fotos del monstruo del lago Ness. Hasta ahora tengo ninguna.
Natasha ocupa sus horas de ocio en pegar a la pared las conchas que recoge. Usa la gotita porque siempre le ha rendido buenos resultados y le parece un producto de muy buena relación precio-calidad. Los pedazos de caracol que se rompen los usa para condimentar los emparedados que le confecciona a ernesto, que es alérgico a la mayonesa y encuentra en el crujir de sus mordiscos un paliativo que le hace olvidar, siquiera unos instantes, el terrible perjuicio que le provoca tal alergia.
ernesto nos ha advertido, bajo amenaza de muerte, que no toquemos su colección de céfalos humanos. Paradójicamente, él trata los cráneos con una desatención lindante con el descuido o la torpeza. Incluso los usa como pisapapeles o como vistosos sombreros. La única cabeza con que ernesto nos permite jugar a Natasha y a mi es la de Bruce. Natasha y yo decimos que no nos gustan las cabezas, pero en realidad es porque se trata de Bruce.
Yo saco, revelo y colecciono fotos del monstruo del lago Ness. Hasta ahora tengo ninguna.
miércoles, agosto 24, 2005
Natasha ernesto y yo
Ordenando sus papeles, ernesto encontró los restos mortales de Bruce. Se le había atorado el pie en el estribo y el caballo lo había arrastrado golpeándole la cabeza contra un globo terráqueo que ernesto guarda en su estudio. Enseguida ernesto mostró su alborozo descorchando botellas de champagne mientras, a los pies de Bruce, lloraban su mujer y sus tres hijos. Yo salí apurado del cuarto para que nadie notara mi sonrisa y mi maniática manera de anudar y desanudar los dedos. Natasha se me unió en el pórtico y tomamos una grapa mientras hablábamos, contentos pero en voz baja, de la violenta muerte de Bruce. Natasha me preguntó si pensaba que había sufrido. No sé, contesté, y nos reímos.
Más a la noche, cuando la inconsolable familia ya se había ido, compramos fuegos artificiales, los apuntamos todos al campanario y los prendimos al mismo tiempo. Ese fue nuestro homenaje. También le compramos heno al equino. Del caballo se acordó Natasha, que es la más sensible.
Bruce le había dejado toda su fortuna a Natasha. ernesto propuso que la usáramos para crear una raza de superhombres que reinaran el mundo con un puño firme pero justo. Yo propuse que le diéramos un uso más domestico y arregláramos el bache que junta agua de lluvia en la terraza. Al final Natasha la usó para comprarse un auto y tomarse el palo. Nunca más la vimos.
Más a la noche, cuando la inconsolable familia ya se había ido, compramos fuegos artificiales, los apuntamos todos al campanario y los prendimos al mismo tiempo. Ese fue nuestro homenaje. También le compramos heno al equino. Del caballo se acordó Natasha, que es la más sensible.
Bruce le había dejado toda su fortuna a Natasha. ernesto propuso que la usáramos para crear una raza de superhombres que reinaran el mundo con un puño firme pero justo. Yo propuse que le diéramos un uso más domestico y arregláramos el bache que junta agua de lluvia en la terraza. Al final Natasha la usó para comprarse un auto y tomarse el palo. Nunca más la vimos.
lunes, agosto 22, 2005
El teatro
Ligados por un cordón fino, los imitadores hacían trucos y sufrían enfermedades. Antes de despedirse, firmaron autógrafos y dieron consejos a jóvenes emprendedores que absorbían y anotaban cada palabra. Alguien, de improvisto, se secó la frente con un mantel. Los imitadores lo imitaron. Un silbido largo y claro aunque bajito, sonó en un súbito silencio. Las sillas estaban todas alineadas y lista a ser plegadas y guardadas junto al escenario, pero nadie consideraba que fuera su deber hacerlo. De hecho, las sillas no eran de esas que se pliegan.
Una mujer caminaba entre el auditorio sosteniendo con mucho cuidado una empanada y preguntando a los gritos si alguien sabía primeros auxilios. Un hombre pelado pero buena persona contestó que el si. Los imitadores lo imitaron. El pelado le dio respiración boca a boca a la empanada pero después se tentó y se la comió en dos bocados.
Un ventanal enorme que nos separaba del mar sin ocultarlo se rompió en mil pedazos que se convirtieron en hojas impresas con sentencias de muerte de personas que habían ofendido al caudillo del pueblo que también era dueño del teatro y que al ver el vidrio roto suspiro de tristeza por el precio que tendría que pagar para ver a sus enemigos muertos cosa que había deseado con mucho ahínco por ser su naturaleza vengativa y su carácter tempestuoso aunque se le conocían actos de extremo desapego y gran clemencia sobretodo con las personas que a su entender vistieran ropas que no ofendian la mirada creando el desorden al promover la lujuria que le roba al lujurioso su razón y lo lleva a actos y placeres que la casta sobriedad no permitiría y hasta condenaría por ser de una índole inferior a aquellos que se consiguen con los postres de limón y los licuados de frambuesa que en el mismo teatro se vendían y cuyas ganancias el caudillo pretendía acrecentar mediante publicidades estratégicamente ubicadas en el centro del pueblo donde todos paseaban al único perro que había y se enteraban de las noticias y se invitaban a bailar o a cenar a alguna watt o en su defecto al teatro mismo donde los viernes además de bailar se podían llevar a cabo diversas actividades que aumentaban la imagen turística del pueblo y atraían a extranjeros de variada procedencia muchos de los cuales no hacían sino enamorarse de Luisita que había salido reina en los ocho concursos de belleza que habían trascendido en el pueblo antes de que fueran cancelados porque siempre al día siguiente del concurso el teatro quedaba sucio con papel picado y colillas de cigarrillos que se acumulaban en el piso porque nadie consideraba que fuera su deber recogerlos.
Una mujer caminaba entre el auditorio sosteniendo con mucho cuidado una empanada y preguntando a los gritos si alguien sabía primeros auxilios. Un hombre pelado pero buena persona contestó que el si. Los imitadores lo imitaron. El pelado le dio respiración boca a boca a la empanada pero después se tentó y se la comió en dos bocados.
Un ventanal enorme que nos separaba del mar sin ocultarlo se rompió en mil pedazos que se convirtieron en hojas impresas con sentencias de muerte de personas que habían ofendido al caudillo del pueblo que también era dueño del teatro y que al ver el vidrio roto suspiro de tristeza por el precio que tendría que pagar para ver a sus enemigos muertos cosa que había deseado con mucho ahínco por ser su naturaleza vengativa y su carácter tempestuoso aunque se le conocían actos de extremo desapego y gran clemencia sobretodo con las personas que a su entender vistieran ropas que no ofendian la mirada creando el desorden al promover la lujuria que le roba al lujurioso su razón y lo lleva a actos y placeres que la casta sobriedad no permitiría y hasta condenaría por ser de una índole inferior a aquellos que se consiguen con los postres de limón y los licuados de frambuesa que en el mismo teatro se vendían y cuyas ganancias el caudillo pretendía acrecentar mediante publicidades estratégicamente ubicadas en el centro del pueblo donde todos paseaban al único perro que había y se enteraban de las noticias y se invitaban a bailar o a cenar a alguna watt o en su defecto al teatro mismo donde los viernes además de bailar se podían llevar a cabo diversas actividades que aumentaban la imagen turística del pueblo y atraían a extranjeros de variada procedencia muchos de los cuales no hacían sino enamorarse de Luisita que había salido reina en los ocho concursos de belleza que habían trascendido en el pueblo antes de que fueran cancelados porque siempre al día siguiente del concurso el teatro quedaba sucio con papel picado y colillas de cigarrillos que se acumulaban en el piso porque nadie consideraba que fuera su deber recogerlos.
domingo, agosto 21, 2005
sábado, agosto 20, 2005
La competencia
Antes de superar la anteúltima valla, ernesto ya estaba extenuado. La meta, a meros metros se le hizo inalcanzable, molesta, y amarilla. El hecho de que el hilo de su balero se había roto, y por ende no había podido completar esa sección de la prueba, lo acechaba. Pero sólo lo acechaba ahora, los meses que había durado la competencia no le había parecido más que un tropezón.
Además, su ventaja había sido clara desde el principio. Natasha perdió la pierna con los cocodrilos y lógicamente avanzaba por las pruebas con dificultad agregada. Yo estaba arrastrando la heladera y un instrumento de viento más o menos indefinido.
Una prueba consistía en ganar tres emmys y un oscar a mejor maquillaje, Natasha los consiguió con relativa facilidad porque es muy amiga de Rob Schneider quien la puso en contacto con productores muy importantes. Ernesto le afanó el oscar a jorge drexler y los emmys los hizo con cartulina.
Además, su ventaja había sido clara desde el principio. Natasha perdió la pierna con los cocodrilos y lógicamente avanzaba por las pruebas con dificultad agregada. Yo estaba arrastrando la heladera y un instrumento de viento más o menos indefinido.
Una prueba consistía en ganar tres emmys y un oscar a mejor maquillaje, Natasha los consiguió con relativa facilidad porque es muy amiga de Rob Schneider quien la puso en contacto con productores muy importantes. Ernesto le afanó el oscar a jorge drexler y los emmys los hizo con cartulina.
martes, agosto 16, 2005
Policial negro - Primera entrega
Las cartas eran de esas que resbalan sobre la mesa hasta caerse por el otro extremo, sedosas, lustrosas, marcadas. Perdí más de lo que tenía y más de lo que debía. A las once y media, después de doce horas de juego, me negaron el quinto crédito y salí a la calle con los tres cigarrillos que un alma piadosa me regaló. Por lo menos tengo mis rodillas, pensé ahogándome en medio vaso de optimismo.
Entré a mi oficina y abrí la caja fuerte. Una botella de Johnny Walker, un arma de dama con el nombre de Natasha grabado en la empuñadura de marfil, y mi licencia de investigador privado (que estaba adentro de la caja para que no pareciera tan vacía). Cargué el arma, la guardé en mi bolsillo y me serví cuatro wiskys en cuatro vasos distintos. Prendí los tres cigarrillos y me acosté en el piso. A través del dolor de cabeza, el sueño de una semana de insomnio me empezaba a trabajar los músculos y dibujar imágenes contra la pared de mis parpados cerrados. Siempre duermo bien cuando le debo plata a asesinos sanguinarios. Desde chiquito.
En lo mejor de una caída libre, tocaron la puerta y me desperté con el arma en la mano.
-El cheque está en el correo- dije saboreando la sangre que salía de mis encías.
- Leí un aviso, ¿investigador privado?- dijo una voz como crema cayendo sobre frutillas.
-¿Qué dice el letrero?-
-Investigador privado-
-No creas todo lo que leés-
Tomé seis tragos de wisky y volví a acostarme pero todavía la escuchaba respirando atrás de la puerta.
-Abra por favor, creo que me siguieron hasta acá-Me paré y trastabillé hasta la puerta. A través del esmerilado se filtraban una silueta en negro y un perfume peligroso. Saqué la traba y abrí la puerta.
Entré a mi oficina y abrí la caja fuerte. Una botella de Johnny Walker, un arma de dama con el nombre de Natasha grabado en la empuñadura de marfil, y mi licencia de investigador privado (que estaba adentro de la caja para que no pareciera tan vacía). Cargué el arma, la guardé en mi bolsillo y me serví cuatro wiskys en cuatro vasos distintos. Prendí los tres cigarrillos y me acosté en el piso. A través del dolor de cabeza, el sueño de una semana de insomnio me empezaba a trabajar los músculos y dibujar imágenes contra la pared de mis parpados cerrados. Siempre duermo bien cuando le debo plata a asesinos sanguinarios. Desde chiquito.
En lo mejor de una caída libre, tocaron la puerta y me desperté con el arma en la mano.
-El cheque está en el correo- dije saboreando la sangre que salía de mis encías.
- Leí un aviso, ¿investigador privado?- dijo una voz como crema cayendo sobre frutillas.
-¿Qué dice el letrero?-
-Investigador privado-
-No creas todo lo que leés-
Tomé seis tragos de wisky y volví a acostarme pero todavía la escuchaba respirando atrás de la puerta.
-Abra por favor, creo que me siguieron hasta acá-Me paré y trastabillé hasta la puerta. A través del esmerilado se filtraban una silueta en negro y un perfume peligroso. Saqué la traba y abrí la puerta.
lunes, agosto 15, 2005
¿Cuanto sabes de alfajores?
Tomas Binder te invita a un recorrido por las delicias nacionales. Desde el "Jorgito" hasta el "capitán del espacio" pasando por el "milka" y el "terrabusi". La guía más completa para el goloso porteño.
comete hesta
comete hesta
Familia nuclear
Ayer me puse belico con los niños. Primero hice este escenario nuclear y después el bebé que sabe exactamente lo que hace. Hoy se me rompío mi birome optica y me puse triste.
domingo, agosto 14, 2005
Picor
Desconozco el mecanismo pero domino sus resultados: Si me concentro lo suficiente, puedo lograr que me pique cualquier parte del cuerpo. Hay, sin embargo, ciertas idiosincrasias del proceso que son dignas de mención. Si yo quiero, por ejemplo, que me pique el dedo gordo del pie derecho, me tengo que concentrar en mi hombro izquierdo. Para lograr el picor en la cabeza tengo que pensar en ambos codos. Etcétera.
A nivel practico, nada de esta ciencia me elude; domino todos sus aspectos. Es a nivel analítico y teórico que me encuentro sumido en la oscura ignorancia. ¿Que ocurre dentro de mi cuerpo que desplaza el centro de picor a otro lado? Esa es la pregunta que ha encontrado su hogar en mi insomnio. Natasha dice que tiene algo que ver con los vasos capilares.
A nivel practico, nada de esta ciencia me elude; domino todos sus aspectos. Es a nivel analítico y teórico que me encuentro sumido en la oscura ignorancia. ¿Que ocurre dentro de mi cuerpo que desplaza el centro de picor a otro lado? Esa es la pregunta que ha encontrado su hogar en mi insomnio. Natasha dice que tiene algo que ver con los vasos capilares.
viernes, agosto 12, 2005
jueves, agosto 11, 2005
tres tristes tigres comen trigo en Guatemala
A pesar de poder ser muy cruda, Natasha se impresiona con gran facilidad. Por ejemplo, el sutil temblor de un flan recién apoyado en la mesa, puede producirle un ataque de histeria del cual solo sale después de que ernesto y yo lo propinemos unas bofetadas. Yo trato de aplicar la fuerza justa. ernesto se propasa.
ernesto es muy eficiente. Su proceder cotidiano es milimétrico y calculado. Llena cuadernos de hojas cuadriculadas con anotaciones y cuentas que Natasha y yo no entendemos pero intuimos geniales. Un día ernesto trató de enseñarnos la mejor manera de preparar el desayuno, pero, al ver que no seguíamos su explicación, perdió la paciencia y hubo que internarlo por dos semanas. Como ernesto siempre lleva la llave de la heladera en el bolsillo, esas semanas Natasha y yo no comimos. Natasha murió de hambre y cuando ernesto volvió del hospital se alegró mucho porque un cuarto de la casa había sido liberado para usos más eficientes. Yo, que estaba triste, no compartí su júbilo.
Los días que pasan una de Chuck Norris, apagamos la tele. En esas ocasiones, nos gusta recordar, con risas solapadas y los ojos húmedos, tiempos pretéritos. Una vez nos acordamos de una vez que nos habíamos acordado de una vez. Sentimos que la vida no era sino un túnel de paredes inciertas que se desdibujaban por obra de las imperfecciones de la vida anímica.
Natasha, que es la más esotérica, una vez me tiró las cartas. Por la ventana.
Bazzzzinggg.
El primer día de Hanuka, Natasha me regaló veintiséis armónicas cromáticas.
El segundo día de Hanuka, Natasha me regaló un alfiler de gancho con su sangre en el filo.
El tercer día de Hanuka, Natasha me regaló cuarenta kilos de heroína.
El cuarto día de Hanuka, Natasha no me regaló nada. Pero salimos a comer y pagó ella.
El quinto día de Hanuka, Natasha me regaló una bolsa de aserrín.
El sexto día de Hanuka, Natasha me regaló un desodorante de ambiente.
El séptimo dia de Hanuka, Natasha me regaló otra bolsa de aserrín.
El octavo dia de Hanuka, Natasha me regaló la filmografía completa de Chuck Norris en DVD.
ernesto es muy eficiente. Su proceder cotidiano es milimétrico y calculado. Llena cuadernos de hojas cuadriculadas con anotaciones y cuentas que Natasha y yo no entendemos pero intuimos geniales. Un día ernesto trató de enseñarnos la mejor manera de preparar el desayuno, pero, al ver que no seguíamos su explicación, perdió la paciencia y hubo que internarlo por dos semanas. Como ernesto siempre lleva la llave de la heladera en el bolsillo, esas semanas Natasha y yo no comimos. Natasha murió de hambre y cuando ernesto volvió del hospital se alegró mucho porque un cuarto de la casa había sido liberado para usos más eficientes. Yo, que estaba triste, no compartí su júbilo.
Los días que pasan una de Chuck Norris, apagamos la tele. En esas ocasiones, nos gusta recordar, con risas solapadas y los ojos húmedos, tiempos pretéritos. Una vez nos acordamos de una vez que nos habíamos acordado de una vez. Sentimos que la vida no era sino un túnel de paredes inciertas que se desdibujaban por obra de las imperfecciones de la vida anímica.
Natasha, que es la más esotérica, una vez me tiró las cartas. Por la ventana.
Bazzzzinggg.
El primer día de Hanuka, Natasha me regaló veintiséis armónicas cromáticas.
El segundo día de Hanuka, Natasha me regaló un alfiler de gancho con su sangre en el filo.
El tercer día de Hanuka, Natasha me regaló cuarenta kilos de heroína.
El cuarto día de Hanuka, Natasha no me regaló nada. Pero salimos a comer y pagó ella.
El quinto día de Hanuka, Natasha me regaló una bolsa de aserrín.
El sexto día de Hanuka, Natasha me regaló un desodorante de ambiente.
El séptimo dia de Hanuka, Natasha me regaló otra bolsa de aserrín.
El octavo dia de Hanuka, Natasha me regaló la filmografía completa de Chuck Norris en DVD.
martes, agosto 09, 2005
Picado fino
El monito Ingouville y un-servidor, hicimos, a modo de homenaje, los posters que se ven abajo. Se trata, como sabran, de MORFING, la banda que integran Panchi "pectorales" Milne, Luchi Dario, Pablo Moscowich y la exuberante Paz Villera. Hacé valer tu opinión sobre cual es el mejor. Como? Simple. Dejando un commandante en el que sea mas de tu agrado. El que se haga el vivo y deje uno en el que dice "6" pero no tiene nada, la liga.
Eternamente suyos, Matthew y Brotherick.
PD: MORFING se presenta todos los jueves de agosto en el despretigiado bar "Axolotl" (Marquez y 2do Fernandez). Reservas Al: pedo.
Eternamente suyos, Matthew y Brotherick.
PD: MORFING se presenta todos los jueves de agosto en el despretigiado bar "Axolotl" (Marquez y 2do Fernandez). Reservas Al: pedo.
sábado, agosto 06, 2005
Ay Mat
No estoy en mi casa y recién te escribí un comentario y me di cuenta que yo era vos. Así que fui nomás y arreglé un par de cositas de tu blog que no me gustaban mucho y de paso te puse el gif ese en el título de buen pibe que soy.
Navegación a vela
Los jazaros acostumbraban poner en algunas de las naves de su flota, en vez de velas, redes de pesca. Y esas naves navegaban como todas las demás. Cuando un griego les preguntó a los sacerdotes jazaros cómo lo lograban, un judío, que estaba presente en la conversación, respondió en lugar de aquellos a los que iba dirigida la pregunta: “Es fácil, en vez del viento, en esas redes retienen otra cosa”.
Minorad Pavic, Diccionario jázaro.
Minorad Pavic, Diccionario jázaro.
viernes, agosto 05, 2005
Conversación posible entre dos personas que fueron al espacio y lo encontraron un poquito aburrido
Se hace difícil verle los ojos a ernesto cuando usa sus gafas cromadas. Acaso las compró para que no le veamos los ojos. Los ojos de ernesto son raros; cambian de color con la estación y a veces desaparecen. Cuando desaparecen quedan unas esferas translucidas con puntitos rojos. Natasha dice que los puntitos rojos son vasos capilares.
miércoles, agosto 03, 2005
martes, agosto 02, 2005
Se pudrió todo
Si el amable lector hace el favor de mirar un poco mas abajo en esta misma pagina, podrá apreciar (si aprecia las cosas feas) una especie de llama deforme. Este aparente falo-cuadrúpedo-de-sonrisa-insultante, no está acá por obra mía. Lejos de mis intenciones está herir sus retinas con semejante adefesio. No, mis amigos, esto lo hizo un cabezon. También me arregló el template, como se puede leer justo abajo de este párrafo.
Un sombrero robado
un álbum familiar lleno de fotos recortadas de revistas
tinta en un rincón, en el piso.
un dálmata muerto
cinco pinceles en sus envoltorios originales
hilo dental usado
una sola aguja de tejer
un diente de leche en el cajón
perder una pelea
un sombrero robado
la velocidad
pelos de mujer
un broche con forma de araña
una violación bilateral
números
cartas de truco
la boca abierta
libros subrayados
el tono del teléfono
una billetera al pie de la cama
el mapa de un país imaginario
una decisión
uñas de mujer
comida envuelta en papel metálico
un tomo de enciclopedia perdido
dobladillos
una autobiografía
un tesoro escondido por alguien que murió
anteojos para ver de lejos
pestañas de mujer
bacterias
sexo oral
anotaciones en un calendario del año pasado
siete caramelos de menta
el primer auto
sinónimos
el último nivel de Súper Mario World
un saco con hombreras
el diario
navidad
lencería
cartas amarillas escritas en lápiz
autitos chocadores
la lista de compras
un paracaídas
un león
el piso ajedrezado de la cocina
arena en las sabanas
una chica de doce años
un accidente de transito
fierros calientes
el rimel corrido
bailar
Buñuel
biromes que no andan
pantalones cortos
una ventana que da a la calle
la libreta de matrimonio
hormigas
la piedad
hacer fuego con un lupa
la peluquería
dormir
Gracias Gugi
tinta en un rincón, en el piso.
un dálmata muerto
cinco pinceles en sus envoltorios originales
hilo dental usado
una sola aguja de tejer
un diente de leche en el cajón
perder una pelea
un sombrero robado
la velocidad
pelos de mujer
un broche con forma de araña
una violación bilateral
números
cartas de truco
la boca abierta
libros subrayados
el tono del teléfono
una billetera al pie de la cama
el mapa de un país imaginario
una decisión
uñas de mujer
comida envuelta en papel metálico
un tomo de enciclopedia perdido
dobladillos
una autobiografía
un tesoro escondido por alguien que murió
anteojos para ver de lejos
pestañas de mujer
bacterias
sexo oral
anotaciones en un calendario del año pasado
siete caramelos de menta
el primer auto
sinónimos
el último nivel de Súper Mario World
un saco con hombreras
el diario
navidad
lencería
cartas amarillas escritas en lápiz
autitos chocadores
la lista de compras
un paracaídas
un león
el piso ajedrezado de la cocina
arena en las sabanas
una chica de doce años
un accidente de transito
fierros calientes
el rimel corrido
bailar
Buñuel
biromes que no andan
pantalones cortos
una ventana que da a la calle
la libreta de matrimonio
hormigas
la piedad
hacer fuego con un lupa
la peluquería
dormir
Gracias Gugi
sobre cosas y de miedo
1
La noche era un rompecabezas de sombras que lograba una uniformidad parcial entre los parches de luna llena reflejada contra el parque y la casa. Todo era azul. Desde la ventana se vio el brillo de un farol reflejado en un cuchillo que avanzaba por el parque en dirección a la casa. Los pies se mojaban contra el pasto húmedo y el viento era oscuro anfitrión. Anfitrión de la noche, las sombras, la ventana, los pasos y el cuchillo. Los pasos entraron a la casa y el crujir de una madera quedo flotando en el sótano. En la venta abierta, el viento con olor a jazmín movía la cortina. El cuchillo entro al cuarto y avanzo en la oscuridad como un secreto, evitando los obstáculos, guiado por la luz de la ventana. El cuchillo se acerco tanto que la cortina le acaricio el filo. Entonces se dio. Una muerte limpia, con más perfección que odio. Ahora el cuchillo huye por el parque, dejando atrás la ventana muerta.
2
Las manos buscaron, sueltas, como vivas, las otras manos. Alguien había gritado y después el silencio, pero el grito persistía en los pliegues de las sabanas y el zumbido del ventilador. Las manos encontraron las manos y empezó el código íntimo del perdón. La caricia disimulada, los movimientos rápidos e impersonales que se iban ablandando. Pero algo parecía suelto, faltaba unidad. Una mano fue a la mesita de luz y prendió la lámpara. Había tres pares de manos en esa cama y solo dos pertenecían a un cuerpo.
3
En la pared opuesta a la ventana la sombra de las ramas acompañaba el ruido de un viento enojado. Un abuelo, sentado un una silla diminuta, hablaba con una melodía tranquilizante en la voz, a un chico que temblaba en la cama. La voz decía que eran sueños, y por mas feos que fueran, despertaría, y cuanto antes se durmiera antes seria de día con un desayuno delicioso y la casita en el árbol. La lluvia y los ladridos empezaron al mismo tiempo. El chico en la cama miró su brazo a la luz de la ventana y lo vio arrugado. Un grito agudo, de terror infantil, tapo la lluvia. El abuelo se apresuró a prender la luz y el chico lo vio parado junto al interruptor, sonriendo con la piel firme de un niño de diez años.
La noche era un rompecabezas de sombras que lograba una uniformidad parcial entre los parches de luna llena reflejada contra el parque y la casa. Todo era azul. Desde la ventana se vio el brillo de un farol reflejado en un cuchillo que avanzaba por el parque en dirección a la casa. Los pies se mojaban contra el pasto húmedo y el viento era oscuro anfitrión. Anfitrión de la noche, las sombras, la ventana, los pasos y el cuchillo. Los pasos entraron a la casa y el crujir de una madera quedo flotando en el sótano. En la venta abierta, el viento con olor a jazmín movía la cortina. El cuchillo entro al cuarto y avanzo en la oscuridad como un secreto, evitando los obstáculos, guiado por la luz de la ventana. El cuchillo se acerco tanto que la cortina le acaricio el filo. Entonces se dio. Una muerte limpia, con más perfección que odio. Ahora el cuchillo huye por el parque, dejando atrás la ventana muerta.
2
Las manos buscaron, sueltas, como vivas, las otras manos. Alguien había gritado y después el silencio, pero el grito persistía en los pliegues de las sabanas y el zumbido del ventilador. Las manos encontraron las manos y empezó el código íntimo del perdón. La caricia disimulada, los movimientos rápidos e impersonales que se iban ablandando. Pero algo parecía suelto, faltaba unidad. Una mano fue a la mesita de luz y prendió la lámpara. Había tres pares de manos en esa cama y solo dos pertenecían a un cuerpo.
3
En la pared opuesta a la ventana la sombra de las ramas acompañaba el ruido de un viento enojado. Un abuelo, sentado un una silla diminuta, hablaba con una melodía tranquilizante en la voz, a un chico que temblaba en la cama. La voz decía que eran sueños, y por mas feos que fueran, despertaría, y cuanto antes se durmiera antes seria de día con un desayuno delicioso y la casita en el árbol. La lluvia y los ladridos empezaron al mismo tiempo. El chico en la cama miró su brazo a la luz de la ventana y lo vio arrugado. Un grito agudo, de terror infantil, tapo la lluvia. El abuelo se apresuró a prender la luz y el chico lo vio parado junto al interruptor, sonriendo con la piel firme de un niño de diez años.
lunes, agosto 01, 2005
No es demasiado pedir
Ayer me quedé sin ideas así que fui al kiosco en pijama a comprar más. Lamentablemente hubo un traspapeleo y terminé comprando un jeep Cherokee. Volví con la mente en blanco pero en coche.
viernes, julio 29, 2005
Natasha ernesto y yo –Podemos ser extremadamente crudos-
Escondimos la pulsera de Natasha en el sótano. Natasha la buscó y la buscó. Cuando ya el chiste no era gracioso, ernesto confesó que nosotros la habíamos escondido. Natasha bajó a buscarla y gritó un grito de terror. ernesto bajó primero y vio al engendro mutante con la pulsera en la cabeza. Yo bajé segundo y también lo vi.
En esa época acababan de inventar el microondas y nosotros éramos los únicos del barrio que teníamos uno. Los vecinos venían de cuadras a la redonda a calentar sus pollos. Un día Natasha se cansó y le regaló el microondas a una vecina. Nosotros íbamos todos los días a calentar nuestros pollos hasta que nos cansamos y nos hicimos veganos. Después descansamos.
Natasha gusta de cocinar con Pablo Moser pero Pablo Moser se fue a las leñas y Natasha cocina sola. Hierve el brócoli y lo sazona abundantemente con caca. ernesto dice que hay que patentar la receta. A mi no me gusta mucho el brócoli y me quedo callado.
Yo nací sin ombligo y a ernesto le parece la cosa más graciosa del mundo. Se burla de mi y me dice “engendro mutante” a mis espaldas. Yo lo fui a hablar con Natasha y ella me dijo que lo mejor es que lo hablara con ernesto directamente. Pero no me animé.
ernesto perdió el sueño en una partida de póquer y ahora en vez de dormir practica la batería toda la noche. Esto ocasiona en el consorcio disturbios que sólo logramos socavar con actos de desmedido desinterés y extrema gentileza. Si no doy ejemplos es porque la modestia me lo impide.
A veces podemos ser extremadamente crudos.
Natasha trajo el cachorro dálmata, de pelaje reluciente y suave, con los ojos todavía cerrados desde el parto. Jugamos al baseball con su diminuta cabeza.
En esa época acababan de inventar el microondas y nosotros éramos los únicos del barrio que teníamos uno. Los vecinos venían de cuadras a la redonda a calentar sus pollos. Un día Natasha se cansó y le regaló el microondas a una vecina. Nosotros íbamos todos los días a calentar nuestros pollos hasta que nos cansamos y nos hicimos veganos. Después descansamos.
Natasha gusta de cocinar con Pablo Moser pero Pablo Moser se fue a las leñas y Natasha cocina sola. Hierve el brócoli y lo sazona abundantemente con caca. ernesto dice que hay que patentar la receta. A mi no me gusta mucho el brócoli y me quedo callado.
Yo nací sin ombligo y a ernesto le parece la cosa más graciosa del mundo. Se burla de mi y me dice “engendro mutante” a mis espaldas. Yo lo fui a hablar con Natasha y ella me dijo que lo mejor es que lo hablara con ernesto directamente. Pero no me animé.
ernesto perdió el sueño en una partida de póquer y ahora en vez de dormir practica la batería toda la noche. Esto ocasiona en el consorcio disturbios que sólo logramos socavar con actos de desmedido desinterés y extrema gentileza. Si no doy ejemplos es porque la modestia me lo impide.
A veces podemos ser extremadamente crudos.
Natasha trajo el cachorro dálmata, de pelaje reluciente y suave, con los ojos todavía cerrados desde el parto. Jugamos al baseball con su diminuta cabeza.
miércoles, julio 27, 2005
El cubano amigable
Agarrando un piano con una mano y un sifon con la otra, Henry "el cubano amigable" dijo estas palabras memorables:
¿Cuantos metros habrá de aca a esa mesa?
Yo, que ya estaba empezando a cansarme de su amigable simpatia, dispuse deshacerme de él de la manera más simple y eficiente: invitándolo a pasar una temporada en mi casa de campo.
Aceptó.
Apenas llegamos, ya empezó con eso de moverme los muebles. Yo insistía que no se molestase, pero es tan amigable que no se le puede decir que no.
A la tarde caminamos por mis tierras y le mostré el tambo. Parecía encantado. Llegó ernesto y Natasha llegó.
Tomamos las grapas en el pórtico.
Cuando cayó la noche, el cubano amigable perdió su habitual sonrisa y la remplazó por una expresión que denotaba gran tristeza. Natasha (que es la mas sensible) le preguntó si todo andaba bien. Hanry confesó que no, que no todo andaba bien y que su increible simpatía no era más que una postura que habia adoptado para que le dejaran cruzar la aduana sin revisarle el baul. ernesto le preguntó que llevaba en el baul y Henry lo molió a piñas. "Epa", dije yo "ernesto no merece ese trato".
-Algo habrá hecho- dijo Natasha.
¿Cuantos metros habrá de aca a esa mesa?
Yo, que ya estaba empezando a cansarme de su amigable simpatia, dispuse deshacerme de él de la manera más simple y eficiente: invitándolo a pasar una temporada en mi casa de campo.
Aceptó.
Apenas llegamos, ya empezó con eso de moverme los muebles. Yo insistía que no se molestase, pero es tan amigable que no se le puede decir que no.
A la tarde caminamos por mis tierras y le mostré el tambo. Parecía encantado. Llegó ernesto y Natasha llegó.
Tomamos las grapas en el pórtico.
Cuando cayó la noche, el cubano amigable perdió su habitual sonrisa y la remplazó por una expresión que denotaba gran tristeza. Natasha (que es la mas sensible) le preguntó si todo andaba bien. Hanry confesó que no, que no todo andaba bien y que su increible simpatía no era más que una postura que habia adoptado para que le dejaran cruzar la aduana sin revisarle el baul. ernesto le preguntó que llevaba en el baul y Henry lo molió a piñas. "Epa", dije yo "ernesto no merece ese trato".
-Algo habrá hecho- dijo Natasha.
martes, julio 19, 2005
Malas nuevas
Ufff, no saben lo que me pasó. Hubo un traspapeleo burocrático y tengo que hacer la colimba de nuevo. Lo gracioso (pero no tanto) es que cuando la hice por primera vez, hubo un traspapeleo y me hicieron quedarme dos años y medio. Y bue.
sábado, julio 16, 2005
jueves, julio 14, 2005
You, Kant, always get what you want
La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.
Kant Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?
Kant Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?
miércoles, julio 13, 2005
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